En el momento que vivimos, nada resulta tan refrescante como ver un programa ya grabado y exento de todas las preocupaciones que acarrea el coronavirus. Como es obvio, sin una mención a la alerta sanitaria, jueces y aprendices nos han devuelto a una situación de extraña normalidad y serenidad.
Luz, color e intensidad hacen que el taller se convierta en el refugio perfecto para dejar de pensar, escuchando chascarrillos, risas y llantos con cada prueba, una experiencia que, según desvelan los aprendices, supone un subidón de autoestima.
"Me siento como un dios vestido de Palomo", ha comentado nada más comenzar el programa David (22 años), el estudiante de diseño de cabello lila que lucía un impresionante dos piezas de Palomo Spain, un préstamo que el diseñador le había prometido la semana anterior.
Pero ahí no termina todo. Begoña (49) no tardaba en confesar que desde que participa en el programa se siente más "atractiva y guapa".
"Un chute" de energía y felicidad es lo que ha tenido Andrea "Brava" (31), cuando ha visto entrar a sus padres, separados desde hace tiempo, al taller. "No me lo esperaba, si estoy aquí es porque ellos han confiado en mi", un momento en el que la aprendiz se ha sentido plena y feliz.
Poco a poco, los familiares de los otros cinco concursantes han ido apareciendo en el taller, vestidos con los diseños por encargo que los aspirantes tenían que realizar en la primera prueba de la noche, sin saber quién era el destinatario final.
El marido de Begoña, la hija de Margarita (51), el padre de Joshua (28), la madre de Borja (25) y el padre de David desfilaron con las creaciones de cada uno de los aprendices. Un momento lleno de emoción en el que ni los jueces han podido reprimir las lágrimas.
Especialmente emotivo ha sido el momento en que David ha visto aparecer a su padre, un acontecimiento "inesperado" para él que le ha permitido subir su autoestima al oírle decir lo "orgulloso" que está de él.
"Me enorgullezco mucho de él. Que esté aquí es un logro bestial", ha afirmado el padre, minutos antes de que entrara la madre del aprendiz y también el hermano del joven estudiante de diseño, quien se sintió muy arropado por ellos. "Tengo la mejor familia que puedo tener (...) Creía que me apoyabas, pero tanto, tanto... Me ha supuesto un chute tremendo", ha comentado a su padre.
Un momento de satisfacción que no se ha correspondido con el resultado de las prendas realizadas, como ha señalado Alejandro Palomo. "Aunque no ha sido la mejor prueba de ninguno, da gusto veros las caras", ha dicho el miembro del jurado.
En este programa, los aprendices se jugaban su pase a la semifinal, una razón que ha llevado a definir las estrategias de cada uno de ellos para resaltar en la prueba por equipos y no tener que pasar a la de eliminación.
Pero no les sirvió de nada, el jurado dictaminó que los seis concursantes fueran a la prueba de expulsión, ante el "desastre" de las piezas presentadas. Sin embargo, Brava fue la única se libró de la prueba gracias al voto de David, convirtiéndose así en la primera semifinalista, una "victoria" agridulce que no disfrutó.
Al final, confeccionar una prenda destinada a ser tendencia la próxima temporada ha sido la que ha llevado a la expulsión del taller a Borja, a pesar de realizar "su mejor pieza hasta la fecha", según Palomo. Una decisión que no ha sido fácil de tomar para el jurado, por el "nivel" de confección de cada uno de los concursantes que dieron lo mejor de ellos mismos.
"Caprile, cómo te voy echar de menos", le dijo Borja al despedirse del modista, que nunca dudó en reseñar su poca autocrítica.
[Más información: 'Maestros de la costura': un 'striptease', un flirteo y una expulsión inesperada]