La nueva vida de Alejandro, el hijo de María Jiménez, y el trabajo con el que preserva el legado de su admirada madre
Según ha averiguado EL ESPAÑOL, Alejandro ha 'paralizado' sus redes para centrarse en las de su madre, donde mantiene vivo el recuerdo de ésta.
25 septiembre, 2023 00:54Alejandro Jiménez (40 años), el hijo de la celebérrima e inolvidable artista María Jiménez -fallecida a los 73 años víctima de un cáncer de pulmón-, ha vivido un fin de semana muy emotivo, emocionante e intenso. El pasado viernes, 22 de septiembre, en el Patio de Banderas de Sevilla, con la Giralda de fondo, se celebraron los míticos Premios Escaparate, unos galardones que creó el periodista Mario Niebla y que este año cumplían su XVII edición.
Pese al dolor y el duelo por el que transita, Alejandro Jiménez asistió a este magno evento por una importante razón: su madre ha sido premiada a título póstumo. La ocasión y el escenario lo merecían: María siempre llevó por bandera su querida Sevilla. No sólo esto: no faltó ningún año a estos premios hasta el pasado 2021.
Así pues, Alejandro hizo acto de presencia, del brazo de su tía, Isabel Jiménez, la hermana de María que estuvo a su lado hasta el final de sus días. Sobrino y tía, tras la pérdida, se han unido especialmente. Son un tándem y más piña que nunca. El pasado viernes lo demostraron.
Muy emocionado, trabajando con las lágrimas para que no brotaran, Alejandro se mostró agradecido. "Estará ahora montando su fiesta en el cielo", aseguró ante los allí presentes. Cuentan a EL ESPAÑOL que Alejandro está, pese a todo, "fuerte y entero, es un hombre con una gran resiliencia".
Tiene sus ratos de debilidad y de extrañar y llorar. También de enfadarse con el mundo, pero Alejandro tiene un objetivo y razón de peso para mantenerse erguido. No sólo su pareja y sus hijos -eso vaya por delante-: el vástago de María quiere preservar el legado de su madre y que su memoria no muera.
En esa línea, está realizando una emotiva y ardua labor con uno de los proyectos más importantes en la vida de su madre. El libro que escribió la autora de Se acabó, en 2002, una suerte de memorias tituladas Calla, canalla, ha visto incrementadas sus ventas de forma exponencial en las últimas semanas.
Y ahí entra la función de Alejandro. Jiménez hijo va a hacer llegar los ejemplares firmados que su madre no pudo terminar. Y muchísimos más. Se desliza que este trabajo -estampar su sello en los libros- fue uno de los más gratificantes para María en sus últimos años.
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"Fuera de todo pronóstico, mi misión es hacer llegar estos libros a su gente, y seguir repartiendo el amor que María repartía. Yo llevo con esto -el trasiego de libros- más de 20 años en casa. En los últimos cuatro años monté la web y mi misión es esa: hacer llegar a la gente la historia de María y que más y más personas la conozcan. Ella era una mujer muy transgresora", explica Alejandro en uno de los vídeos que ha colgado en el perfil de Instagram de su madre.
-Cabe puntualizar que en las últimas semanas, Alejandro ha tomado, además, una decisión importante: paralizar temporalmente sus redes personales para volcarse en las de su madre y, de este modo, que su figura siga viva-.
Detalla Alejandro, con respecto a la distribución de los libros, que María hace más de 30 años se creó un sello con la forma de sus labios y lo estampaba siempre que le pedían un autógrafo.
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Sobre el contenido de esa obra revolucionaria, rompedora, libertaria que escribió María Jiménez en los inicios de la década de 2000, Alejandro reflexionó hace unos días: "Esto es una revolución que ella empezó hace 21 años. Este libro está dedicado a todas las mujeres que quieren ser libres".
Y añade Alejandro en su exposición una cita muy especial: "¿Qué pasó? ¿Por qué pasó? ¡Déjame que viva yo sin perdón y sin rencores! Porque por más que me llores, ¡lo nuestro ya se acabó! Es un poema que le encantaba a mi madre, de Manuel Benítez Carrasco. Mi madre era muy fan de él".
Cuenta a EL ESPAÑOL la fuente consultada que Alejandro Jiménez va a velar por la figura de su madre como el heredero universal en que se ha convertido de ella. Así lo dejó decretado en vida la eterna María Jiménez. La nueva vida de Alejandro a partir de ahora girará en torno a preservar el vasto legado de su legendaria progenitora.
Alejandro no está solo en este duro trance: su pareja Danae es su principal bastón en estos momentos, amén de su querida tía Isabel. El vástago de la artista, fruto de la historia de amor de ésta con Pepe Sancho, atendió a la prensa el mismo día que su madre murió. Sus palabras emocionaron a propios y extraños: "Gracias por estar aquí. Ha sido un disgusto, no nos esperábamos que esto fuera a pasar tan rápido. Ella no ha sufrido, ha tenido una muerte digna. El verano había ido estupendamente. Lo hemos pasado de miedo".
En esa línea, el hijo de María Jiménez pidió al público que "brinde por ella y escuche su música" para entender la obra de una artista que "ha llegado al nirvana de su profesión, que es lo más bonito, y encima lo ha compartido".
Detalló Alejandro, además, que la artista "no se ha enterado" de los últimos momentos de su vida, ya que llegó a Sevilla procedente de su casa de Chiclana (Cádiz) hacía un par de días, y "ayer estaba bromeando con su hermana cuando fue a hacerse el TAC", una visita al médico a la que "se resistía".
"No nos hemos enterado ninguno, yo tampoco", aseveró Alejandro, que añadió que su madre "ha pasado el verano feliz junto a sus nietos, que es lo que quería". María murió. "Fue empeorando, empeorando... Y ahí se quedó. A las 00:47 fue. Parece que estaba esperando a que llegara su hijo. Su hijo llegó, la vio y 10 minutos después ya se fue. Esperó a Alejandro para morirse", detalló Isabel, la hermana de la artista, hace unos días en Y ahora Sonsoles.
Para Isabel Jiménez, la salud de su hermana comenzó a debilitarse el día que murió su hija: "La hundió, jamás se repuso de eso. Le costó más de dos años levantar un poco la cabeza. Se vino a Sevilla conmigo y con el niño. Se refugiaba en Alejandro, que era chico, y en sus amigos porque era rica en amigos. Era incapaz de hablar de la niña y me pedía a mí que le pusiera flores porque ella no podía. Mirábamos una foto, pero nunca hablamos de ella".