El pasado 6 de abril, Sara Carbonero (37 años) e Iker Casillas (39) rubricaban de forma oficial su divorcio. Tal y como adelantó JALEOS, el ya exmatrimonio fue visto en los juzgados de la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón. Ese día, Sara e Iker separaron sus vidas en lo que a la legalidad se refiere. Ambos solteros, y sin ningún tipo de compromiso, están iniciando sus nuevas vidas, siempre con la discreción por bandera y la buena sintonía de cara a sus dos hijos, Martín (7) y Lucas (4). Así estaban, ya más alejados del foco mediático tras el tsunami informativo, cuando la salud de Iker volvía a convertirse en titular de portada de revista esta semana.
El pasado 28 de abril, tres días antes de que se cumplieran dos años de su infarto, el exfutbolista sintió un fuerte dolor y el corazón acelerado mientras disfrutaba de una partida de pádel. En ese momento, y dado su historial médico, se desplazó al Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, acompañado de un amigo. Allí permaneció en urgencias, sometiéndose a varias pruebas que permitirían comprobar cuál era su estado de salud y descartar cualquier dolencia. Todo quedó en un susto e Iker volvió a casa.
Esa es la versión de la revista que abordó el tema, pero este viernes Casillas ha emitido un comunicado en el que ha aclarado que tan solo sufrió un "ataque de alergia". Nada que ver con una "recaída" ni relacionado con el infarto que sufrió. Ahora bien, ¿cómo se tomó esta noticia Sara Carbonero? Según deslizan desde su entorno laboral, fue Iker quien se lo comunicó.
Precisamente, y a la luz de la repercusión y el comunicado posterior, puede que parar evitar alarmas innecesarias. Se le agolparían a Sara, no obstante, los recuerdos de ese 2019 tan trágico para ellos, con el cáncer de ovarios que se le diagnosticó a ella y el infarto de él. "Para Sara, desde aquello, no hay cosa que más le preocupe que la salud de los suyos", se informa a este medio. Sin duda, un año marcado en rojo en sus calendarios vitales. Insiste quien bien lo sabe que Sara e Iker se llevan "estupendamente" en la actualidad: "Es que la gente se piensa que es un tópico, pero hay cordialidad. Iker tiene las llaves de casa, como siempre".
Todo en orden entre ellos. No obstante, mediáticamente han regresado las turbulencias. En el programa Sálvame ha salido un nuevo testimonio que pone en jaque la fidelidad de Iker Casillas durante su matrimonio con Carbonero. Otra mujer más, de las muchas que han dado el salto mediático desde la separación. Esta mujer se llama Nadia Alexandrova, una joven búlgara. La particularidad de este testimonio es que Alexandrova fecha la supuesta infidelidad de Iker justo en el annus horribilis, 2019. Y lo cerca más: su presunto affaire tuvo lugar, según ella, tras comunicársele a Sara su enfermedad.
El espacio Sálvame asevera tener pruebas de que aquello existió. Este periódico, por su parte, se apoya en otra fuente que lo desmiente de pleno. Se trata, en su versión, de "otra más que quiere subirse al carro". En esa línea, Iker Casillas se ha pronunciado hace unas horas, vía comunicado. El exportero, aparte de subrayar el "daño irreparable" que se le está realizando, ha aprovechado para desmentir de pleno a esas personas "que se inventan historias relacionadas conmigo". Y advierte que se tomarán todas las medidas legales que se estimen pertinentes: "Las informaciones falsas sobre mi persona se demostrarán en los tribunales".
En otro orden de cosas, se desliza a este medio que Sara no está tan mal ni destrozada con las apariciones de estas personas en televisión. Ella "sabe perfectamente quién es Iker" y está "tranquila". Solo habla de sus sentimientos más reales y profundos con su círculo más íntimo, reducidísimo, y "toda persona que salga ahí diciendo que es una amiga íntima de ella miente". Se insiste a modo de cierre: Sara ha querido dejar atrás todo con el divorcio, borrón y cuenta nueva. Lo vivido y sufrido, en el pasado y en el corazón.
Divorcio y nueva vida
Sara e Iker firmaron el divorcio de mutuo acuerdo y, mientras que Sara se quedará con la custodia de los dos hijos que tienen en común, Iker tendrá que hacer frente a todos los gastos derivados de la educación de los mismos. Unos términos para los que ninguno de los dos ha puesto el menor impedimento. Ni en lo tocante a lo económico ni en lo que concierne a la custodia, que contará con una flexibilidad máxima en el régimen de visitas para que el padre pueda disfrutar de la crianza de los pequeños. Una separación de lo más civilizada y que coincide con los gestos que se siguen dedicando en las redes sociales, a pesar de que su historia de amor esté rota.
Ese no es el único cambio en sus vidas. Iker se ha instalado en un ático de lujo en la urbanización La Finca, en Pozuelo. El mostoleño vive muy cerca del chalé donde Sara permanecerá con sus hijos -el mismo en el que fijaron su residencia antes de su marcha a Oporto por cuestiones laborales de él-. El que fuera portero de la Selección Española recoge muy temprano a los niños cada día para llevarlos al colegio.
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