Gunilla von Bismarck, la reina de Marbella, cumple 75: de su vínculo con los reyes de Suecia a su íntimo deseo cuando muera
- Bisnieta de Otto von Bismarck, siempre se codeó de la alta aristocracia y encontró en España su mayor refugio.
- Más información: El verano en el que Marbella se tiñó de negro: de la trágica muerte de Caritina Goyanes al adiós a Julián Muñoz
Da lo mismo que fluya el tiempo. Da igual que haya guerras de egos por acaparar la atención máxima. No importa que se derramen bulos, rumores y leyendas urbanas para destruir la reputación de una persona. Pase lo que pase, Gunilla von Bismarck ha sido, es y será 'la reina sin trono' de Marbella. La teutona llega este sábado, 23 de noviembre, a los 75 años, pero, lejos de aparentarlos, parece que se ha reencarnado en la figura de Benjamin Button. Es un día de celebración, pero también de tristeza, ya que es el primer cumpleaños sin su esposo -en realidad exesposo- Luis Ortiz, fallecido el pasado septiembre a causa de un cáncer a los 74 años.
Tal y como confesó al diario ABC durante la misa funeral, su adiós lo hizo "con sonrisas y emocionada porque Luis, desde ahí arriba, no me deja derramar ni una lágrima más. Él ha dejado de sufrir. El pobrecito no podía más. Ahora me lo llevo a Alemania para enterrarlo. Allí, un día volveremos a estar juntos otra vez".
Está enterrado en el castillo de Friedrichsruh en Schleswig-Holstein, uno de los estados federados alemanes donde, en 1978, Luis y Gunilla intercambiaron sus votos matrimoniales. Ahí también es donde nació la aristócrata -la única de sus cinco hermanos- y donde pasa largas temporadas cuando abandona Marbella y está cansada de recorrer el circuito de la jet set internacional.
Cuando se apague la luz, el íntimo deseo de Gunilla es descansar junto a su eterno esposo. Da igual que se separaran legalmente, siempre estuvieron hechos el uno para el otro. "Yo querría descansar allí porque es donde están mis raíces. Tengo hasta decidido el árbol bajo el cual quiero ser enterrada", confesó en una entrevista.
Gunilla nació en algo más que una cuna de oro. Como bisnieta de Otto von Bismarck, apodado el Canciller de Hierro por ser el artífice de la unificación de los 39 estados alemanes en la segunda mitad del siglo XIX que posteriormente se convertiría en el imperio alemán, siempre gozó de dinero, lujos y mucha libertad. Sus progenitores, el príncipe Otto von Bismark, y la socialité sueca Ann-Mari Tengbom, la educaron para que supiera exprimir la vida, como así hizo en las miles de fiestas marbellíes, donde jamás probó una gota de alcohol y veía amanecer con mucha frecuencia.
A su padre le adoraba. Tenía con él una química especial. Se entendían con solo mirarse. Por eso sufrió tanto cuando murió en 1975. Atrás dejaba un legado de buenas obras, como su ayuda para salvar a los judíos durante la II Guerra Mundial con la ayuda de la Cruz Roja sueca. Cabe destacar que el abuelo de Gunilla fue Ivar Tengbom, un prestigioso arquitecto autor de la Sala de Conciertos donde cada año se celebran los premios Nobel.
Gunilla Margaretha Rosemarie Katharina Antoinette Yvonne von Bismarck-Schönhausen es una mujer única, irrepetible, inconmensurable que se crece ante las adversidades, ya que en 1981 murió a los 53 años su hermana, la condesa Marie Ann von Bismarck y en 1992 falleció su hermano, el conde Carl Alexander von Bismarck con tan solo 57 años. Aquello destrozó la vida de Ann-Mari, que dejó este mundo a los 92 años en 1999.
Hasta ese momento se había codeado con lo más granado de la sociedad y en su juventud perteneció a la élite sueca, ya que entre sus íntimos amigos figuraba Folke Bernadotte, conde de Wisborg y nieto del rey Óscar II de Suecia, que también ayudó en la liberación de los prisioneros nazis. En 2019 falleció Ferdinand, jefe de la Casa Bismarck y el hermano mayor que le quedaba a Gunilla.
