A comienzos del mes de abril, Lidia Bedman (36 años) quiso compartir en su perfil de Instagram dos fotografías en las que aparecía junto a su marido y líder de Vox, Santiago Abascal (45). Entre ambas instantáneas había una década de diferencia, y es que con esa publicación lo que la influencer quería mostrar era el antes y el después que ha sufrido el matrimonio tras diez años juntos. Estos selfies son la prueba de cómo ha madurado su relación, pero también de cómo ha evolucionado su rostro y su aspecto físico.
En ese sentido, es inevitable percatarse del cambio corporal de Lidia, tal y como ella misma ha recalcado ante sus fieles seguidores. Esta transformación de Bedman deriva de la práctica del deporte que lleva a cabo de forma asidua y sin permitirse fallar en su compromiso con la vida sana. "En mi salsa. Quien me conoce sabe que al menos tres días me escapo al gym. Y al final acabo disfrutando, aunque no lo parezca. Y no os penséis que todos los días llego motivada. Me quejo mucho, pero salgo con el doble de energía", explicaba esta semana la influencer en su perfil público.
La esposa del líder de Vox ha compartido un vídeo en el que muestra sus avances en los ejercicios de fuerza, los más importantes para tonificar el cuerpo y para exhibir una esbelta figura. Lidia presume del peso que ahora es capaz de coger, que se ha multiplicado considerablemente respecto al que levantaba tiempo atrás.
"Eres una crack, cómo llegaste y cómo estás", le contesta Juanjo Rodríguez. Este hombre es el culpable del cambio físico de la influencer. Conocido en el mundo del fitness como Juanjo Trainer, es un entrenador personal muy reputado con una cartera de clientes muy famosos. Paula Echevarría (44), Patricia Conde (42), Carlos Latre (42), Blanca Suárez (33), Mariló Montero (56) o Toni Acosta (49) son solo algunos de los rostros del universo celebrity a los que entrena a domicilio o en sus centros de Aravaca y del barrio de Salamanca.
Estar en forma -y más con el instructor más demandado por los vip- tiene un precio. Y en este caso, los entrenamientos personales de Juanjo cuestan 60 euros por sesión. El trainer recomienda, además, que se realicen tres entrenamientos semanales para notar los efectos. Esto es lo que hace Lidia Bedman, por lo que paga 180 euros semanales o lo que es lo mismo, 720 euros al mes, para mantener su cuerpo fit.
No solo ella acude a Juanjo en busca de su mejor versión física, también Santiago Abascal tiene al entrenador entre sus gurús deportivos. Y así queda constatado en las redes sociales de Bedman donde el matrimonio posa con sus estilismos de sport para afrontar una nueva sesión que active sus endorfinas.
Su poderosa influencia
El ascenso de Lidia Bedman en las redes sociales es un asunto innegable en los dos últimos años. Fue en 2019 cuando Santiago Abascal fue nombrado diputado y entonces se fraguó una época muy agitada para el matrimonio, por lo que la influencer, que entonces rondaba los 100.000 seguidores, optó por mantener alejada la figura de su esposo de sus fotografías de Instagram. Sin embargo, 24 meses después, esa decisión ha cambiado radicalmente. Ahora resulta muy habitual ver al político en las publicaciones de su mujer.
En la actualidad Lidia posee 230.000 seguidores. Con casi un cuarto de millón de seguidores en Instagram, Bedman puede ingresar un sobresueldo muy relevante, pues muchas marcas están dispuestas a pagar por la forma natural en la que comunica. De hecho, se estima que el precio que puede cobrar por publicación se encuentra entre los 600 y los 1.000 euros, y podría superar los 2.000 euros en el caso de los vídeos.
El aumento de su poder en las redes no solo se debe a que ha sumado seguidores, ya que la influencia que ejerce en ellos también es más que evidente. Así quedó probado en la boda de Javier Ortega Smith (53), secretario general de Vox, y la mexicana Paulina Sánchez del Río el 16 de octubre. Abascal y su esposa acudieron como ilustres invitados al enlace y la influencer escogió para la ocasión un vestido de color berenjena firmado por Cherubina que costaba 280 euros. Solo dos días después, la prenda se agotó en la mayoría de sus tallas.
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