La dedicación absoluta de Sara Carbonero hacia su madre, Goyi Arévalo, en Madrid: por qué la casa de su pueblo está "cerrada"
- Según confirma EL ESPAÑOL, tanto Sara como su hermana Irene están volcadas en el cuidado de su progenitora, que atraviesa un bache de salud.
- Más información: El motivo por el que Sara Carbonero no nombró a Nacho Taboada en su discurso y un gran apoyo en la sombra.
Hace unos días, en concreto el pasado 29 de octubre, la presentadora Sara Carbonero (40 años) utilizaba su red social Instagram para postear, como es habitual en ella de cuando en cuando, una fotografía muy emotiva, tomada en 1985, con la que homenajeó a su madre y centro de su vida, Goyi Arévalo.
En la imagen aparece Sara, de pequeña, en brazos de su progenitora durante un día de playa en Almuñécar, Granada. Una estampa de lo más familiar que refleja el profundo amor maternofilial, la especialísima relación de Carbonero con su madre. "Mamá", escribe, escuetamente, la periodista junto a un corazón rojo y tres hashtags: "1985", "Almuñécar" y "Porque sí".
Porque no hace falta que ocurra nada extraordinario para que Carbonero publique instantes felices y viaje al pasado, nostálgica. Hace un tiempo, el pasado mes de marzo, EL ESPAÑOL se hizo eco de la ocupación y preocupación actual de Sara por el estado de salud de su madre, que afronta un delicado trance.
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Desde hace meses, tanto la periodista como su hermana, Irene, están al quite y cuidando. Tal y como hizo la propia Goyi cuando Sara fue operada en 2022, ahora es su célebre hija quien está a la vera de su progenitora. Y así sigue siendo al cierre de este artículo.
Sara e Irene no dejan sola a su madre, quien está colmada de amor. También recibe el arropo de sus nietos; Martín y Lucas -los vástagos de Sara e Iker Casillas (43)-, Leo y el segundo hijo de Irene, que nació el pasado mes de septiembre. Amén de una maravillosa madre, Goyi se desvive como abuela: sus pequeños son su mayor alegría e impulso y motivación.
Hace unos meses, la madre de Sara se instaló a vivir en la casa de su hija en Madrid, situada en la urbanización La Finca. Esta mudanza desde su pueblo natal, Corral de Almaguer, en Toledo, se produjo por una cuestión de comodidad para todos, habida cuenta de que, además, en la capital de España no sólo afincó su vida Sara, sino también su segundogénita, Irene.
En Madrid, Goyi no sólo está mejor atendida, sino que puede disfrutar al máximo de sus nietos. El municipio de Corral de Almaguer siempre está en el corazón de toda la familia. No en vano, allí tuvieron lugar -y siguen teniendo- los momentos familiares más entrañables. Cierto es, de acuerdo a lo que se confía, que las visitas a esta localidad toledana se han espaciado en el tiempo.
La vida, los trabajos, las obligaciones propician que no se desplacen a Corral tanto como les gustaría. Sara e Iker, cuando aún eran matrimonio, se construyeron una casa en este pueblo, en el año 2016. Un inmueble situado en el centro de la localidad, en un sitio inmejorable.
Esta casa sufrió una importante reforma y en los últimos años, dada sus dimensiones -da a dos calles y cuenta con grandes prestaciones-, ha sido la sede de magnos y bellos acontecimientos familiares. Una fuente de total solvencia explica ahora a EL ESPAÑOL que la casa, desde el pasado verano, está "cerrada". En el sentido de que "no ha habido movimiento", no ha sido visitada en los últimos meses.
En los últimos años, la vida de Goyi Arévalo transcurre entre Madrid y Navarra. Madrid, hoy, es el centro de operaciones de los Carbonero Arévalo. Sara e Irene "están con su madre 24/7". Claro está, "se turnan para seguir con sus trabajos" y con la intendencia habitual del día a día.
Por su parte, en el plano profesional, Carbonero tan sólo está atendiendo "cosas muy puntuales", como su firma de moda, Slowlove, y sus colaboraciones con Agatha Paris. En otro orden de cosas, se detalla a EL ESPAÑOL que la relación sentimental entre Sara Carbonero y su razón de amor, el músico Nacho Taboada, sigue adelante.
Conviene matizar que, hace unos meses, la dupla se enfrentó a una crisis, que solventaron. Todo continúa con total normalidad: están juntos, bien, felices, se ven cuando pueden -son frecuentes las visitas de él a casa de ella-, pero "no viven juntos". De acuerdo a los datos que ha podido cotejar este periódico, desde hace meses, Taboada hace vida en una casa a las afueras de Madrid.
Nuevo nacimiento y emoción
A finales del mes de septiembre, Irene Carbonero alumbró a su segundo hijo en común con su marido, Patricio Martínez. Un nacimiento que anunció en primicia EL ESPAÑOL. "La Calma. Ahora sí, estamos todos", posteó Irene en su red social junto a la canción Sólo tienes que avisar, del artista Dani Fernández.
Irene y Patricio ya eran padres de su primer hijo, Leo. Este nacimiento ha llenado de felicidad a la familia en un momento agridulce, marcado por la maltrecha salud. Y sobre la salud, de la propia, precisamente, se pronunció Sara Carbonero hace unos días, durante la IV edición de ELLE x Hope, la gala benéfica de ELLE en apoyo a la lucha contra el cáncer.
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La manchega recibía un importante premio como superviviente del cáncer -en 2019, se le diagnosticó la enfermedad en los ovarios- y ella se pensó muy mucho acudir a la gala. No porque no valorara la distinción, sino porque implicaba abrirse, sincerarse sobre algo que siempre fue tabú: la palabra cáncer.
"Cáncer, una palabra de la que he huido durante años. (...) Y a la que no me gustaba hacer referencia porque creía que si no la nombraba no sería una realidad", comenzó Sara su discurso. Carbonero confesó que le ha costado "tiempo aceptar, comprender que esto es una carrera de fondo".
Que ella siempre va a ser una paciente oncológica. "He aprendido a convivir con la incertidumbre, incluso he aprendido a abrazarla", añadió. Agradeció el apoyo de muchas personas clave en su vida, pero se cuidó de mencionar a Iker Casillas y a su actual novio. EL ESPAÑOL conoció por qué: "No quiso dar pie a nada. Tanto el uno como el otro saben lo que tienen que saber".