Mientras estudiaba en un internado mixto en Estocolmo se hizo amiga íntima del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia (78) y del ex primer ministro sueco Olof Palme, asesinado en 1986. Con el monarca ha perdurado la relación en el tiempo y, de hecho, su esposa, la reina Silvia (80) fue la madrina de bautismo de Francisco, el único hijo de Gunilla y Luis nacido en 1980.
La llegada a Marbella fue un cúmulo de casualidades, pero la que consiguió que se quedaran temporalmente en la Costa del Sol fue una pierna rota de su madre que no terminaba de curarse. Por ello, como en la zona hacía buen tiempo, decidieron 'echar el ancla'.
En aquella época de la -hoy- lujosa Marbella no había teléfono, ni carreteras, ni coches, pero sí infinidad de burros que usaban para transportarse de un lugar a otro. Para hacerse una idea, en Santa Margarita todo era bastante rudimentario ya que consistía en un bonito jardín y un beach club. Gunilla disfrutaba de esa vida, como también hizo en su momento Audrey Hepburn, inmortalizada para la posteridad sobre uno de estos inteligentes animales. Con la protagonista de My Fair Lady le unió una gran amistad, al igual que con su segundo esposo, Mel Ferrer.
Con el paso del tiempo, la rubia más rubia de la Costa del Sol contó a Mujer Hoy que "mi madre era una mujer guapísima y muy fuerte. Cuando Mel Ferrer, el marido de Audrey Hepburn, la vio entrar en una fiesta muy grande se dio cuenta de que la gente se daba la vuelta para mirarla y le fascinó". El matrimonio Ferrer-Hepburn vivía al lado de los Bismarck, que compraron un amplio terreno hasta la playa junto a Santa Margarita, donde se encuentra el Marbella Club.
A pesar de tener una enorme mansión, la familia no tenía televisión. Por eso se divertían jugando a las cartas por la noche con el príncipe Maximiliano, padre del príncipe Alfonso de Hohenlohe, a quien cariñosamente llamaban 'el príncipe olé-olé' porque no sabían pronunciar su apellido. Este fue el artífice del Marbella Club así como de ser el propulsor para que se instalaran numerosos rostros conocidos como Deborah Kerr -protagonista de El rey y yo- y su esposo Peter Viertel (guionista de La reina de África), Gina Lollobrigida, los Rothschild o Jean Negulesco (director de Cómo casarse con un millonario), entre otros.
Gunilla echa acopio de memoria y asegura que no vivieron en Marbella hasta 1961: "Hemos visto poco a poco cómo se desarrollaba. Al principio todo era muy sencillo, se organizaban cenas íntimas en las casas e íbamos a la playa tranquilamente porque no había paparazzi", confesó en la entrevista de Mujer Hoy. A partir de los años 80 los famosos ya no pudieron estar tranquilos tomando el sol en la piscina del Marbella Club o en las prístinas aguas del Mediterráneo.
Para hacerse una idea, en el verano de 1986 Elizabeth Taylor y su novio, el actor George Hamilton (85), se alojaron en el Marbella Club tras aceptar la invitación de Adnan Kashoggi. El legendario paparazzi Juan Carlos Teuma esperó pacientemente desde el tejado de una casa para inmortalizar a la última gran estrella de Hollywood, con tanta fortuna que lo que obtuvo fue el topless de Liz y la cabeza llena de rulos. Una noche, durante una fiesta en el hotel Gunilla le dijo: "¿Has hecho las fotos en topless a Elizabeth Taylor?", a lo que el profesional le contestó: Sí y tiene unas tetas… Enseguida, Gunilla se lo contó a Taylor, que canceló el cóctel y se lió", recordó el fotógrafo a este periodista.
