Es una de las míticas actrices de familia de abolengo y nadie puede discutir que su personaje de Aquí no hay quien viva no haya calado en el público español. Ella es Malena, pero también Belén López Vázquez. Malena Alterio (46 años) se hizo con el cariño de los espectadores españoles, y mira que después ha hecho mucho: desde teatro hasta La que se avecina y Señoras del (h)AMPA. Remanece de una legendaria saga de artistas, aunque su discreción y el talento anónimo siempre fueron su bandera. Su sello. Hoy, se enfunda el disfraz de valiente y se atreve a zambullirse en las aventuras de Jesús Calleja (54) en Planeta Calleja.
Ambos se han ido a Italia. En concreto, a las islas Eolias. A disfrutar de esos paradisíacos rincones y a enfrentarse a unas erupciones volcánicas de mucho cuidado. Uno de esos volcanes, para más inri, en activo. Ella se muestra tranquila a la vez que desnuda su árbol genealógico: "Estoy tranquila, he pasado las últimas horas revuelta, la vida se mueve, hay cambios, no hay nada estable..." Que se lo digan a ella, con unos padres de nacionalidad tan poco estándar y lineal: de raíces italianas, nacida en Argentina, y educada y vivida en España.
Y, ni más ni menos, proveniente de los Alterio, una saga de abolengo: "Sí, te pesa el apellido: al principio, Héctor, mi padre, luego Ernesto, otro gran actor. Mis padres siempre han querido que yo hiciera lo que me hiciera feliz. En mi adolescencia, había piques, peleas, nada grave, escupitajos: mi hermano me lo saltó, él a mí..." Se carcajea Alterio a la vez que reconoce una tropelía a su hermano: "Una vez yo le estropeé una cinta de grupo de música... y él me sacudió. Me puso contra el suelo y echaba la babilla sobre mí... Actuó de hermano cabrón. Fue una etapa traumática de nuestras vidas".
Y, claro, de casta le vino al galgo. Su padre, Héctor, un hombre con personalidad: "Mi padre era un hombre de teatro, un tipo especial. Un referente, alguien coherente, un gran tipo". De su madre solo espeta cosas bonitas, bellas, la señora de casa: "Mi madre estaba al margen, nosotros pilotábamos todos". Viajan en ese punto Jesús Calleja y Malena de Salina a Lepari. El volcán de vulcano está cerca. La adrenalina, burbujeante.
A modo de consuelo, un lugareño entendido les asegura: "Puede volver en actividad. Es un fragmento de magma que se sale del cráter". Contiene cierta dosis de gas tóxico y, en medio de esa caldera volcánica -bueno, antes de visitarla-, Malena viaja a su infancia, a sus raíces: "Soy una española que nací en Buenos Aires. Nací un 1974 y era una cosa fea. Siempre fuimos de izquierdas, aunque no militamos en nada. Tenía seis meses cuando vine a Madrid".
Ella es de esas personas privilegiadas que solo recuerda risas y amor en su hogar familiar, pese al desarraigo: "Tuve una infancia feliz, especial. Nuestro exilio trajo mucho conocimiento, cuando lo eliges se abre todo un mundo... Mi padre recibió muchas ayudas. Muchos españoles tuvieron que irse a otros lados". Su familia está cargada de desaires afectivos marcados por la distancia, sí, pero también por un amor que lo ha ocupado todo: "Mi abuelos se enamoraron en Italia, aunque se volvieron a la Argentina tras enamorarse".
De mamá psicoanalista, reconoce Malena que ella los "pilota" a todos a nivel de cabeza. ¿Y cómo le ha ido a nivel sentimental a ella, a la Alterio de la última generación? Se sincera ante Jesús Calleja, sin esconderse y con la sinceridad que marca la madurez: "He tenido un novio durante años y rompí hace tres". Fue una relación de 15 años y él es Luis Bermejo. Un excelente actor. En la actualidad, Malena viaja sola: "No tengo a nadie. No me apetece nadie ahora. No estoy en busca y captura. El día que llegue la persona, lo sabré".
Y ahí se cambia el tercio de la entrevista. ¿Cómo surgió la idea de dedicarse a la interpretación? "Surgió sin decisión, a raíz de clases de interpretación, todo como un hobby, algo extraescolar. Creció, creció. Empecé con teatro para niños, animaciones, bodas, banquetes y bautizos". No esconde que muchas personas, al verla, quisieron buscar el personaje de Belén en Aquí no hay quien viva: "No soy como me ven en la tele, más bien alguien normalita. Si me dan un papel de loca, lo hago". En esa línea, reconoce que la película El palo, de 2001, le cambió la vida. Nominación al Goya, obras de teatro... y el personaje de Belén.
Llegó, cómo es el éxito, una etapa de hartazgo, de encasillamiento peligroso, de querer cambiar, evolucionar... "Me apetecía hacer otras cosas. Si bien al principio era muy halagador, hubo un tiempo en que me dio miedo salir a la calle". El final de la aventura ha sido muy emocionante para Malena Alterio. Tras ascender los casi mil metros de altura del volcán de Estrómboli para ver las erupciones de lava durante la noche y las explosiones que se producen en el cráter cada 15 minutos, la actriz no ha podido contener las lágrimas y le ha dedicado unas bonitas palabras de agradecimiento a Jesús Calleja: "Todo lo que viva va a ser poco después de vivir esto". Y al punto del cierre, y de la emoción, ha reconocido: "Me encantaría que estuviese mi madre".
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