La crisis del coronavirus ha paralizado la actividad prácticamente en todos los sectores. Por ejemplo, Leiva (40 años) tenía el 2020 marcado como el año de la gira de su último disco de estudio, ‘Nuclear’, pero la situación ha trastocado sus planes. En el caso de Rudy Fernández (35) debería estar ahora mismo en un tramo decisivo de la temporada con su club, el Real Madrid, quizás peleando por el título de la Euroliga y el liderato de la Liga Endesa. Ambos fueron los invitados de este martes en El Hormiguero.
Antes de las entrevistas, Pablo Motos (54) tomó el testigo para hacer un discurso bastante diferente a los anteriores: “Tengo que empezar el programa de una forma diferente, necesito que los niños se vayan tres minutos a la habitación, debo hablar con los adultos”. Esta petición tenía una explicación: “Nosotros venimos cada noche a intentar haceros el día más llevadero, pero hay gente del equipo que está pasándolo mal, que ha perdido familiares. El otro día, hablando de ello en conjunto, nos planteamos cómo decírselo a un niño. Depende de la edad. Los más pequeños no entienden que la muerte es irreversible. ¿Qué hay que hacer? Hay que decir la verdad, la palabra muerto, ya que no entienden las metáforas. Tampoco se puede no hablar. Los niños saben que algo no va bien y pasan mucho miedo cuando se les oculta algo. Las respuestas deben ser breves, sencillas y sin detalles”.
Motos prosiguió destacando que “otra cosa importante es hacerles saber que si sus padres están llorando no es por culpa suya. Los niños no pueden ser olvidados, hay que hacerles hablar y que compartan el dolor. Si no sabes una respuesta es mejor decirle que no lo sabes a inventarte algo. También es importante saber que el niño lo ha entendido bien, puede ser que te lo vuelva a preguntar”. Sobre la respuesta exacta, el presentador insistió en que hay que hacerle saber a un niño que cuando alguien se muere “deja de respirar, de comer y de sentir”. Además insistió en la necesidad de que los más pequeños aprendan a través del juego y, sobre todo, que reciban calor humano.
Nervios bajo control
La presencia de Cristina Pardo (42) entre los colaboradores sirvió para repasar la actualidad y hablar de otros temas menos serios, como nexo antes de la entrevista con Leiva. El artista madrileño se encontró la primera en la frente, al ser preguntado por Pablo Motos por su reconocida hipocondría: “Siento miedo a enfermedades incurables y raras. Ninguna de esas dos cosas se da con el coronavirus. Pasa como cuando eres padre, que tienes miedos, pero se ponen a la cola. Solo me preocupan cómo estén mis papis”.
En relación al confinamiento, contó que está jugando mucho al ping-pong con su hermano Juancho, cantante de Sidecars, “quien pierde tiene que fregar los platos durante una semana”. Marron (40) bromeó con que sería peor que tuviera que limpiar los discos y ahí Leiva mostró algunas de las joyas que guarda en su extensa colección.
Otro de los pasatiempos de Leiva es la cocina: “Mi top es verdinas con butifarra, y ahora tengo un pescado en el horno, así que si salgo corriendo es por eso”. Tras esa confesión, llegó el momento de hablar de su último single, ‘Mi pequeño Chernóbil’. En relación a ello, Motos le preguntó si había alcanzado sus sueños profesionales: “Sí, me conformaba con vivir dignamente de la música”. Sin embargo, la aclaración le parecía insuficiente al presentador de El Hormiguero, a quien le llamaba mucho la atención la presencia de Rubén Pozo (44), la otra mitad de Pereza: “Era imposible explicar ese texto y ese vídeo sin Rubén porque he pasado los últimos 20 pegado a la música y en muchos de ellos ha estado él a mi lado”.
Sobre el futuro, el artista expuso que hay “que ser responsable con la psicodelia que está sucediendo. Hay que ver el vaso medio llano y medio vacío. Estaba ante la gira más grande de mi vida y se ha parado, pero también lo he hecho en el mejor momento posible. Sobre todo pienso en mis ‘compis’, que no les falte el trabajo, que mis papis estén bien… me pongo a la cola de todo, aunque me genera sufrimiento, pero estoy en una situación privilegiada”.
De altos vuelos
Pocos minutos después le llegó el turno a Rudy Fernández. El jugador balear explicó de primera mano cómo está el regreso a las pistas: “Por lo que nos van diciendo desde el Real Madrid, este viernes nos harán los test, necesitan 48 horas para saber los resultados. Así que el lunes podríamos empezar a entrenar de forma individual. Después de estar dos meses en casa tendremos que hacer una mini pretemporada para ponernos en forma lo más rápido posible para afrontar el tramo final de la competición”.
En relación a esto, Pablo Motos apuntó a un rumor sobre que podrían jugar con guantes. Rudy fue muy claro: “Para mí sería una tontería jugar con guantes. Al fin y al cabo todo el mundo piensa que la máscara y los guantes son importantes, pero en nuestro deporte lo más importante son las manos y además hay contacto. Te hablo sin saber mucho porque no nos ha llegado mucha información al respecto”.
La parte buena de este parón en la competición es que el capitán de la selección española puede pasar más tiempo con su familia, incluido su hijo Alan, por el que le preguntó Pablo Motos: “Tú lo sabes bien, es pelirrojo explosivo, no sé de dónde saca la energía, el tío no se cansa, de hecho todavía está por ahí dando vueltas, sin irse a acostar. Voy viendo actividades para niños y da gusto tener a mano la electrónica que te echa una mano, hacemos de todo”. Desde hace unos meses, la atención la comparte con Aura: “Mi hija está dando los primeros pasos en la cuarentena. Justo el lunes cumple su primer añito. La parte positiva de todo esto es que puedo estar con mi familia, viendo a mi hija en unos momentos tan importantes”.
Preguntado en tono de broma sobre si iba todo el tiempo detrás de ella para evitar que se cayera, Rudy reconoció que “con Alan le dejaba que se cayera, pero es cierto que con Aura me cuesta un poco más. Alan empezó a los 9 meses a caminar, se lanzaba, se caía y se levantaba riéndose”. Eso sí, no todo son aspectos positivos para el ‘5’ del Rel Madrid en el confinamiento, confesó que hay algo que le pone muy nervioso: “Lo que más me saca de quicio es los Tik Toks que tengo que hacer con mi mujer. Me va a matar. Lo quiere hacer tan perfecto que casi tenemos que programarlo. A ver dónde duermo hoy después de esto que acabo de decir”.
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