“All we could think of was that every day we were alive was a bonus” (“Lo único que podíamos pensar era que cada día que pasábamos era un día extra de vida”). Vicente Gasulla tenía 23 años cuando estuvo en los campos de trabajo nazis de la isla de Jersey (Inglaterra), donde fueron trasladados, desde Francia, para la construcción del Muro Atlántico, 1.500 republicanos españoles. Diques, búnkeres, trincheras, canalizaciones, túneles y hasta hospitales y cementerios subterráneos conformaban aquel poderoso cinturón de fortificaciones defensivas, que los alemanes erigieron en el noroeste de Francia y que extendieron también hasta la única tierra inglesa ocupada por el Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial.
Jersey no escapó a los arañazos de la afilada y terrible garra del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial
Las islas anglonormandas del Canal de la Mancha, Jersey (la de mayor extensión), Guernsey, Alderney y Sark fueron el destino ordenado por los nazis para los prisioneros españoles, partisanos soviéticos y judíos. Los republicanos de la guerra de España fueron los primeros en llegar a Jersey. Su cautiverio, en las peores condiciones imaginables, configura un relato estremecedor, casi inédito, cuyo sombrío escenario fueron estas islas a poca distancia de Normandía. En el invierno del 39, los llamados rott spanien, los rojos españoles, habían dejado su país exhaustos por la reciente derrota, buscando refugio tras la frontera hispanofrancesa.
“Jersey no escapó a los arañazos de la afilada y terrible garra del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial”, asegura Martí Crespo a este periódico, autor del libro Esclavos de Hitler. Republicanos españoles en los campos nazis del Canal de la Mancha. Las tropas de la Wehrmacht ocuparon desde junio de 1940 hasta mayo de 1945 este estratégico retazo de tierra inglesa. Todt sería la empresa pública del Tercer Reich encargada de la construcción del Muro Atlántico.
Sólo el régimen de Vichy entregaría a los alemanes entre 15.000 y 27.000 refugiados españoles, según las fuentes, para contribuir a la construcción de las infraestructuras defensivas del denominado Muro Atlántico, que iba desde la Rochelle hasta Normandía pasando por la Bretaña y cruzaba hasta las islas del Canal. Los republicanos españoles formaron parte de aquella ingente mano de obra esclava destinada a aislar al Reino Unido del resto de Europa.
La voz de Gasulla
Gasulla era uno de aquellos esclavos forzados. Con 17 años se alistó en el ejército republicano y fue destinado a la sección de armas en el aeródromo del Prat de Llobregat, trabajando incluso con el comandante Ramón Franco, poco antes de partir a la frontera francesa. “Allí nos metieron directamente en campos de concentración”, confesaba refiriéndose a Argelès-sur-Mer, Barcarès o Saint Cyprien, playas valladas con alambre de espinos donde los refugiados dormían en agujeros excavados en la arena y donde muchos acabaron muriendo de hambre.
Conocemos su relato gracias a una entrevista realizada en la radio del Imperial War Museum de Londres, en 1987, un año antes de su muerte. Allí ha quedado archivada, allí se conserva, como un testimonio olvidado de aquella historia silenciada: “Había personas que me pedían que les disparase, porque no podían andar más y no querían quedarse bajo el régimen franquista”. La imagen deshecha de un ejército abatido marcó para siempre la memoria de Gasulla, que moriría en la isla de Jersey en 1988.
Si querías quedarte en Francia, tenías que alistarte en su ejército o prestar servicios a la patria
El medio millón de españoles que había cruzado la frontera con Francia no podía imaginar el incendio que estaba a punto de asolar Europa. A Gasulla, las autoridades francesas lo conminaron a prestar servicios al país a cambio de mantener su derecho de asilo: de lo contrario, sería repatriado a España. “Si querías quedarte en Francia, tenías que alistarte en su ejército o prestar servicios a la patria”. Gasulla comenzaría a trabajar para las Compagnies de Travailleurs Ètrangers (CTE), mediante las cuales las autoridades francesas podían reclutar a todo extranjero mayor de 18 años y menor de 55 si consideraban que suponía una carga para la renta nacional. De indeseables, los refugiados españoles pasaron a ser mano de obra útil al servicio de una nueva guerra mundial.
Esclavos laborales
Con la ocupación alemana, los republicanos españoles fueron cedidos por el Gobierno de Vichy como mano de obra esclava. El primer contingente de trabajadores forzados llegó a Jersey a comienzos de 1942, españoles en su mayoría. Gasulla fue trasladado desde las obras del Muro Atlántico en la costa noroccidental francesa hasta Jersey: “Hasta agosto y septiembre de 1943 no desembarcarían en la isla unos tres mil rusos, ucranianos y polacos, muchos de ellos eran menores de edad, además de setecientos judíos”, recordaba Gasulla.
El filólogo e historiador Luis Monferrer Catalán cifra en 19 los campos nazis de trabajos forzados en Jersey, que comenzaron a construir los propios españoles. Entre ellos se encontraba Enrembrestein, ocupado por republicanos españoles, Lager Udet, con españoles y rusos, Schupke, con españoles y franceses, Richtofen, principalmente con españoles, Russo, únicamente con rusos, o Imaelmann, solo de españoles, entre muchos otros.
Gasulla comenzaría a trabajar como asistente médico de uno de los hospitales: “Todos los campos tenían un pequeño hospital, además de una barraca, y en Jersey algunos españoles nos encargábamos de las labores sanitarias”. Las duras condiciones de trabajo provocaban “enfermedades cutáneas, en la cara, en la nariz, o infecciones pulmonares”, causadas por el cemento. Sin medicinas adecuadas, tratamientos ni antibióticos, el número de bajas se iba elevando cada día en los diferentes campos.
Cuando los deportados salían a trabajar por la mañana solían buscar comida dejada la noche anterior por amables residentes
Las agotadoras jornadas, unidas a las duras condiciones meteorológicas, se hacían más llevaderas en los campos de Jersey gracias a la solidaridad de los isleños. “Cuando los deportados salían a trabajar por la mañana solían buscar comida dejada la noche anterior por amables residentes, que no titubearon a la hora de quebrantar la prohibición expresa de la comandancia alemana de darles de comer o venderles comida”, apunta el investigador Martí Crespo. Algunos testimonios relatan la creación de un periódico manuscrito por parte de los españoles llamado Aquí también. “Aquí también se puede luchar, se puede resistir, se puede hacer frente al fascismo”, rezaba el ardoroso subtítulo.
Gasulla permaneció como prisionero en Jersey hasta el 9 de mayo de 1945. Tras su liberación pidió permiso a las autoridades locales para quedarse a vivir en la isla, donde se casó y tuvo a sus hijos. Murió a los 69 años.
Ofrenda floral
Desde el año 1975 un memorial recuerda en Jersey a las víctimas de los trabajos forzados en las islas del Canal. A los pies del Westmount Memorial se organiza una ofrenda floral, cada nueve de mayo, por parte de las autoridades locales de Jersey y representantes diplomáticos. El preso republicano Francisco Font fue el creador de este espacio de memoria en la isla; hoy, su hijo Gary Font, nacido en Jersey, mantiene viva la llama del recuerdo.
La falta de presencia institucional española ha sido constante desde hace cuatro décadas. La única excepción se produjo en 2006 cuando el embajador en Reino Unido entonces, Carlos Miranda, se trasladó a Jersey para participar en el homenaje y dar voz al millar y medio de republicanos que fueron explotados en la isla. Era la primera y única vez que el Gobierno español rendiría homenaje a sus compatriotas.