Abajo, jalean; arriba, les hacen jalear. Los feligreses atienden al discurso del ídolo y al de sus tres rivales, en la nave central de la catedral podemita. La acústica es terrible y el grupo debe guardar mucho silencio para entender las acusaciones y réplicas que se lanzan entre los cuatro. La mitad del aforo, sentado en sillas de tijera. Todos siguen las palabras de Rajoy -con las que estallan en carcajadas-, a las de Sánchez -más risas-. Y luego está Albert Rivera, que hace reventar de ira e inquina al personal. A pesar de lo que dicen las encuestas, que sitúan a Ciudadanos muy lejos de ser rival para Podemos, los fieles morados se revuelven como hooligans. El debate cara a cara de ambos líderes, en el programa de Évole parece haber caldeado el ambiente.
Trabajan en silencio, mientras el proyector lanza sobre la pared blanca el debate a cuatro
La Morada está en el madrileño barrio de Embajadores, uno de los que más arropan a los de Pablo Iglesias con sus votos. Entre el piso inferior y el superior del espacio cultural del partido político hay una red que alimenta a los feligreses. Una red que controla los impulsos de sus creyentes a golpe de tuit y retuit. Han preparado una mesa larga, a la que están sentadas unas 15 personas, con sus ordenadores portátiles. Trabajan en silencio, mientras el proyector lanza sobre la pared blanca el debate a cuatro. Alrededor de ellos, parte de la cúpula madrileña del grupo.
Ha sido una noche muy calurosa en Madrid. Una de sandalias, bermudas y cervezas. El equipo trabaja en la edición de vídeos, en los comentarios, en contenidos que se puedan recuperar para apoyar lo que acaba de decir Iglesias en directo. La máquina está engrasada, como si hicieran un debate cada semana. Básicamente centran sus esfuerzos en Twitter. No parece que ninguno tenga más de 40 años y pocos superarán los 35. En la parte alta se guarda silencio absoluto durante el debate. De vez en cuando ruido de botellines rodando. De cenar, empanadillas.
En los descansos sube la diputada Tania Sánchez, se reúne con los cerebros de la operación y pactan las directrices: “España tiene dos opciones: la del PP y la de Podemos”. Es la polarización de la campaña, la operación que saca al PSOE de las urnas como posibilidad para acabar con Mariano Rajoy. Parte del equipo está fumando en la calle, comentando la jugada. Tienen 10 minutos.
La Morada también tiene barra y grifo. Mesas para pasar un rato y una librería en la que adquirir lectura de la cuerda. Aquí parará más tarde Pablo Iglesias ante las cámaras que le esperan, a su vuelta del debate televisado, y dirá que está muy satisfecho con el debate. “Ojalá fueran obligatorios. Los debates se nos da bien y eso se nos nota. Nos gusta que no haya plasma”. También insistirá en colocar a Podemos como la alternativa y a que Pedro Sánchez se pronuncie con quién quiere aliarse su partido. Y así trabajará la línea de flotación del PSOE los siguientes 10 días.
Perfil amarrategui
A pesar de citar a “la tendencia de alegría que nos está empujando”, no es el énfasis de remontada de la campaña del 20D. El perfil del líder es más bajo, menos ruidoso, más dócil. La hinchada lo ha visto y es el comentario del postpartido. Han echado en falta la vehemencia, les sobra contención. Pero es el plan. Aún así, los fieles han gritado y aplaudido cuando Iglesias le ha soltado un gancho indirecto a Rivera vía presidente: “Rajoy tiene un buen escudero”. Risas y abucheos cuando Sánchez recuerda por enésima vez que “la intransigencia de Iglesias no me permitió ser presidente”. Más aplausos cuando toca hablar de corrupción: “Es una lacra inmoral que cuesta dinero a los españoles”. Dice que 2.000 euros al año a cada uno de nosotros.
