En este 2015 hace 50 años que Ian Gibson (Dublín, 1939), el biógrafo por antonomasia del autor de 'Poeta en Nueva York', plantó sus reales en España. Para recordarlo, acaba de publicar 'Poeta en Granada'. En 2016 hará 80 años del asesinato de García Lorca y su obra pasará a ser de dominio público. Ahora se vuelven a buscar sus restos en la encrucijada de Víznar y Alfacar.
No sé si Lorca está en el polígono número uno de Alfacar. Miguel Caballero lo piensa así. Está buscando bajo un campo de fútbol que hicieron los socialistas con toneladas de tierra. Posiblemente allí hay pozos con fusilados.
Yo sigo pensando que Lorca está muy cerca de donde le buscamos la primera vez, dentro del parque cercano. Me lo indicó su enterrador, Manuel Castilla Blanco. Y está la declaración del segundo presidente de la diputación granadina, diciendo que allí encontraron restos, que se pusieron en otro sitio del parque.
La familia Lorca está en contra de remover los restos de Federico. Han dicho que no les interesa saber exactamente dónde está, porque les basta saber que está en aquella montaña. No quieren saber cómo murió. Es rarísimo, porque no hay una sola voz discrepante en el seno de una familia que uno creía progresista.
En Granada se comenta mucho el porqué de esta obstinación de no querer saber lo que pasó en los años 50, cuando Franco dio su permiso personal a la familia para que pudiese publicar las obras completas de Lorca. ¿A cambio de qué?
El año que viene es un año tremendo porque es el 80 aniversario del asesinato. Y es el momento de la entrada en el dominio público de las obras de Lorca. Y lo herederos tienen los derechos. ¿Qué va a pasar?
Cuando yo publiqué el primer tomo de la Biografía no se podía hablar de la homosexualidad de Federico y yo hablé
Hubo un cambio radical en la familia. Cuando yo publiqué el primer tomo de la Biografía no se podía hablar de la homosexualidad de Federico y yo hablé. Hoy nadie puede hablar de Lorca sin tener en cuenta su condición de gay. El problema ahora es su muerte. Y si la familia sabe más de lo que dice saber.
Laura García Lorca es la presidenta de la Fundación y tiene un gran follón con el Centro Lorca de Granada. Es un edificio maravilloso, pero sin un solo documento original. La mano derecha de Laura en el Centro ha estado robando, está desaparecido y hay un proceso. La cuestión es muy grave porque hay dinero extranjero ahí, de Noruega sobre todo.
La obra de Lorca es un canto al amor que no puede ser. Se ve en él una terrible inquietud sexual, desde el primer momento. También es fundamental la identificación de Lorca con Cristo. Lorca está con el Cristo que ama al perseguido. Y, como Cristo, quiere cambiar el mundo. Es un revolucionario.
Publico yo ahora Poeta en Granada, un recorrido íntimo por la ciudad de Lorca. Y un homenaje. Son mis 50 años en Granada. Estamos en 2015 y mi primera visita fue en el 65, con Carol, mi mujer, la misma de hoy… Yo quiero que la gente vaya y vea los sitios que le inspiraron.
Para el próximo años preparo la reedición de la Biografía. Llevo un año corrigiendo, he suprimido unas cosas y he añadido otras. Vida, pasión y muerte. No en dos tomos, que es demasiado. Saldrá en junio. Me están pidiendo reediciones de ocho de mis libros.
La familia Lorca está en contra de remover los restos de Federico. Han dicho que no les interesa saber exactamente dónde está. Es rarísimo.
Mi primer libro, La represión nacionalista de Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca, lo publiqué en París, en Ruedo Ibérico, en 1971. Ningún libro mío ha tenido su éxito, cruzó la frontera masivamente. Tuve de editor a José Martínez, que cuando murió Franco y empezó la Transición le robaron sus libros. Fue muy triste su muerte.
Yo vine a España en el 57, con 18 años. Cuando llego no sé nada de Lorca, vengo a Madrid a un curso de verano, por el idioma, y cuando vuelvo a Dublín ya sé algo. El año siguiente, tropiezo con El romancero gitano. El Romance de la luna, luna me trastorna, y me cambia la vida.
Mi mujer y yo no queríamos vivir en la que yo llamo “la miserable isla”, Gran Bretaña. Es un país que nunca me ha gustado mucho, yo siempre quería vivir en Europa. Era profesor y me dieron un año sabático. Y llegamos aquí después de tres años fantásticos en Francia.
Hasta que tuve la llamada de Granada, vivimos en Madrid. En el 84 consigo la nacionalidad española, por Felipe González y Fernando Morán. Y esto fue muy importante para mí. A diferencia de la gran mayoría de hispanistas, que vienen de vez en cuando, yo quería vivir aquí, siendo español, para poder opinar públicamente.
