Rozalén (32 años) es de esas cantantes que no solo ponen voz a una melodía sino que cuenta una historia llena de matices y verdades en sus canciones. Pero en esta ocasión no hay música en su historia. La cantautora ha publicado su primer libro, Cerrando puntos suspensivos, y en él ha plasmado sus vivencias, desde la más alegre a la más dolorosa, como el sorprendente capítulo en el que revela que sufrió malos tratos por parte de una expareja.
La albaceteña desgrana su día a día con este hombre de su pasado, quien le hizo vivir una pesadilla cargada de machismo y abusos:
Hoy me ha castigado en mi casa. Anoche salí con mis amigos y he llegado cuando ya era de día. Me ha preguntado con quién, cómo, cuándo y dónde. Me ha mandado a la cama y ordenado silencio y reflexión. No lo acompañaré en el plan de la noche ni sabré de él en dos días. Yo he aceptado mi culpa y cumplido mi castigo.
El exnovio de Rozalén presumía siempre de sus 'otras mujeres' y decía que "algún día se iría a una casa enorme a vivir con todas ellas" incluyendo a la cantante. Pero cuando ocurría al revés y era ella la que disfrutaba de compañía, el hombre no controlaba sus impulsos contra su pareja:
Hoy ha echado de casa a dos amigos porque eran antiguos amantes. Me ha metido en un cuarto en plena fiesta para preguntarme qué tengo con mi amiga, aunque no me sienta atraída por mujeres. Ha cogido mi teléfono mientras hablaba con un músico compañero y le ha preguntado cuándo dejaría en paz a su mujer.
Según el día o la hora del día, el ex de Rozalén cambiaba de opinión. Del amor al odio y viceversa. Los cambios de actitud eran constantes y pasada del insulto al halago en cuestión de minutos:
Hoy me ha llamado "loca, bicho, mala, fea, gorda...", aunque más tarde en pleno acto sexual me ha llamado "diosa".
Los abusos llegaban a su punto más extremo, a las relaciones sexuales no consentidas. Pero ella no podía enfadarse con él, porque si lo hacía se transformaba y la cantante tenía que huir para no terminar peor:
Le ha sentado mal que le dijera que esta mañana me forzó, como otros días, aunque yo no quisiera, aunque me encontrara enferma... Ha comenzado a gritar, a insultar. He cogido corriendo las llaves del coche y he salido corriendo.
Todo volvía a calmarse y él se arrepentía. Comenzaba a hablar de su feliz futuro junto e incluso de tener hijos. Pero al día siguiente volvía a ser el que era:
Hoy se ha acostado con una chavalita a unos metros de mi cama. Después ha venido a abrazarme y a dormir.
Su historia era ya tan infeliz que el hombre le hacía sentirse incómoda e inútil por el mero hecho de sonreír al despertar. Cuando ella intentaba ver la vida con positivismo, él cortaba de inmediato cualquier rastro de felicidad en su relación:
Hoy me ha prohibido hablarle por las mañanas. Dice que me levanto con demasiada energía, demasiado feliz, cantando y bailando. Esa cualidad de la que él se enamoró, pero ahora le molesta.
Pero un día todo acabó. Rozalén "se quitó la venda de los ojos" y dijo adiós a una carga insoportable. La que ninguna mujer merece:
Lo he expulsado por fin de mi hogar y de mi vida.