Juan Carlos Pérez de la Fuente (Talamanca de Jarama, Madrid, 1959). Fue botones en el Banco de España, se licenció en teatro y creó su propia compañía. El equipo de Aznar le nombró director del Centro Dramático Nacional (CDN), con éxitos como los montajes de Pelo de tormenta, de Nieva, o San Juan, de Max Aub. Refundó su compañía. En 2014, en un concurso de “buenas prácticas” para dirigir el Teatro Español, fue seleccionado y Botella le eligió. Sin cumplirse los cuatro años del contrato, el Ayuntamiento de Madrid decide cesarle, pero aún no se lo ha comunicado. Estrena, en el 400 aniversario de la muerte de Cervantes, su obra más destacada, Numancia, elogiada por Goethe y montada por Alberti en el asedio de Madrid durante la Guerra Civil.
Estreno Numancia porque en esa obra veo, contrariamente a lo que se ha venido diciendo durante siglos, que Cervantes está a la altura dramatúrgica de los grandes del Siglo de Oro.
Siempre he sentido por Numancia una atracción extraña. Alberti la montó en el 37, en el Madrid sitiado. Luego Tamayo la hizo en Mérida con 3.000 actores. Y hace 50 años el maestro Narros la dirigió aquí, en el Español. Ha sido utilizada políticamente. Pero por encima de las utilizaciones políticas yo no diría que hay un grito de libertad, hay un rugido de libertad.
En el 400 aniversario de la muerte de Cervantes, con sentido de director de teatro público, pensé que era la hora de reivindicar a Cervantes. Y más siendo la situación política española actual tan confusa, paradójica y contradictoria.
En el asedio a España tienen un protagonismo especial los políticos de un lado y de otro, si es que hay un lado y otro
España está sitiada, como Numancia; sitiada por los propios españoles. Y es que nosotros somos los grandes enemigos de España. En un país donde hay grupos políticos a los que decir la palabra España no les sale con normalidad algo está pasando. Esto no ocurría con Alberti, Bergamín o Max Aub.
En el asedio a España tienen un protagonismo especial los políticos de un lado y de otro, si es que hay un lado y otro. Unos políticos en los que la cultura brilla por su ausencia. ¡Que no estemos en este 400 aniversario de la muerte de Cervantes y Shakespeare a la altura de los ingleses con su dramaturgo es escandaloso!
Este Teatro Español se abrió como Corral del Príncipe en 1583. Numancia es de esas fechas. No tenemos constancia de que Cervantes la estrenase aquí, como tampoco la tenemos de lo contrario. Pero sí digo, a mis 57 años y con casi cien montajes, que en este escenario con Numancia hemos recibido una energía fuera de lo real.
Mis padres eran agricultores. Casi niño, fui ascensorista en el Banco de España
Monté hace un año Pingüinas, de Arrabal, sobre Cervantes. Fue un buen aperitivo. Unir a Cervantes y Arrabal fue algo complejo. Me obligó mucho. Me dio muchos quebraderos de cabeza, pero ha venido muy bien para este momento.
Me gustan los retos, no concibo ser director de un teatro público sin arriesgar. Con 37 años, el equipo de Aznar me nombró director del CDN. Empecé con un autor español y vivo, entonces y ahora, Francisco Nieva y su Pelo de tormenta. Dirigí La fundación, de Buero, el autor español más importante de la segunda mitad del siglo XX. Monté San Juan, de Max Aub, ¡que es Numancia! El espíritu que le movió a Max Aub a escribir esa tragedia del pueblo judío es el de Cervantes en la Numancia, la libertad.
Casi niño, fui ascensorista en el Banco de España. Mis padres eran agricultores. Yo estuve interno en un colegio calasancio, que fue una experiencia carcelaria. En mi celda un día levanté la cabeza y sobre la pared blanca descubrí el triunfo de la imaginación.
El 11 de julio de 2014 fui elegido director del Español. ¿Fue Ana Botella la que me eligió? No lo sé
Mi padre era el encargado de la finca de uno de los tíos de los Albertos y entré a trabajar a los quince años en el Banco de España vestido con uniforme de capitán de navío. Y cuando, más tarde, Coronel de Palma y López de Letona, gobernadores del banco, me dijeron que iban a hacer de mí un empleado ejemplar, yo dije no, que se lo agradecía de corazón, pero que me marchaba al teatro.
Me licencié en la Real Escuela de Arte Dramático (RESAD), con profesores como el propio Nieva, Narros, Doménech o Layton, grandes maestros. Y fue hermoso comprobar que todo lo que iba aprendiendo después lo podía poner en práctica. Había sacado una oposición para dirigir el teatro de Las Rozas.