La etapa granadina, que iba a ser de un par de años, se convirtió en 14, del 95 al 2009, en El Valle. Me presenté con el PSOE como independiente, y me nombran asesor cultural. Y el que llegara desde fuera un guiri como yo levantó ronchas. Abrí tres bibliotecas en tres pueblos. A una inauguración vino Alfonso Guerra.
Llegó el momento de volver a Madrid, porque necesitaba la Biblioteca Nacional y la Hemeroteca Municipal. Madrid para mí es el centro, y Lavapiés el epicentro del mundo hispánico. Aquí está mi casa y lo que me queda de mi biblioteca. Tengo 4.000 libros en Fuente Vaqueros y todos mis papeles. Los he vendido a un precio razonable, pero tengo todo lo mío junto y a disposición del que lo quiera.
La Transición fue muy positiva. Tal vez se habría podido proceder con más valentía contra los restos del fascismo, con la memoria histórica
Viví la Transición. Fue una época muy positiva. Tal vez se habría podido proceder con más valentía contra los restos del fascismo. No hicieron con la memoria histórica lo que deberían haber hecho. A Alfonso Guerra se lo dije hace poco. “No, no, había que ir con mucho cuidado con los peligros: la Iglesia y el Ejército”.
Estoy esperando que el gobierno que salga del 20-D haga lo que hay que hacer, que es buscar los muertos. Cada día estoy pendiente de cuándo Pedro Sánchez va a decir algo. Tampoco Pablo Iglesias se ha pronunciado que yo sepa. Pero Rivera sí, se ha comprometido a actuar. Veremos qué pasa. Si no lo hacen ahora, creo que España va a perder el tren para siempre.
No hay que juzgar duramente la Transición, fue una etapa muy difícil, muy delicada. Sí ha habido errores en la Educación. Los cambios constantes han creado una inseguridad terrible. Y luego, la corrupción. Es un espanto que no haya habido controles. Es algo arraigado en la psique española, la cultura de la picaresca. Es terrible la lección de esta última legislatura. Están robando al pueblo, con las tarjetas negras, las cuentas en Suiza o en Andorra…, el caso de Pujol.
Me parece atroz en este momento querer la independencia en Cataluña. ¿Por qué no esperar un poco y ver los cambios que hay que hacer en la Constitución para ir a una República Federal? ¿Por qué no esperar un poco en vez de romper España en una situación tan insegura?
Un poco de paciencia, un poco de seny. Por eso Ribera me fascina, porque es la primera vez que desde Cataluña se habla a España entera. Un partido de centro, razonable. Me parece un fenómeno extraordinario. Ciudadanos me está fascinando.
Mi familia es metodista, y he sufrido bastante. El protestantismo no tiene un principio femenino. Siempre me ha atraído el misterio de la Virgen, su ternura
Yo soy de familia protestante y me ha hecho sufrir bastante. No es como el catolicismo que por lo menos te da el sentimiento de culpa. En el protestantismo no hay nada de esto, por lo menos en la versión del protestantismo que padecí yo, que es el metodismo. Y el protestantismo no tiene un principio femenino. Siempre me ha atraído la Virgen. El misterio de la Virgen, su ternura.
Mi mujer, mi eterna compañera. Sin ella no existe mi obra. Ella ha sido el apoyo, porque ha sido muy difícil para ella, cambiando constantemente, en cada libro. Tenemos dos hijos. Dominique se ha ido a Santiago con su mujer chilena a montar un restaurante. Mi hija, Teresa, está aquí en Madrid, casada con un español. Tengo de ella dos nietos.
Entre los personajes que he estudiado están José Antonio, Calvo Sotelo, Carrillo o Queipo de Llano. Franco lo he dejado para mi amigo Paul Preston, que es historiador. Yo soy biógrafo literario. Pero fue un desastre que Franco durara tanto.
Traté ese póquer magnífico: Machado, Juan Ramón, Hernández y Lorca. Lloro cada día al empezar a trabajar en mi despacho pensando en el país que podía haber sido España. Es un país trágico y por eso no quiero que pierda el tren otra vez con la memoria histórica. Es la asignatura pendiente número uno.
La gente necesita liderazgo. Eso es lo que vamos a ver después del 20 de diciembre. Necesitamos un gobierno que ponga el énfasis en la cultura y la convivencia, teniendo firmeza para hacer ciertas cosas. Pero yo estoy esperanzado, creo que no vamos a tener nada comparable al horror de los últimos cuatro años. A ver si vemos la segunda Transición, que es lo que hace falta.