En las redes se generan efectos mucho más fuertes
El equipo de La Morada también se coordina con el equipo central, en la sede del partido, calle Princesa. Allí, otra larga mesa con otras 15 personas mueven por su parte el contenido del debate. El cerebro de toda la organización es Eduardo Fernández Rubiño (Madrid, 1991). Tan joven que cuando nació TVE ya había cerrado La bola de Cristal. Empezó a militar pronto en Juventud sin Futuro y allí descubrió el valor de las redes sociales: repartía pasquines a la salida del Metro. 200 panfletos como mucho. Un día colgaron un vídeo en Youtube, 25.000 visitas. “En las redes se generan efectos mucho más fuertes”, dice a este periódico.
Prefiere llamarlo de otra manera, no propaganda. “Toda la estrategia política que hemos montado no se puede reducir a un procedimiento técnico. Es activismo político”. Reconoce que ha sido un debate en el interior del partido, para unos el equipo que dirige sólo son una herramienta para hacerse oír. Pero desde redes se han recaudado los fondos para la campaña y desde ellas lanzaron las primarias. “No es sólo un altavoz, es el medio que ha generado el movimiento ciudadano en torno al partido”, asegura.
Eduardo cuenta que en el equipo del debate hay personas que monitorean las redes para ver qué se dice, otras mueven contenidos relacionados con las respuestas de su candidato, las hay que se dedican a pensar respuestas para responder a sus adversarios, unas hacen infografías e ilustraciones y, por supuesto, están las que se dedican a editar vídeos sobre la intervención de Pablo Iglesias para mover por la red. “Insistir en el vídeo de los pactos, es el más relevante”, les dice el líder de Podemos durante un descanso del debate. Junto a él están Íñigo Errejón, Irene Montero y el propio Eduardo Fernández Rubiño, que ya ha dado la orden. Todos reaccionan al momento, son una comunidad conectada.
Facebook, la puerta del voto
El responsable del Área de Redes Sociales de Podemos es partidario de darle más importancia a Facebook que a Twitter, porque le permite contactar directamente con los suyos. “Los partidos prestan más atención a Twitter porque allí están los mediadores con influencia, pero en Facebook hay 22 millones de españoles”. Pablo hizo un Facebook meeting antes de entrar en el debate y tuvo un alcance de 500.000 personas. Las entradas en el perfil de Facebook de Podemos apenas superan los 25.000 me gusta, pero ayer tumbaron la media.
La euforia de la remontada nos disparó. No sé cuántos votos conseguimos, pero Facebook nos lanzó a la estratosfera
Tuvieron un pico de casi 3.000.000 de personas en un día. Está satisfecho con esta marca, pero no es nada comparable con la del debate a cuatro (sin presidente) del 7 de diciembre de 2015. Ese día reventaron el pico con más de 8.000.000 de personas en un día. “La euforia de la remontada nos disparó. No sé cuántos votos conseguimos, pero Facebook nos lanzó a la estratosfera. Ningún otro debate ha sido igual a aquel. Entonces buscábamos un revulsivo y en éste partimos de segundo lugar: tenemos más tranquilidad, no necesitamos hacer aspavientos, ni ser lo más mencionado del día”, cuenta y confirma el perfil bajo de Iglesias.
En parte fue un debate aburrido, porque dos de los cuatro actuaban como boxeadores sonados que se niegan a morir. En frente, Rivera mordía sin soltar presa e Iglesias circulaba con el freno de mano puesto. No se generó tanta atención en redes por la falta de anécdotas y detalles para comentar. “Ha sido el debate más plano y menos atractivo para las redes por la falta de novedades”. Y con todo, una audiencia de 10,5 millones de espectadores. En el perfil de Facebook, que recuerda a la pared en la que se pegan los carteles electorales, colocaron varios vídeos, pero el que funcionó fue el rescate del minuto de oro de la “remontada”.
A la mesa de control han llegado sus participantes desde muchos afluentes diferentes, pero ninguno de los que la componen es especialista del mundo de la comunicación, del marketing, ni de las redes. Eran activistas del 15M, del mundo juvenil que sabían hacer política gestada en redes sociales. Todo muy casero, como los orígenes de Podemos. Pero el partido fue creciendo y se han incorporado perfiles diferentes, que alimentan la maquinaria: un ilustrador, infografistas y editores de vídeo con experiencia. Todo cuenta para convertir a “la remontada” o “la alegría” en un leitmotiv de esta novela sin final.