El 11 de julio de 2014 fui elegido director del Español, tras un concurso de buenas prácticas, de una terna en la que estaban Gerardo Vera e Ignacio García. Ellos con siete votos de la comisión y yo con cuatro. Eso de los votos me ha hecho siempre mucha gracia. Lo que había que elegir eran tres personas. Un modelo copiado del INAEM. Alguien tuvo la necesidad de introducir esos datos. Allá su conciencia. ¿Fue Ana Botella la que me eligió? No lo sé. Yo pensé que no salía porque podía recordarle otro tiempo en el que el equipo de Aznar me había elegido.
Si mi destitución se llega a ejecutar será una decisión política y ya para qué se van a hacer más concursos
Sé que se me considera el director de escena del PP. Y me moriré siendo tan contradictorio que al final no me tragará nadie. Ni los del PP, porque alguien del PP me consideró, cuando estuve en el CDN, un infiltrado de Izquierda Unida…
Hubo elecciones municipales. Y el 14 de marzo último, Santiago Eraso, director de Espacios y Contenidos de Madrid Destino anuncia mi destitución. Han pasado los días y Pérez de la Fuente sigue aquí sentado en el despacho del director del Español, sin recibir ninguna comunicación. Si mi destitución se llega a ejecutar será una decisión política y ya para qué se van a hacer más concursos.
No soy una persona que se da por satisfecha casi nunca, pero lo cierto es que en estos dos años se ha trabajado muchísimo. Ahora mismo son cinco teatros los que están abiertos. Y cumplo lo que prometí, el programar a los autores españoles. Pero queda mucho por hacer. Vine a hacerlo y lo voy a intentar. Ahí está la programación de este año, de la que me siento muy satisfecho, nada sectaria y muy avanzada, muy política, y hasta muy de izquierdas…
Estaría encantado con que los de Ahora Madrid vinieran al estreno de Numancia, no por respeto a mí, sino a Cervantes
Con Manuela Carmena tuve una conversación de una hora y veinte minutos en el mes de septiembre encantadora. Ahondando en lo que yo le decía de recuperar nombres de la dramaturgia española me indicó a Elena Fortún. Con Celia Mayer [delegada de Cultura] tuve una reunión. Me dijo que le hablase de mí, y durante una hora lo hice. Y se acabó. La gente de Ahora Madrid en todo este tiempo no ha aparecido por los teatros del Español. Estaría encantado con que vinieran al estreno de Numancia, no por respeto a mí, sino a Cervantes.
No sé nada del PSOE. Causapié, la portavoz socialista, ha puesto en cuestión la política cultural de Ahora Madrid. Yo también la pongo en cuestión, entre otras cosas porque no sé cuál es. Ni Aguirre [portavoz del PP] ni Villacís [Ciudadanos] me han dicho nada. Y me parece bien. Lo que un director artístico no tiene que consentir es que la política llegue a este teatro. Sean unos o sean otros.
La cultura en España es la gran asignatura pendiente. Y habrá nuevas elecciones y miraremos los programas de los partidos políticos y no existirá una apuesta por la cultura ni en unos ni en otros. Es triste no tener políticos y políticas con altura de miras. De Rajoy esperaba tanto..., y se me ha evaporado. No me creo nada de Pedro Sánchez. Conocí a su padre cuando llegué a dirigir el CDN, era el gerente del INAEM. Iglesias, un fenómeno de la comunicación, es un gran actor en horas bajas. En Rivera hay muchas esperanzas. Puede ser el que desbanque a la derecha. Es joven, centrado, ambicioso, con sentido de Estado y espero que sea honrado.
Nace una segunda Edad de Plata para el teatro. Pero muchos profesionales están en la auto-explotación
En su día, por el 21% de IVA en la cultura, critiqué a Rajoy, a Lassalle y a Montoro. Yo he tenido compañía propia antes de estar en el CDN y antes de estar en el Español. Cuando llegué aquí dije que volvía porque había vivido en carne propia la subida del IVA, e hice lo que muchos empresarios privados: antes de que lo pagara el público lo pagué yo, e hipotequé mi casa. Y desde el teatro público tengo muy claro que no hay que entrar en competencia con el teatro privado sino todo lo contrario.
El momento del teatro en España es de ebullición. La llegada de la democracia fue desconcertante. Creíamos que el teatro se iba a colocar en su sitio. No fue así. Pero ahora estamos en un momento de eclosión. Nace una segunda Edad de Plata para el teatro. Pero muchos profesionales están en la auto-explotación, en salas alternativas o en micro-teatros donde las condiciones no son aceptables.
Creo que a nada que hagan un poco los políticos en Madrid, que es nuestro gran rompeolas cultural, tendremos muchas satisfacciones. Los creadores teatrales vienen a Madrid, e incluso los espectadores de toda España vienen a Madrid a ver teatro. España se está encontrando con el teatro, tal vez para encontrarse a sí misma. Por eso aparece en buena hora Cervantes, el hombre que más contradicciones acumuló profesional y personalmente. Cervantes es la gran paradoja de España. Como su Numancia.
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