"La habéis visto, ¿no? ¿Qué más puedo decir? La habéis conocido durante muchos años, con su personalidad... Bueno, las cosas ya no son como eran y ya está", aseguraba Terelu Campos (56 años), desconsolada y llorosa, este pasado fin de semana en el programa Viva la vida tras emitirse unas imágenes de su madre, María Teresa Campos (80). Acompañada de su fiel chófer y mano derecha, Gustavo Guillermo, la imagen de la presentadora sorprendía al tiempo que preocupaba por su aspecto físico.
Sin maquillar, malhumorada, cabizbaja, agarrándose a Gustavo, y con el cabello menos cuidado que en otras ocasiones -de hecho, se le apreciaba un mechón blanco-, Teresa Campos hacía llorar a su hija en directo y su nieta, Alejandra Rubio (21), se tapaba la boca del asombro. No son buenos tiempos, y Campos lo refleja y exterioriza.
María Teresa atraviesa un duro momento personal, añadido al paso entendible del tiempo y la edad. Desde que Edmundo Bigote Arrocet (71) regresó a España para enrolarse en un reality, y desvelar detalles de su ruptura sentimental, la presentadora sortea las preguntas de la prensa y se muestra irascible y menos vigorosa en las contadas ocasiones en que sale de su casa para atender diligencias. Son tiempos complicados, de asedio mediático, en los que el cómico no desaprovecha la oportunidad para desmentir a la familia Campos y descubrir su versión sobre lo que pasó durante esos seis años de amor al lado de la mítica presentadora.
Sea como fuere, aciagos momentos que acontecen, puede, en la etapa más difícil y deslucida de María Teresa Campos, retirada de la televisión, sin trabajo, con una ruptura lacerante y habiendo cumplido los 80 años. Sumado, todo ello, al ictus que sufrió en 2017. De un tiempo a esta parte, la salud de Teresa Campos preocupa a sus hijas y a su entorno más cercano. Todos están pendientes de ella; su ánimo está bajo. Hace un tiempo, EL ESPAÑOL pudo conocer, de la mano de una fuente bien informada, que María Teresa vive sus días más alicaídos.
Ya lo demostró este pasado verano, cuando interrumpió sus vacaciones en Málaga de forma improvisada y volvió a Madrid. No tenía ganas de verano. También sorprendió a propios y extraños cuando cumplió 80 años y salió a atender a los medios sin maquillar, habiendo sido Teresa Campos siempre tan coqueta y pendiente hasta el detalle de su afeite personal. Este pasado fin de semana, en el programa Viva la vida, veían la luz las últimas imágenes de Teresa. Al ser preguntada por la exclusiva que dio Bigote, en la que aseguraba que le había prestado 50.000 euros, Teresa esquivaba el micro: "Contéstales, Gustavo".
Y sostenía, mientras su chófer la ayudaba a entrar en el coche: "Mejor no contestar a esa... ni creo que lo haya dicho (Bigote). Me da lo mismo, que diga lo que quiera". Una vez sentada en el vehículo, la malagueña insistía en que hablase su 'segundo hijo': "¿Sabéis lo que tenéis que hacer? Decir que vaya este señor a hablar... Pero no en la calle, en la calle no". El aludido, Gustavo, no descartaba defender el honor de su jefa: "Lo mismo, sí hablo". "Por supuesto que sí, porque él sabe absolutamente todo de la relación", daba Teresa por terminada la conversación.
A la vuelta del vídeo, Terelu Campos rompía a llorar: "No me entendéis, desgraciadamente hay mucha gente que no me entiende y se me demuestra que no se me entiende. A mí lo único que me importa es su sufrimiento, no el mío. El mío me trae sin cuidado. Me da igual". Sobre cómo se puede parar este alud mediático, la colaboradora mostraba su impotencia: "Yo no lo sé, ojalá tuviera armas, porque las emplearía. La estáis viendo, ¿qué más puedo decir?".
En ese momento, su hija, Alejandra, salía al paso y ayudaba a su madre: "Mi abuela tiene 80 años, fin, se ha acabado. La habéis visto, ¿no? Basta ya con la broma, que sí, que aquí estamos todos en la televisión, pero un poco de respeto. Ella no ha dicho nada, ha dicho que no tiene nada que decir de ese señor".
Terelu sostenía al cabo, a modo de reflexión: "Hay cosas que no han estado en mi mano, eso tenedlo por seguro. Que no han estado en mi mano. Y desde el momento en el que yo intento tener un mayor control, creo que no ha vuelto a ocurrir, ¿no? Ella tenía ese control, la responsabilidad es de ella. Me parecería injusto hacer responsable a alguno de nosotros porque la habéis conocido durante muchos años, su personalidad... Bueno, las cosas ya no son como eran y ya está".
Conoce Gustavo muchos secretos de Bigote que lo podrían dejar en mal lugar. Su testimonio es muy valioso. Su silencio, también. La venta de su casa de Molino de la Hoz, por la que Campos se embolsa 2.500.000 euros, es casi la única alegría que tiene María Teresa en estos momentos. Al ruidoso retorno de Bigote se suma la guerra que libran sus hijas y su nieta. Un enfrentamiento real y duro, que empezó siendo televisivo, pero que ya está cohabitando con las protagonistas.
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