Lo siento, pero alguien tenía que decirlo; quien sea tenía que plantarse y gritar basta y basta mil veces. Rocío Flores (23 años) ha sido la gran decepción del concurso de Supervivientes 2020. ¡La estafadora! Ni raja, ni pesca, ni madruga ni se supera. Y he pensado mucho en ese término, el de estafadora, tanto que me fui a la RAE: defraudar, 'no ofrecer lo que se espera de algo'. Tal cual. Cuando la he escuchado este jueves decir lo que ha dicho, he reflexionado que esta chica no entiende ni dónde está ni lo que simboliza. Tan solo se le volvieron las cuencas hacia atrás en forma de euros. Eso, o la revistieron de un traje demasiado engolado y holgado: no todo es un apellido, maja.
"No quería que la opinión pensase que estaba aquí para hablar de mi madre. Yo no he venido a eso", más o menos suelta la menda este jueves, rota tras su Puente de las emociones del pasado Tierra de Nadie. Algo me pega un guantazo, me hace tambalear con la realidad: ¿perdona? ¿Que tú, amor mío, no estás allí para hablar de tu madre Rocío Carrasco (43)? Entonces, ¿para qué estás? Enumérame tus méritos extraordinarios/artísticos como persona, como Rocío a secas. Por favor, esto me hace enervarme y no es necesario, amantísima Rocío. Creo que, incluso, tú misma serás más feliz si entiendes algún día el lugar que ocupas en el reality.
Ya no digo -lee y entiende bien las expresiones- en el mundo, no, Dios me libre: hablo de tu labor en Supervivientes. Allí, te pongas como te pongas, no serías nadie -salvo una concursante más- si no llevases los apellidos de tu madre, Carrasco. Y si tu abuela no fuese la legendaria Rocío Jurado. No nos engañemos, no te engañes a ti misma. No es por nada, pero si solo fueses hija de un ex Guardia Civil -con respeto a esa profesión tan honorable-, quizás no estarías en Honduras y cobrando ese pastizal del que, según dicen, tanto te has jactado en la intimidad. Parémonos y demos gracias: sí, mundo, estoy aquí por mi familia, por mi madre, por mi abuela, ¡os lo debo todo! Esperé más de ti.
Te daré un consejo, Rocío, en según qué manifestaciones el silencio te favorece. Ojo, en esta guerra maternofilial estoy contigo, siempre. Creo que tienes una falta de afecto rayana en la desesperación, que tus lágrimas hablan por sí solas y que quien quiera verlo, que lo vea. Te habrás equivocado, claro que sí, pero como tú misma pregonas, todos nos merecemos dejar el pasado en el pasado. Fíjate, pues, que esto no es una crítica contra ti; lo contrario. Me parece que te pones muy petarda cuando haces según qué manifestaciones propias de alguien que no debe justificar su presencia, como una Isabel Pantoja (63), sin ir más lejos. Pero tú, tú sí debes dar gracias y avales de estar ahí por quienes estás.
Me niego a creer que eres una estafadora en el tú a tú: es más, estoy seguro de que no. Pero lo pareces ante la cámara. Rocío, para mí no has dado ni el 50 por ciento de lo que se te ha pedido. Ni has sido una buena superviviente ni has dado ese juego que se te pedía como hija de Rocío Carrasco y habiendo vivido eso que tú sabes. Era el momento de mirar a la cámara, quitarse los demonios a manotazos y decir 'aquí estoy yo'. Era el momento de limpiarte por dentro, de expiarte a ti misma. Pero no, has optado por un perfil de funambulista emocional, siempre peligrando en el filo de la navaja, pero sin hablar de lo realmente importante. Rocío, me has decepcionado.
A ver, más cosas. Esta ha sido la última gala de los concursantes en Honduras. Ay, qué nostagia. Y eso que, según Jorge Javier, ha sido la edición más larga, más extrema y más no sé qué. Yo no discuto ni el no sé qué -que no me acuerdo-, ni la largura de la misma, pero sí me pongo serio con el término extremo. No, lo siento, pero me enervo con eso. Soy de los piensan que han comido como cosacos, como gorrinos, más que nunca. En cada Tierra de Nadie y su juego de salvación, líder, recompensa o como se llame...en cada Gala, en cada Conexión Honduras. ¡No han parado de engullir!
¡Siempre había una hamburguesa grasienta esperándoles, patatas fritas, perritos y guarrerías varias! No digo con esto que aquello haya sido un camino de rosas, pero es lo que tiene cuando se pone el acento en términos que no se corresponden con la realidad. Yo creo que ahí el programa debería ser más prudente y realista: les damos de comer todo lo que sea necesario para que nos den juego. Así, nunca habrá mayoría absoluta de personas que se crean que eso es un concurso real de supervivencia.
La primera, Yiya, que les ha plantado cara: "Me dio rabia no quedarme una semana más, porque han comido más de lo que hubiesen comido fuera. Comen mucho, y eso da rabia". Algo así ha dicho, no me dio tiempo a cogerlo todo, pero la esencia es esa. Y claro, Jorge Javier, le ha soltado una pulla de las suyas, todo muy democrático: "Eres muy torpe y una reventada". Yo aquí veo muchos huecos, muchos recovecos oscuros y acuerdos de estraperlo. Ay, mi mente. Yiya, has destapado la gran mentira. Mejor, la única verdad. Nos compensa tenerlos con el estómago lleno. Y más con el coronavirus, ¡hay que tenerlos allí como sea, joder! Piensen lo que quieran.
Expulsada: Elena
Finalistas: Ana María, Rocío y Hugo
Nominados: Jorge y Barranco
[Más información: El día que Ana María Aldón quiso "matar" a su padre por maltratador: ¡shock en Supervivientes!]