Películas, series de perfil bajo y programas enlatados. Queda claro que el verano es la etapa del año en la que baja de forma más notable el consumo de televisión y, por tanto, muchas cadenas deciden no quemar sus mejores cartuchos en la época estival, dando paso a formatos diferentes y apuestas un tanto arriesgadas, aunque quizás ninguna de ellas llegue al nivel del experimento que realizó Televisión Española a comienzos de la década de los 90.
El madrileño parque acuático Aquopolis mutó en un improvisado plató de televisión, allá por 1991, para dar cabida a un programa con un nombre ya de por sí sugerente: Caliente; para los más inocentes, un indicio de que el espacio se emitía en los días donde las temperaturas son más altas; para los mal pensados, el adelanto de que en la pequeña pantalla desfilarían cuerpos que harían subir el mercurio.
Uno de los reclamos destacados de Caliente tenía que ver con la realización. Como los televisores Full HD y 4K eran poco menos que una idea futurista, TVE se lanzó a la producción de algunas secciones de este programa en tres dimensiones. Pero, ¿cómo solventaría la cadena pública el escollo tecnológico? Es decir, ¿qué haría el ente para que los telespectadores sacaran el máximo partido a este adelanto visual? La razón estaba en los quioscos, donde se vendían unas gafas especiales, con cristales grises y malvas.
Simplismo
Pero no crean que TVE era una cadena adelantada a su tiempo, nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que dichas gafas no se parecían en nada a las que ahora se comercializan en las salas de cines 3D, simplemente basaban su funcionamiento el llamado 'efecto Pulfrich', por el cual el cerebro crea una falsa ilusión de profundidad a partir del contraste que se genera al percibir una imagen con un filtro oscuro y otro claro.
El objetivo de ver Caliente en 3D poco o nada tenía que ver con los efectos especiales. En concreto, la intención era que los espectadores pudieran disfrutar con más detalle de los cuerpos que lucían algunas modelos en bañador, vamos, una situación que parece impensable en este 2019 y que, desde luego, haría subir la temperatura en las redes sociales.
Para acabar de completar un programa tan rocambolesco, TVE colocó una terna de presentadores muy llamativa: los payasos Fofito y Rody Aragón y Ana Obregón (64). Precisamente ésta última dejó para la historia de la televisión en nuestro país un momento con cierto morbo y, por qué no, algo de vergüenza ajena, al entrevistar a Alessandro Lequio (59), un joven apuesto procedente de Italia con el que acababa de comenzar una relación. Decíamos lo de vergüenza ajena por la presentación que la propia Obregón hizo del transalpino. Vean y juzguen:
A pesar de lo que pudiera pensarse, el espacio tuvo un hueco en la parrilla de La1 durante los veranos de 1991 y 1992, confirmando que el apelativo de 'programa de variedades' le venía como anillo al dedo. Por ejemplo, la primera emisión tenía un menú muy diverso, con actuaciones musicales de Duncan Dhu, Los Especialistas, Thalia (48) o Lalo Rodríguez, intercaladas con una entrevista a José María Álvarez del Manzano, quien había sido elegido recientemente alcalde de Madrid.
[Más información: ¿Se acuerda de 'Caiga quien caiga', el programa que entregó sus gafas de sol al rey Juan Carlos?]
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