La presencia de Tamara Falcó (37 años) es reclamo en cualquier buen evento que se precie. Un photocall que acoja la imagen de una de las hijas de Isabel Preysler (67) es glamour asegurado, y por ende, cobertura de los medios de comunicación, interesados siempre en los vaivenes del clan Falcó-Preysler-Iglesias y sus satélites.
A las espontáneas respuestas de Tamara y sus divertidas salidas, hay que añadir otro dato que llamó la atención de los presentes en el último evento público de la única hija en común del marqués de Griñón (82) y la reina de corazones. Tamara Falcó se presentaba el pasado lunes en el Palacio de Carlos María de Castro con un aspecto diferente, una luminosidad excesiva en su rostro e incluso la posibilidad de haber pasado por boxes para hacerse unos retoques. Recursos médicos en el cuidado de su imagen y su piel a los que su madre es asidua y así lo ha confesado ella misma en un sinfín de ocasiones.
Ante la duda, JALEOS ha consultado con una experta, la doctora Barba Martínez, si el rostro de Tamara es natural o por el contrario ha recurrido a la cirugía o la medicina estética para presentar un semblante tan distinto desde su última aparición. La cirujana ha respondido que "efectivamente, Tamara Falcó también ha sucumbido a los retoques estéticos y en su cara lleva varios tratamientos a tener en cuenta. Lo que más llama la atención es el aumento de pómulos. Lo más frecuente es que se haya tratado con ácido hialurónico por la inmediatez de sus resultados y por el aspecto natural con el que se suele responder. El precio, unos 500 euros. Para el aumento de pómulos también existe la posibilidad de instalar una prótesis malar, algo que requiere ingreso hospitalario ya que es una intervención quirúrgica. El precio, algo más de 4.000 euros".
Pero, ¿es el único retoque que se ha hecho Tamara? "No, Tamara también lleva toxina botulínica (bótox) en la frente, entrecejo y en las patas de gallo. Su precio, 500 euros. Además, ha recurrido a vitaminas faciales para aportar luminosidad a la piel del rostro. El precio son 300 euros por sesión".
La obsesión de Tamara con la imagen
Lo que hoy es el rostro, ayer fue el cuerpo. Tamara Falcó lleva algo más de dos años luchando contra su propia naturaleza y una enfermedad que ella misma se atrevió a ponerle nombre: tiroides. Lo cierto es que a finales de 2016 la presencia de Tamara Falcó en los Prix Marie Claire de la moda, donde recibía el Premio a Icono del Año, sorprendió por su espectacular cambio físico.
Su cuerpo esbelto, incluso en ocasiones demasiado delgado, pasó a ser algo más voluptuoso; y ante eso, explicó: "Tengo un problema de tiroides que, aunque ya estoy poniendo todo para solucionarlo, es largo y pesado. En un primer momento me agobió bastante pero luego he aprendido a amar las curvas femeninas".
Meses más tarde, en el verano de 2017, Tamara ingresaba junto al novio de su madre, Mario Vargas Llosa (82), en la clínica Buchinger-Wilhelmi de Marbella, en la que se sometió a un tratamiento con el que recuperó su estado físico anterior casi al completo. Este verano ha hecho exactamente lo mismo que el anterior: ha ingresado junto a su madre y el Premio Nobel de Literatura para desintoxicarse de los excesos acumulados de todo el año.
El prestigioso centro de ayuno terapéutico está al alcance de los bolsillos más pudientes. Por veintiún días bajo supervisión médica los pacientes del exclusivo establecimiento pagan entre 5.500 y 34.000 euros. No obstante, existen programas más cortos: de 10 días, entre 3.000 y 17.400 euros o una semana completa por 2.500 o 12.700 euros dependiendo de las actividades o la habitación, si es 'simple' o 'suite'.
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