Cuando Elizabeth Taylor fue excomulgada por el Vaticano e injuriada por las Ligas de Decencia por retozar con Richard Burton en la cubierta de un yate en 1962, el escándalo acaparó las portadas de las revistas y diarios de medio planeta. El paparazzo Marcello Geppetti fue quien los cazó y se hizo de oro. Las dos estrellas estaban casadas y, tras aquel emblemático robado, se divorciaron de sus respectivos cónyuges para casarse en años venideros en dos ocasiones.
Hace 60 años, Federico Fellini estrenó La dolce vita. Este clásico internacionalizó la palabra que él había inventado durante el rodaje: paparazzo. Gracias a estos profesionales de la fotografía comenzó el proceso de desmitificación de los personajes (actores de cine, reyes, princesas, deportistas) para acercarlos al común de los mortales. En la Roma de aquella época los paparazzi -plural de paparazzo- más reconocidos fueron Tazio Secchiarolli, Felice Quinto, Elio Sorci, Arturo Zavattini o Pierluigi Praturlon. Ellos vivieron y provocaron cientos de anécdotas.
Lo más gracioso de esta historia es que la protagonista de la película, Anita Ekberg (inmortal en su escena en la Fontana de Trevi), no soportaba que la fotografiaran sin su consentimiento. Por ello, en una de aquellas ocasiones no dudó en atacar a los paparazzi disparándoles flechas con un arco. Ava Gardner mantenía un romance con Walter Chiari y cuando les pillaron besándose, el actor persiguió a Secchiaroli para pegarle. El exrey Faruq de Egipto se encontraba en el Café de París de la vía Venetto acompañado de varias jóvenes de dudosa reputación. Al ser fotografiado, se mostró agresivo e intentó golpear al fotógrafo sin éxito, ya que en aquella época pesaba unos 140 kilos.
Pero no siempre los paparazzi fueron enemigos de los famosos. Sean Hepburn Ferrer (59 años), único hijo de Audrey Hepburn y Mel Ferrer, cuenta a JALEOS que su madre fue amiga de Praturlon "para que no le sacaran con los ojos cansados o con la luz mala de la calle. No quería que se traicionara la imagen que la gente tenía de ella. De hecho, nos hizo muchas fotos familiares".
Lo mismo hicieron Sofía Loren (85) con Secchiaroli, que se convirtió como un miembro más de la familia, o Claudia Cardinale (81), que intimó tanto con Sorci que le confesó el secreto mejor guardado hasta ese momento: le presentó a su hijo cuando todos creían que era su hermano pequeño (el niño había sido fruto de una violación). La actriz era tan amable que incluso llegó a comprarle un chaquetón a María, esposa del fotógrafo.
Otros famosos eligieron otra opción, como Amanda Lear (80). La exmusa de Dalí y reina del espectáculo europeo, sabía muy bien cómo funcionaba el show business. Hace unos años, confesó que "si no quieres que te pillen no has de acudir a ciertos lugares. A mí me encanta tomar el sol en la Costa Azul y sé a lo que me expongo, por eso, como sé que siempre hay fotógrafos, meto la tripa y siempre salgo estupenda".
Otros VIP no fueron tan condescendientes. El americano Ron Galella (89) se convirtió en una pesadilla para Jacqueline Kennedy, que protegía su intimidad hasta límites insospechados. La viuda del expresidente de Estados Unidos y de Onassis acabó tan harta que sentó un precedente judicial al conseguir una orden de alejamiento para ella y sus hijos, Caroline (62) y John John. El fotógrafo no podía acercarse a menos de 45 metros.
Una situación que aún colea en Hollywood ya que otras estrellas como George Clooney (58), Jennifer Garner (47), Halle Berry (53) o Arnold Schwarzenegger (72) quieren que la ley les proteja al ciento por ciento. De hecho, cuando Arnie fue gobernador de California, logró que en el 2009 se aprobara una enmienda para que las celebridades tuvieran facilidades para denunciar a los medios que atentaran contra su privacidad.
En España, dos de los mayores escándalos los protagonizaron Lady Di y Marta Chávarri (59). En 1994, la princesa de Gales estaba en Mijas y le pillaron haciendo topless en la piscina del hotel. La revista ¡Hola! las compró por 1,2 millones de euros para no publicarlas y, de esta manera beneficiar a Diana. Pero el entonces director de la revista, Eduardo Sánchez Junco, había hecho la mejor operación de marketing de su historia. Logró que la royal exhibiera Hello! (versión inglesa de la edición española) bajo su brazo cuando bajaba las escalerillas de un avión.
Con respecto a Marta, bisnieta del conde de Romanones, en 1989 la revista Interviú publicó un reportaje de la socialité sin bragas, al tiempo que se corroboraba los rumores de su relación sentimental con el empresario Alberto Cortina (72). Aquel affaire provocó que ella se divorciara de Fernando Falcó, marqués de Cubas (80) –hermano de Carlos, marqués de Griñón, segundo marido de Isabel Preysler (68)- y que él hiciera lo propio de la multimillonaria empresaria Alicia Koplowitz (65).
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