El año 1970 resultó clave para Marbella ya que se inauguró por todo lo alto Puerto Banús con la asistencia de Grace y Rainiero III de Mónaco, Roman Polasnki (91), Hugh Hefner y un prácticamente desconocido Julio Iglesias (81) que amenizó la velada. Justo ese mismo año nacieron Los Chorys, un grupo de simpáticos sinvergüenzas formado por Yeyo Llagostera, Luis Ortiz, Jorge Morán y Antonio Arribas, futuro exnovio de Lolita (66) y Carmina Ordóñez.
Los llamaban los cuatro fantásticos."Siempre fueron muy educados y respetuosos", afirmó en una ocasión Gunilla, que añadía que "lo único que pretendían era disfrutar de la vida y hacer felices a los demás. Su forma de ser no tenía nada que ver con la figura del playboy al estilo de Porfirio Rubirosa", me confesó en su momento.
En 1971, Luis, de 21 años y Gunilla, de 22, se conocieron en una fiesta. Contra todo pronóstico fue ella quien se lanzó para decirle que le había impactado "por su forma de moverse". En aquel momento pensó que sería su gran amor tras las frustradas relaciones con el cantante italiano Franco Merluza y el locutor Váquez de Luna.
Tras siete años de noviazgo, se casaron en el castillo de Friedrichsruh ante la atenta mirada de 120 invitados, entre ellos, los reyes de Suecia y Cari Lapique (72) y Carlos Goyanes, también fallecido este verano. Nadie parecía vaticinar que la buena onda que desplegaban los Ortiz no tardaría en desvanecerse, ya que en 1989 dieron una exclusiva pagada a ¡HOLA! donde aseguraban que se divorciaban.
Dicho y hecho. Tras la separación, Luis y su hijo Francisco se fueron a vivir a una casa muy cerca de la de Gunilla, que iba a verlos cada día. Pero aquella separación parecía una comedia, ya que jamás se separaron emocionalmente. "Llevamos juntos 48 años como novios, divorciados, separados, juntados…". Su mejor morada fue Villa Sagitario, una opulenta mansión de 3.000 metros cuadrados y 5,5 hectáreas de terreno en Istán, a diez kilómetros de Marbella y que, según dicen, la alemana subastó en 2017 por 50 millones de euros.
Poco a poco Marbella se fue deteriorando paulatinamente. La llegada de Jesús Gil y después la de Julián Muñoz -Cachuli- no auguraron un futuro mejor. Pero Gunilla seguía incombustible. Bailaba al son del piano tocado por Jaime de Mora y Aragón -bon vivant y hermano de la reina Fabiola de Bélgica- o charlaba animadamente con Soraya, la repudiada exemperatriz de Irán a quien Luis Ortiz consideraba una figura de cera "porque cuando la tenía al lado en una cena no me hablaba y creo que hasta no respiraba", describió a EL ESPAÑOL hace tres veranos.
Gunilla no se perdía ningún sarao a pesar de no beber, no fumar y no drogarse. En Vanity Fair, este Luis Ortiz -'bebedor de experiencias'- dijo que su esposa "alguna vez me puso las maletas en el pasillo después de llegar a las tantas con un melocotón. Pero nunca le he puesto los cuernos".
Lo que más le gustaba a la nieta del canciller Bismarck era juntar a muchos amigos en la fiesta de disfraces que organizaba cada año. En cierta ocasión, Gunilla se disfrazó de Carmen Miranda, Luis de Bob Marley, el rey Carlos XVI Gustavo de Suecia de El Zorro y la reina Silvia de Marilyn Monroe. Pocas veces le amargaron la existencia a la teutona, salvo cuando Hacienda la persiguió a mediados de la década de los 90 porque no había pagado los impuestos al haberse comprobado que pasaba más de seis meses al año en nuestro país. Debía cientos de miles de euros. Pese a todo, siempre ponía buena cara y hasta el último aliento conseguía relajarse jugando al pimpón con Luis.
Uno de los momentos más felices del matrimonio llegó con la boda de su único hijo con Elisabet Dutú, heredera de una gran fortuna aragonesa. Corría el año 2010. Desde entonces, el papel que más le ha gustado interpretar a Gunilla es el de abuela de dos preciosos chicos llamados Francisco y Luis.