Tengo que decir que este miércoles La Voz Senior me ha encogido el alma; ya no por el tremendo arte que se respira en el concurso -que también-, sino por la pobre Paulina Rubio (47 años). Esa nena egocéntrica, que se creía perfecta en sus canciones, y que, oye, no encaja entre sus compañeros de colegio. Ay, no sé, esta chica nunca ha sido de mi agrado -sobre todo, como merecedora de estar de jurado en ese programa, tan elevadísimo-, pero de ahí a la humillación que sufre cada miércoles... me parece desmesurado.
"Joder, tío, es que no la quiere nadie. Todos se van con Antonio Orozco (46). Ella tiene un no sé qué que no conecta y eso llega. A mí me da sueño", me mensajea, a deshoras, el mismo colega andaluz de la pasada semana, no sin cierta dosis de mala baba. El caso es que tiene razón el jodío. Cáspitas, a la Rubio nadie la quiere en su equipo. Puede que sea por su manera de ser, el caso es que produce un extraño desapego que, en televisión, es la peor de las condenas. Pero ahí el dicho, que hablen bien o mal, pero que hablen.
El caso es que de Pau nadie quiere hablar y nadie la elige como capitana del equipo. Bueno sí, este miércoles se ha quedado con gente, como Metty o Xavi, pero porque no ha habido más remedio: solo se ha girado ella en el asiento. Oye, mejor que nada, juro que ha pensado el señor Xavi. ¡Se me ha notado en los ojos! No le apetecía nada quedarse con Paulina. ¿Por qué nadie se decanta por ella? ¿Qué problema tienen con Paulina? A mí me da que ella en sí no conecta, no llega. Se instaló hace tiempo en una galaxia en la que solo vive ella y tres sirvientas; Rubio no está en el mundo, como que flota y, claro, eso se paga cuando le dices al público que ponga balanza.
A mí su acento mexicano me chirría un poco -no EL acento de México, ojo: solo el suyo- y esa sonrisa artificial me aleja. Puede que solo me maneje entre prejuicios, pero ahí tienen a un Pablo López (35), David Bisbal (39) u Orozco que explotan en lágrimas a la mínima de cambio. Con el sentimiento a flor de piel. En cambio, Paulina está hecha de hormigón: nada la emociona ni la hace romperse. "Puede que no la deja el botox", comenta un tuitero. Puede. Yo solo digo que, pese a todo lo anterior, ella me provoca cierta pena. No sé, la veo apartada, sin apoyos y celebrando, desde el corazón, solo sus propias victorias.
Es el tiempo de que Paulina haga autocrítica y estoy convencido de que este miércoles, en su fuero interno, ha estallado con algo parecido a no puedo más, me largo, solo quieren a Antonio Orozco y pasan de mi cara. Consejero delegado, ¿para qué estoy aquí? Mándame a casa y listo. No tengo constancia de que Silvio González Moreno (62) -hay que ver lo célebres que son unos -ejem, Paolo Vasile (66)- y lo desconocidos que son otros- haya pasado mala noche, pero razones ha tenido. Y como dije antes, mi pobre Pau ha visto cómo solo dos cantantes se han quedado con ella, y por obligación.
¿Acaso hay derecho, Súper?, como diría Belén Esteban (45). El resto de los concursantes se han ido con Orozco. "¿Qué pasa, que estoy pintada aquí?" y "yo también cuento, ¿eh?", son dos de las gélidas respuestas que ha pronunciado este miércoles la mexicana, camufladas, eso sí, entre carcajadas. Lo que pasa es que, entre cachondeo y cachondeo, se cuela la verdad.
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