La nueva vida de Sandra, la hija del marqués de Larios: su trabajo y una muerte que le han 'ocultado' hasta ahora
Según confirma EL ESPAÑOL, Fernández de Villavicencio ha encontrado la estabilidad tras el sonado desahucio al que la sometió su padre en 2018.
6 octubre, 2021 01:20Noticias relacionadas
Fue el 17 de abril de 2018 cuando el marqués de Larios, José Carlos Fernández de Villavicencio y Eleta, desahuciaba a su hija y su nieto de la casa de La Moraleja donde hacían vida. Después de varios litigios entre padre e hija y de la intentona de lanzamiento previa, Sandra Fernández de Villavicencio (32 años) tuvo que abandonar la que había sido hasta entonces su casa. EL ESPAÑOL estuvo presente. Desde entonces, Sandra ha tenido que empezar de cero junto a Kenzo, su hijo, que acaba de cumplir nueve años.
La última información que se conocía de ellos fue en 2019, cuando Fernández de Villavicencio informó a este periódico de que su padre había derruido la casa de La Moraleja para levantar una nueva. "Se están montando un caserón", deslizó entonces. En la actualidad, la joven vive en un piso en Madrid y, tres años después de aquel altercado que cambió su vida, puede decir que ha alcanzado la estabilidad. Al menos, a nivel laboral. Hacía tiempo que Sandra buscaba trabajo con escaso tino. Ahora, su presente es otro muy distino y favorable.
"Trabajo en la moda. Me encargo de vender una marca a Estados Unidos. Me mantengo ocupada con eso", asegura en conversación con este periódico. Su hijo Kenzo, además, está sano tras superar unos problemas de salud. "A raíz de todo esto que hemos pasado, ha tenido un par de problemas; tiene un tic nervioso en los ojos y un problema en el corazón. Se queja de dolores en el corazón desde hace tres meses. Hemos estado de médico en médico, pero finalmente me han dicho que debe ser por el estrés que ha pasado. La verdad es que Kenzo es muy fuerte, aunque tenemos ahora una revisión por si acaso", sostenía la hija del marqués en 2018.
Fue un tiempo complicado de pruebas médicas que se superó. Hoy, "está súper mayor" y hecho todo un hombre. Aprovechando la llamada que este medio le realiza, Sandra Fernández de Villavicencio informa sobre un fallecimiento que desconocía hasta la fecha, el de su abuelo paterno. "Falleció hace dos veranos. Se cayó por la noche en el baño y no lo encontraron hasta el día siguiente. No lo hicieron nada público en su momento. Fue todo muy callado, igual que la herencia. No se lo dijeron a nadie ni lo publicaron en ningún sitio", asegura Sandra.
Puntualiza que su abuelo fue el fundador de la constructora Vallehermoso, amén de "dueño del hotel Villamagna y de la ginebra Larios". Según la versión de Sandra, la mujer de su abuelo "sigue viviendo en La Zagaleta", en Málaga. El año pasado, Sandra vio cómo su padre destruía la que fue su casa toda la vida. "Me acabo de enterar y estoy un poco en shock. En las demandas claramente ha alegado que necesita la casa para venderla y sobrevivir", se desahogaba entonces. No entendía Fernández de Villavicencio cómo alguien como su padre, que pretexta cobrar 2.000 euros al mes y no poder hacer frente a más gastos, es capaz de levantar una casa prácticamente de cero como lo está haciendo. "Te puedo garantizar que las obras son un préstamo bancario, siempre hacen eso", deslizó.
Pese a que este periódico se desplazó hasta la casa, no pudo ver los avances porque una inmensa valla verde lo impedía, pero se apreciaba cierto movimiento y unas bolsas en la acera con restos de hierba de jardín. Así, se dio a entender que las obras se produjeron de manera discreta y sin grandes aspavientos: "Están arreglando el jardín y hace un tiempo me dijo un familiar que tiraron la caseta de madera que tenía". Por más que quiera, no puede olvidar el daño que su padre le ha infligido no solo a ella, sino también a Kenzo, que tuvo que irse de casa a los 6 años y sin entender por qué.
Su madre batallará hasta el final; por eso, puso la situación en manos de sus letrados y está dispuesta a desenmascarar a su progenitor. Hacer ver que "tiene más dinero del que dice" y no cejará en su lucha por recuperar todo el dinero de la pensión que le debe, unos "100.000 euros". En este punto, aclaraba hace un tiempo Sandra cómo será la nueva vida de su padre en La Moraleja: "Sé de primera mano que los hijos van a ir al colegio Runnymede College".
Pero ahí no queda su dolor e incomprensión, según su testimonio, el marqués se desprendió de los objetos que ella había depositado en una caseta adyacente a la casa: "Ya no hay garaje y ha tirado todas mis pertenencias y las de Kenzo que había en el trastero de madera. Mis muebles y todo lo de mi hijo, que se pidió cinco días para poder retirar y no me concedieron esa petición. Lo ha tirado todo".
Así vivió JALEOS el desahucio desde dentro
17 de abril de 2018. Tras una semana en que el desahucio no se pudo ejecutar por la inesperada presencia de dos pastores alemanes que imposibilitaron la entrada, la marquesa y su pequeño tuvieron que decir adiós a su hogar y EL ESPAÑOL fue testigo desde dentro de ese difícil momento. Entonces, Sandra, ayudada por su madre Eva Frommer, pudo llevarse consigo las pertenencias más imprescindibles.
Sin embargo, la mayoría de las mismas las dejó al cobijo de la caseta que se encuentra en el jardín del casoplón. Antes de montarse en el coche, Sandra, entre lágrimas, atendió a los medios: "He pedido cinco días para poder recoger mis pertenencias que las tengo en un cobertizo y la abogada de mi padre lo ha denegado. No puedo coger lo que me pertenece y no sé dónde ir y vivir. Mi padre se ha portado como un cabrón, ojalá que saquen sus cuentas en Panamá y todas sus empresas, que va de pobre y es millonario".
Ese aciago día este medio pudo conocer todas las estancias de la casa, que estaba descuidada en algunas zonas, desprovista de todo mueble o acondicionamiento y bien cerrada desde dentro. A cal y canto; ventanas y puertas con acceso al jardín y la piscina: "No se lo voy a poner fácil, las ventanas tienen contraventa y la puerta principal es muy buena". La hija del marqués tenía claro que ella no iba a facilitar las cosas. "Si quieren entrar que tiren la puerta a la fuerza", aseguraba agarrando fuertemente la mano de su hijo y reclamando sin parar a uno de sus perros para que estuviera a su lado, protegiéndola. Sin embargo, nada -ni siquiera los varios animales que tenía a su cuidado en la casa- impidieron el desalojo final. Hoy, esa casa, su casa, ya no existe.
[Más información: La nueva casa del marqués de Larios en La Moraleja tras desahuciar a su hija: hablamos con ella]