Quique Jiménez (43 años), el conocido reportero de televisión rebautizado como Torito que se dio a conocer en programas tan emblemáticos como TNT, ha desvelado este domingo en el espacio de Emma García (47), Viva la vida, donde colabora, que sufre una enfermedad crónica y letal desde hace 15 años. El showman, que casi nunca ha hablado de su vida personal e íntima, ha accedido a someterse a La escalera de las emociones, la sección del espacio dirigido por Raúl Prieto.
Torito, más allá de hablar del confinamiento que ha pasado junto a su hijo, de sus dudas profesionales -ha llegado a asegurar que después de 18 años le gustaría que Mediaset confiara en él para proyectos más ambiciosos- y de su bonita historia de amor con su marido, el colaborador sorprendía al público al confesar, entre lágrimas, el miedo que siente por una enfermedad crónica y letal que sufre.
"Solo lo sabe mi madre, mi padre, mi hermana y mi marido, pero creo que ha llegado el momento que tiene que saberlo la gente. A veces es muy difícil hacer reír a los demás cuando tu corazón solo quiere llorar. Hace 15 años me levanté y me fui al súper, un lunes normal. Compré dos bolsas de comida y me fui para casa, pero por el camino no podía caminar ni respirar. Me tuve que sentar en un banco y no había manera. Llamé a un taxi y me fui a Urgencias", ha comenzado su relato ante el silencio de los compañeros y la emoción de Emma García.
Y ha proseguido: "Me ingresaron de lo mal que me vieron. Estuve más de dos semanas ingresado y a partir de ahí me convertí en un enfermo crónico de una de las enfermedades más letales. Llevo 15 años. Estoy bien de salud porque tengo un montón de reconocimientos médicos y tomo pastillas. Solo lo cuento para que sepáis que todos tenemos nuestras mierdas en casa que no contamos. Tal vez para otros hacer lo que yo hago es lo más fácil, pero para mí es muy difícil. Pero, bueno, decir que estoy controlado y es algo que tengo súper asumido. Me sabe mal porque me va a hacer preguntas el resto de la familia y nadie lo sabía. Tengo que dar las gracias al hospital Jiménez Díaz y quiero dejarlo aquí". Para terminar, ha dejado patente lo que sigue: "Quería que hoy no me vierais como un bufón. En mi interior necesitaba contarlo". Las redes sociales se han inundado de mensajes de ánimo para el colaborador.
Su lado menos conocido
En 2017 el reportero más carismático de la pequeña pantalla publicaba su autobiografía, Ácido, en la que revelaba detalles de su infancia y de sus inicios en el mundo audiovisual, aunque lo más revelador se encontraba en los capítulos finales en los que se desnuda en el terreno más personal y habla de la paternidad junto a su marido y las dificultades que vivió por 'salir del armario' ante su familia.
Para el menorquín fue un auténtico drama enfrentarse a sus padres, aunque era consciente de que tarde o temprano tendría que hacerlo. En aquel entonces Torito era colaborador del programa Vitamina N, un espacio que arrasó en la cadena autonómica de Cataluña, y que ponía como excusa cada vez que veía la mínima posibilidad de que hubiera un encuentro con sus padres: "Era un propósito de vital importancia desplazarme hasta allí para contarles una cuestión transcendental para mi porvenir, pero el miedo a moverme en arenas tan movedizas y desconocidas dimanaba que cuando había una minúscula oportunidad de viajar, plegase velas en busca de una excusa aparente."
Siempre adoró a sus padres y de hecho, su biografía está repleta de halagos a la educación que le profesaron a él y a su hermana y al amor que recibió desde su infancia. La relación entre Torito y sus progenitores mantuvo un estrecho lazo incluso cuando voló de la isla a la península para ponerse a trabajar en televisión y mantenían el contacto constantemente. Por eso, el propio reportero no oculta en el libro el complicado dilema interior que vivió al esconderles tal secreto: "Tenía un cómputo demasiado prorrogado con mis padres, después de todo lo que había batallado a mi favor no se merecían que les siguiera ocultando algo tan sólido para mí. Sentía que les estaba defraudando [...] Ya no les cogía sus llamadas [...] tal vez por vergüenza de no disponer de las agallas y la entereza necesaria para darles una merecida descripción".
Pero al fin, meses de después, tuvo que dar el paso. "Vinieron a Barcelona a visitarme y me sinceré", pero intentó alargarlo lo máximo posible una vez más. Llevó a sus padres a un restaurante y horas más tarde cuando ya estaban en casa vio la ocasión de contárselo aunque de forma muy peculiar: "Le dije a mi madre que no me encontraba muy bien, que por favor viniera a mi cama porque quería hacerla partícipe de algo". Se sinceró primero con Pilar, su progenitora, quien se preocupó en un primer momento al ver el misterio que le daba su hijo al asunto: "Mamá hace demasiado tiempo que tengo que contarte algo, siento no haber tenido el arrojo para habértelo dicho antes", empezó a contarle Torito entre sollozos. "¿Qué te pasa, Quito? ¿Por qué lloras? Me estás preocupando [...] Si tienes un problema con las drogas, nosotros te ayudaremos a salir de eso y curarte.", a lo que rápidamente el menorquín respondió: "Mamá, no soy drogadicto, soy homosexual".
Ante la contundente respuesta, su madre contestó con la ternura y la aceptación que Torito jamás había imaginado que recibiría: "Pero hijo, no tienes que sollozar por eso, no es una enfermedad. No te permito que derrames ni una lágrima por ser gay". Su hermana y su padre lo aceptaron de idéntico modo, "aquí estamos para todo lo que necesites". El televisivo Quique plasma en su autobiografía lo afortunado que se siente de tener una familia como la suya: "No modificaron ni una sola coma de cariño hacia mí, aunque se sintieron condenados por no haber intuido absolutamente nada".
Nathan, su hijo
En octubre de 2016, Torito abandonaba su trabajo en el programa ¡Qué tiempo tan feliz! confesando, entre lágrimas, que lo hacía para cumplir uno de los sueños de su vida: ser padre. Con el humor que caracteriza al reportero, relató ante una ilusionada María Teresa Campos que pese a no saber cómo llamarlo en primera instancia "podría llamarlo 'Altagama' porque me ha costado como un coche de lujo".
Siempre celoso de su vida privada, el también colaborador de Telecinco declaró haberlo mantenido en secreto, entre otras cosas, porque en el proceso, la madre gestante, una mujer anónima del estado de California (Estados Unidos), perdió un primer bebé. "Cuando vino Ricky Martin (48) al programa y habló de sus hijos, yo después fui a su camerino y le di las gracias por hablar del tema con naturalidad. Después de eso, me llamaron y me dijeron que habíamos perdido el niño". En toda aquella época de ilusión, esperanza y ahorro (confesó que dejó de ir a Telecinco en taxi para hacerlo en transporte público) siempre estuvo a su lado Raúl Jiménez, un sevillano con el que empezó una relación hace más de una década y con quien contrajo matrimonio hace ocho años.
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