Me gustaría saber cuántas personas sintonizaron este miércoles El Hormiguero con Albert Rivera (39 años) como invitado para conocer sus pormenores políticos o sus novedades en campaña electoral. Sí, no me engaño; seguramente bastantes personas, pero, con la misma seguridad, también hubo una parte de España que se quedó en Antena 3 por aquello del morbo. Al menos, yo lo hice por eso, qué le vamos a hacer. Estaba ansioso por presenciar ese momento histórico en el que Pablo Motos (53) lanzara al líder de Ciudadanos la pregunta del millón, esa que todo buen presentador, en su situación, no dejaría escapar ni loco, esa que se respira en el ambiente: Y con Malú, ¿qué tal? ¿Qué hay de verdad?
Claro, yo, que me conozco el tema, no me esperaba el percal, así a bocajarro, nada más comenzar el programa. Sabía, como bien anunció el presentador durante la visita de Pablo Iglesias (40) el pasado martes -ay, todavía no me he recuperado de la tensión que se vivió en ese plató-, que estas entrevistas con líderes políticos están dirigidas a informar a los españoles sobre las elecciones generales del 28 de abril. Por tanto, no es de extrañar que el espacio comenzara con política en vena. Albert, muy diplomático él, respondía cada una de las preguntas de Motos, y yo en casa me mordía las uñas. Venga, venga, que llegue el momento ya, por Dios. Pero ese momento no llegó: Pablito no le preguntó por Malú (37), ni directa ni indirectamente.
Malú, ¿quién es esa? Parece que a Pablo no le resultaba interesante o prioritario esa cuestión, parece que al presentador las vertientes personales no le interesan en exceso. Aunque, un momento, ¿es eso verdad? ¿Se ha comportado Pablo igual en todos los casos? Echemos la vista atrás. Si bien a Albert y a Pablo Iglesias les ha interpelado, así como de puntillas, por sus hijos -anoche morí de amor con las palabras de Rivera sobre su hija-, lo cierto es que no siempre Motos se ha mostrado tan respetuoso con la vida privada de sus invitados. Como prueba, Susanna Griso (49), invitada estrella del programa un montón de veces y a la que somete, con frecuencia, a un tercer grado a través de batería de preguntas que poco o nada tienen que ver con la profesión. De hecho, con Susanna no ha sentido reparos en exponer sin medias tintas la cuestión amorosa cuando le ha venido bien.
¿Que no se lo creen? Un ejemplo: en 2016 la presentadora de Espejo Público acudió al programa y Motos, qué cosas, arrinconó un poquito el tema laboral para volcarse de lleno en un test personal sobre Griso. "Y a tu chico, ¿cómo lo conociste?", soltó Motos. Cómo hemos cambiado, hombre. Con lo fácil que hubiera sido: Albert, ¿cómo conociste a Malú? Entonces, ¿en qué quedamos, Motos? ¿Por qué a unos sí y a otros no les preguntas por cuestiones personales? ¿En qué criterios te basas para hacerlo? Quiero creer que no es una cuestión de género, prefiero descartarlo. El caso es que, lo que es un hecho, es que a Albert Rivera lo has dejado irse sin hacerle esa pregunta que España te pedía, te imploraba. Si no España, ¡el sentido común!
Lo siento, Motos, pero tengo que decirte que has sido un cobarde este miércoles. Sinceramente, me esperaba más de ti, de la charla con Rivera. Tienes tablas en esto de la televisión como para, incluso, haber preguntado sin preguntar, como bien sabes hacer en otras ocasiones, ¿por qué en esta no? Ah, y otra cuestión: se dice y se comenta por ahí que has estado más suave con Albert en comparación con la entrevista aguerrida que le hiciste a Pablo Iglesias. ¿Es verdad o son solo las malas lenguas? Lo que está claro es que la entrevista con el líder de Ciudadanos ha sido un paseíto en barca en contraste con la de Iglesias, al que, más que preguntar, parecías acuchillar. Ay, qué decepción más grande. ¿Tampoco caíste en ponerle a Albert una canción de Malú, así subliminalmente?
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