Si de algo se sintió especialmente orgulloso el cantante de Il Divo Carlos Marín en vida fue de sus raíces españolas. El artista llevó con marcado pundonor su nacionalidad por todo el mundo. Su casa, su hogar, por más giras alrededor del mundo que realizara, siempre estaba en Madrid. La capital donde se crio desde los 12 años, pese a haber nacido en Rüsselsheim, Alemania. Madrid iba siempre con él, y en el barrio Puerta de Toledo Carlos fue feliz en sus últimos años de vida.
Así lo dejó patente en enero de 2021 durante una entrevista al programa de Telemadrid Toc, toc, ¿se puede?. El barítono abrió las puertas de la que fue su casa hasta hace unos meses. Según la infomación que maneja EL ESPAÑOL, el artista vivía de alquiler y se deshizo de este inmueble por el elevado coste que le suponía al mes.
Marín fue en vida, casi con total seguridad, el cantante lírico más conocido en el mundo y el éxito nunca le dio de lado. Pese a esto, era un hombre humilde, de gustos sencillos, y el ejemplo palmario fue su hogar. Un gran ático, pero sin el derroche que se le presuponía a su nombre artístico.
"Pasad, pasad. Ya os contaré mis aventuras", recibió Marín, con su energía arrolladora, al equipo de televisión. Explicó que lleva viviendo allí "dos años y pico". Su casa, como bien decía él, estaba cargada -en algunos rincones casi se diría que literalmente- de recuerdos, de objetos que fue acumulando durante 16 años de viajes incesantes por medio mundo. Los tonos de su hogar estaban muy definidos: Marín lo apostó todo al negro, al blanco y al gris. Sus colores de confianza. "La elegancia de Il Divo", como lo definió él mismo en ese encuentro en su casa.
Hace unas horas, el vidente Rappel (76) confesó a este periódico que Carlos Marín era un hombre muy espiritual que creía en el más allá, en los chamanes y médiums. Algo que corroboró el protagonista en esta entrevista. En su salón, había esculturas muy especiales que compró en África y que guardaban un importante simbolismo para él. También presidió su salón una piedra amatista. "Creo mucho en la energía y mis piedras me la dan. Creo muchísimo en la espiritualidad". En los lugares donde vivió Marín siempre debía haber velas: "Te dan muy buen rollo y, sobre todo, buena energía. Desde pequeñito he visto espíritus y cosas".
Fue también un gran amante de las plantas y en la mesa principal de su salón había una con la maceta en color rojo. "La planta tiene que tener siempre algo rojo en la mesa", sostenía para Telemadrid. El sofá de su casa, como no podía ser de otro modo, tiene "mucha historia". En él era donde Carlos se echaba sus siestas y lo mostró orgulloso al reportero que lo entrevistó. "Lo busqué y hasta que no lo encontré no paré", sostuvo entre risas. En otro orden, deslizó Carlos que "las vistas desde aquí son alucinantes. Por eso compré esta casa. Estar en la calle Toledo y, de repente, encontrarte con un oasis y una piscina fantástica...". En ese momento, mostró la piscina comunitaria.
Carlos Marín se jactó en esa entrevista de saber cocinar, de disfrutar en la cocina, sobre todo "con las carnes". Le gustaba, además, ir al mercado y a la compra. Prueba de ello, mostró el carro con el que hacía sus recados. "La cocina no es muy grande, pero me apaño. Lo que siempre uso para cocinar es la plancha. Un filete, como mejor sale, es en la plancha", explicó. En la mesa de la cocina, con hule, no podía faltar la fruta: "Siempre como cosas naturales, siempre que puedo. La fruta me encanta". Añadió, cuando se le señaló el carro de la compra, lo que sigue: "Soy un amo de casa alucinante".
Otro de los grandes escenarios de la casa de Marín era su dormitorio. Él apostilló en la entrevista: "Si este dormitorio hablara... Es como cuando dices lo de 'lo que pase en Las Vegas se queda en Las Vegas. Aquí pasa igual: no os cuento".
Acto seguido, Marín enseñó su "culto especial", una suerte de altar en su mesita de noche, con la biblia incluida: "Aquí tenemos la parte católica y cristiana. Aquí está la medalla de San Benito, la Biblia... Tengo una cruz y la Biblia está bendecida por el papa Francisco (85). Más que leerla, lo que sí hago es algo que me enseñó un cura. Me dijo 'si tienes alguna duda alguna vez, haz una pregunta y abre cualquier página y podrás leer la contestación al problema que puedas tener'. Y me funcionó alguna vez".
En la pared estaba colgado un corcho, y Marín detalló que tiene que ver con el budismo: "Aquí pone 2020, las cosas que quería hacer y se han pospuesto. Aquí pone 2021, voy escribiendo todo lo que quiero que se realice en mi vida. Practico la ley de la atracción". También exhibió, en esa línea, un billete donde pone la cantidad que él querría conseguir en su vida: 10 millones de dólares. Una figura capital en su vida fue Frank Sinatra: "El alma de Frank, que soy un fan empedernido suyo". Especial hueco ocupó en el corcho una fotografía de su exmujer, Geraldine Larrosa.
Marín nunca ocultó su preocupación y ocupación por el afeite personal y el cuidado de la imagen. Por esto, en su casa no podía faltar un gimnasio. "Sí, sí, nos cuidamos muchísimo. Ten en cuenta que la imagen de Il Divo siempre ha sido la de unos señores vestidos con el traje de Armani. Bien cuidados y siempre con tu dieta", aseguró entonces. Especial orgullo sintió Carlos por su piano, el que se compró cuando ganó el concurso Gente joven. Incluso, se atrevió a tocarlo.
Por último, para cerrar la entrevista el barítono mostró al público madrileño "la joya de la casa": su terraza. "Esto es bestial, es la parte que más me gusta de la casa. Es una pasada. Son casi 100 metros de terraza y esto por la noche, cuando hay luna llena, es alucinante". Terminó la entrevista Carlos Marín con una amplísima sonrisa y haciendo lo que mejor supo hace una vida: cantar. Se despidió del público con su mítica canción Regresa a mí.
Fue el pasado 15 de diciembre cuando este periódico informó en primicia del grave estado de salud en el que se encontraba el cantante. De acuerdo con la información a la que tuvo acceso EL ESPAÑOL, el vocalista de Il Divo permanecía ingresado en la unidad de cuidados intensivos de un hospital de Manchester.
Allí, Carlos Marín tenía su oxígeno comprometido y permaneció entubado y en coma inducido desde principios del mes de diciembre. Nada se pudo hacer, en cambio, por salvar su vida. 11 días después de su inesperado fallecimiento, los restos mortales de Carlos Marín, la voz española del grupo Il Divo, han sido enterrados en una emotiva ceremonia en la más estricta intimidad en el madrileño cementerio de La Almudena junto a los restos mortales de su padre, como era el deseo del cantante de Il Divo.
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