El Congreso de la Lengua Española, el cónclave donde se marca el camino que ha de seguir el castellano, viaja en su séptima edición hasta San Juan de Puerto Rico. No es ésta una fecha cualquiera. Allí se darán cita escritores, académicos, periodistas... todos unidos a la hora de impulsar el idioma. Las opiniones que aquí se vierten suelen tener bastante trascendencia. Un claro ejemplo se pudo ver durante el congreso celebrado en Zacatecas, cuando García Márquez abogó por "la jubilación de la ortografía".

Con la polémica desatada, fue el eterno enemigo del Gabo, el peruano Vargas Llosa, el encargado de contestar. Definió al colombiano como “alguien que es un gran creador de imágenes, pero que nunca ha sido un pensador, ni un teórico, ni un ensayista. Y nunca lo va a ser tampoco”. Estamos, por tanto, ante un altavoz potente que no suele dejar indiferente a nadie.

Para este año se manejan dos puntos clave dentro de la hoja de ruta del congreso que tienen que ver con dos efemérides que se celebrarán este año. La primera apunta al fallecimiento de Rubén Darío, del que se cumplen cien años. Alrededor de la figura del nicaragüense, se discutirá sobre la influencia del mundo hispanoamericano en la lengua española. La segunda, más universal, tiene que ver con la muerte de dos genios, Cervantes y Shakespeare, efeméride de la que se cumplen cuatrocientos años. Al calor de este aniversario, se hablará de la relación entre el castellano y el inglés: los paralelismos, cómo se alimentan mutuamente, adónde se dirigen.

Si uno se detiene en estos dos últimos puntos, es decir, en cómo el español se alimenta del idioma anglosajón y en el lugar hacia el que se dirige la lengua de Cervantes, el panorama no es muy halagüeño. Y me refiero, especialmente, a eso que la Real Academia define en lingüística como "préstamo, especialmente el no adaptado". Es decir, al extranjerismo.

Extranjerismos 'everywhere'

Todas las lenguas reciben el influjo de otras que, por un motivo u otro, han entrado en contacto con ella. En el plano léxico, ese influjo se traduce en un buen número de términos que el español acoge, hace suyos y termina por normalizar dentro de su panorama lingüístico. Es más, es probable que en este texto ya nos hayamos topado con más de un término que originariamente fue un extranjerismo pero que poco a poco se ha asimilado como parte de nuestro léxico habitual.

Hay una corriente que se extiende por el panorama lingüístico y que parece promover el uso de estos extranjerismos sin control

E incluso alguno de los extranjerismos que han llegado a nosotros en los últimos tiempos están ya plenamente aceptados. De esta manera, si alguien escucha jazz mientras consulta la web de la pizzería del barrio porque está a punto de empezar el fútbol y necesita consumir la oferta que recibió por mail cuando clicó en aquel link de internet, está haciendo uso de varios extranjerismos que ya parece que nunca lo fueron. Si se dan cuenta, estos términos suelen representar entidades nuevas, conceptos que no conocíamos.

Por tanto, el préstamo enriquece y potencia cualquier lengua. La prueba está en la capacidad de producir un enunciado como el que acabamos de mostrar. ¿Habríamos sido capaces de producirlo sin todos esos extranjerismos? Parece que no.

Escalera principal de la RAE CC

Sin embargo, hay una corriente que se extiende por el panorama lingüístico y que parece promover el uso de estos extranjerismos sin control. Es más, dicha corriente también dicta que hay un cierto matiz de prestigio a la hora de utilizar estos términos a la buena de dios. Así, si alguien realiza un curso de management en lugar de un curso de dirección o aprende a controlar su speech en lugar de controlar su discurso, las nuevas tendencias lo coronarán y lo envolverán en un halo de prestigio que ni siquiera un imperativo acabado en "r" puede dilapidar.

Anglicismos como forma de vida

Señores congresistas, por favor, atiendan esta súplica. Entendemos que el inglés es el idioma universal, que necesitamos familiarizarnos con él y que no habrá paz para el que no lo aprenda. Pero hagan el favor de no permitir, por ejemplo, que el VII Congreso de la Lengua Española tenga sponsors y no patrocinadores, que cuide el performance en vez del resultado y que, por supuesto, haga negocio y no business.

Porque ya lo estoy viendo. El anglicista de turno ha salido pronto del hotel. Parece que el lunch le ha sentado bien, ya que si hubiera tomado un aperitivo ahora se sentiría pesado. La duda está en si el muffin que se ha zampado engorda tanto como las magdalenas que antes tomaba. Los slips ahora se ajustan más que los viejos calzoncillos. Habría que empezar con el deporte. Le gustaría salir a hacer running, porque si saliera a correr sería el hazmerreír del barrio. Aunque parece que definitivamente se apuntará al gym. Allí tiene todo lo que necesita: body combat, spinning, fitness, aquagym, body pump. Es el paraíso.

Entendemos que el inglés es el idioma universal, que necesitamos familiarizarnos con él y que no habrá paz para el que no lo aprenda

Tiene que apresurarse o se enfadará el manager, que es como un representante pero más exigente. Saca el ticket del parking en lugar del recibo del aparcamiento. Espera, parking es un galicismo. Bah, no importa, acaba en -ing y cuela. ¿Dónde se situará el español en el ranking de lenguas habladas? Mucho más alto que en la clasificación de hace unos años, eso seguro. Aparca cerca de una habitación oscura: WARNING, pone. Si al menos fuese PELIGRO, pero así no hay quien se lo crea.



El día de hoy le da buen feeling. No hay sitio para los sentimientos. Esta corbata me hace fashion y seguro que le llama la atención a Eduardo Mendoza, que viene al congreso en su jet privado. Sube hasta el living pero, como es mucho más pequeño que el salón principal, se masca el overbooking. Hay que ver lo que vende el español. Qué de gente.

No importa. Todo esto es cool, que es como estar a la moda pero en una sola palabra. Alguno se ha escaqueado, piensa. Pero prefiere decir que ese alguno está missing, que suena mucho menos irresponsable. La jornada se hace dura sin un break, pero conoce un self service que servirá para aliviar el estrés del brainstorming. Así llega la noche y ese anglicista se siente orgulloso de su staff, por muy frikis de la lengua que parezcan. El smartphone, plagado de partners felicitando. Se siente out, pero ha triunfado.

Solución

Hagan algo, queridos congresistas. El asunto se nos ha ido de las manos y corremos el riesgo de acabar con nuestra fonética, nuestra sintaxis o nuestra morfología a golpe de extranjerismo forzado. La RAE lo define con claridad:

Conexión entre el inglés y el español, sí. Pero con cabeza

"Los extranjerismos no son, pues, rechazables en sí mismos. Es importante, sin embargo, que su incorporación responda en lo posible a nuevas necesidades expresivas y, sobre todo, que se haga de forma ordenada y unitaria, acomodándolos al máximo a los rasgos gráficos y morfológicos propios del español".



Por tanto, conexión entre el inglés y el español, sí. Pero con cabeza. Confiamos en vosotros y en el compromiso con el idioma. O engagement. Lo que sea.



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