Bruce Willis (67 años) se ha convertido en uno de los protagonistas de la semana tras hacerse pública su grave enfermedad -afasia- y la imposibilidad de continuar con su carrera cinematográfica debido a ella. Han sido sus cinco hijas, su actual mujer, Emma Heming (43), y su exesposa, Demi Moore (59), las que emitieron este miércoles 30 de marzo un comunicado en nombre del actor para notificar públicamente su retirada profesional. Esta inesperada noticia ha copado titulares de prensa en todo el mundo, una sonada repercusión equiparable a la que tuvo su divorcio a finales de la década de los noventa.
Corría el año 1998 cuando la separación de una de las parejas más atractivas y aclamadas de Hollywood agitó con rotundidad las redacciones de la prensa rosa. Demi Moore y Bruce Willis vivieron una historia de amor envidiada por todos en las alfombras rojas de la meca del cine, y crearon una familia feliz junto a sus tres hijas. Pero el amor se acabó -aunque consiguieron mantener una fuerte amistad que aún hoy perdura-.
En medio de la revolución mediática que supuso el fin del matrimonio de dos de los actores más valorados de la industria, Willis rehizo su vida junto a una bella española que causó furor entre los paparazzi y los reporteros de la época. La joven que enamoró al actor respondía al nombre de María Bravo (54), una mujer marbellí de sonrisa perpetua y buenos modales que no tardó en ganarse a los medios con su inteligencia y su carisma andaluz.
La malagueña tenía entonces 31 años y conocía a la perfección la vida estadounidense, pues recién estrenada la mayoría de edad voló a Norteamérica por amor, ya que estaba casada con un canadiense, quien falleció de un infarto tras una década juntos. María terminó allí sus estudios en Finanzas Internacionales en UCLA, la prestigiosa Universidad de Los Ángeles, y trabajó como corredora de bolsa. Pero antes de vivir el sueño americano, a sus espaldas ya cargaba una vida muy independiente tras haber vivido en Bangkok, París, Panamá o Manila. Pero lejos de lo que pudiera creerse, Bravo no conoció a Bruce en las majestuosas calles de California, lo hizo en Madrid.
Fue en el año 1999, meses después de que el actor firmara el divorcio con Demi Moore, cuando María y Willis coincidieron en un evento en la capital española. Nada más verla, él no dudó en acercarse a la joven de espectaculares rasgos latinos: "Nos conocimos en la inauguración del Planet Hollywood de Madrid. Hablamos un rato y me pidió mi número de teléfono. 'Después te lo doy', le contesté. Pero él se puso a bailar y yo que tenía que levantarme a las siete para ir a trabajar, me fui y ahí quedó la cosa. Pero, al día siguiente, me llama a la oficina casi a la hora de comer. Comimos en un restaurante, hablamos durante tres horas, y fue maravilloso", explicó ella en una entrevista para ¡HOLA! el mismo año que conoció al protagonista de Jungla de Cristal.
La curiosa historia continúa con una inesperada llamada del actor a su oficina al día siguiente. La secretaria de Bravo le comunicó que Bruce Willis estaba al teléfono, algo a lo que María reaccionó como si fuera una broma de algún familiar o amigo. Ante su incredulidad, la joven gritó: "¿Qué coño quieres, Bruce?", convencida de que se estaban burlando de ella. Pero al escuchar la voz del actor pronunciando las palabras "I'm Bruce" le hicieron comprender que lo que estaba ocurriendo era real.
Estuvieron juntos durante dos años, y convivieron en una mansión ubicada en el glamuroso barrio de Hollywood. El hecho de que asentaran su relación supuso que las tres hijas de Willis, fruto de su matrimonio con Demi Moore, acudieran a casa de su padre a menudo y conocieran a la española. Ante esta circunstancia, María tomó las riendas y contactó con la exmujer de su novio: "Llamé a Demi Moore y le dije: 'Vamos a vernos, quiero que me conozcas porque sé que para ti, dejar a tus hijas en mis manos tiene que causarte, de entrada, miedo o recelo'", confesó a la ya citada cabecera rosa.
Ese carácter amable y su simpatía no solo sedujeron a Bruce Willis, también a los reporteros y medios que incansablemente seguían a la pareja durante su romance. María asombró a la prensa local estadounidense porque atendió a los micrófonos y las cámaras desde el primer minuto de su sonada relación. Respondía a los periodistas con una sonrisa y con calma, una actitud muy alejada del egocentrismo que reinaba entre los rostros más afamados de la meca del cine.
Tal fue el cariño con el que el público y los medios acogieron a Bravo, que tras finalizar su historia de amor con Willis continuó obteniendo un gran respeto en el panorama social y mediático de EEUU. Participó en docurealities y presentó galas benéficas. Pero la joven ya se había labrado su propio camino en el terreno laboral tiempo atrás, pues trabajó con gran éxito como asesora de inversiones internacionales, una profesión que le otorgó una importante solvencia económica antes incluso de alcanzar los 30 años de edad.
Entonces buscando su rumbo en la vida, creó una empresa de publicidad, ya que el marketing siempre fue su mayor pasión. Desde ella tiene contacto a menudo con cientos de celebrities y lleva a cabo grandes eventos con impacto directo en los medios. María confiesa que su negocio es el responsable de que pueda pagar sus facturas, pero que el 60 por ciento de su tiempo lo dedica a la filantropía.
Bravo tenía claro desde muy pequeña que cuando triunfara en su trabajo se centraría en ayudar a los que más lo necesitan, sobre todo a los niños vulnerables. Esta promesa viene derivada de su dura infancia, ya que la propia empresaria desveló que hubo una época en la que su familia y su entorno sobrevivió gracias a la organización de servicio social Caritas.
Por este motivo es presidenta de la Global Gift Foundation, una ONG que se dedica a mejorar la vida de los niños, mujeres y familias que más lo necesitan. Para dar voz a su labor, María celebra espectaculares galas y fiestas en Marbella a las que acuden algunas de las estrellas más consagradas del panorama mundial. Entre ellas se encuentra Eva Longoria (47), que es la mejor amiga de la empresaria desde que se conocieron rodando una película, hasta la mismísima Victoria Beckham (47), pasando por su paisano más internacional, Antonio Banderas (61), o Melanie Griffith (64).
Recientemente Bravo se ha adentrado en el innovador mundo virtual de los NFT, un metaverso que ha llegado para quedarse. Además, gestiona Maupy Worldwide, una sala de eventos y espectáculos en la ciudad marbellí donde se están llevando a cabo los actos más mediáticos de la última temporada.
Sin duda la malagueña es una mujer trabajadora y generosa que posee una de las agendas más deseadas del planeta debido a su contacto directo con las celebrities de Hollywood. A todos ellos los conquistó con su carisma latino y su esencia andaluza, tal y como ella misma apunta en la biografía de su Instagram: "De Marbella para el mundo".
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