La Cultura patea a su representante en el Ministerio
El sector se reúne para buscar una solución a la crisis de financiación pública de la cultura y José Marco indigna al personal al declarar que: “La cultura no necesita ser salvada”.
13 diciembre, 2016 19:05Noticias relacionadas
La crema de la crema de la vieja guardia cultural se ha reunido medio día en el Círculo de Bellas Artes para hallar la fórmula del éxito que acabe con la precariedad del sector y devuelva las vacas gordas que un día pastaron sin peligro de extinción en las industrias creativas de este país. ¿Es posible? De momento, esta es la octava edición del foro organizado por la Fundación Alternativas y la Fundación Santillana y continúa la búsqueda del Santo Grial: el modelo francés. Este año hay dieta, mal síntoma, con menos ponentes, menos ponencias y un propósito: “¡Alerta! ¡Salvar la cultura! Por un nuevo modelo cultural”. Y todo, en martes 13.
Nicolás Sartorius, Pere Portabella, Ignacio Polanco y José Miguel Fernández Sastrón abren la jornada. “Apoyamos la intervención de los poderes públicos en la cultura. El Estado no se puede desentender de garantizarla. Hemos encargado un estudio del modelo francés, porque creemos que Francia dedica un cuidado sostenido a su cultura. Pero no se trata de imitar lo que hace Francia”, dice Sartorius, presidente de la Fundación Alternetivas. Zeus es un mito tan antiguo como el modelo de financiación cultural francés y las industrias culturales nunca han perdido la esperanza de encontrarlo.
Apoyamos la intervención de los poderes públicos en la cultura. El Estado no se puede desentender de garantizarla
José Pascual Marco, director general de Industrias Culturales y del Libro, aterriza en las jornadas para “completar la crítica” y para polemizar. “El modelo francés no es imitable, ni es deseable imitarlo”, asegura. “Critico dos cosas que se repiten en el informe: no se debe ser tan catastrofista. Porque da la impresión de que la cultura necesita ser salvada y no es así. Las cifras son bastante buenas. Además, este informe siempre tiene un enfoque demasiado estatalista, porque es el Estado el que tiene la culpa de todo y el que tiene que salvarlo de todo”, ha asegurado sin miedo a ser abucheado.
Ha querido excusar responsabilidades propias explicando que la inversión en cultura de la Administración General es menor que la de ayuntamientos y comunidades. José Marco arranca con una broma al límite si lo que pretende el cargo es reconstruir la maltrecha relación entre el Ministerio y el sector: “El Estado tiene un saco de doblones de oro escondido que no se lo quiere dar a la cultura... Esto no es así. ¿Entonces recortamos en educación y sanidad para dárselo a la cultura? ¿Dónde recortamos el gasto o qué impuestos subimos? Hablemos de dónde sacamos el dinero”, explica.
No se debe ser tan catastrofista. Porque da la impresión de que la cultura necesita ser salvada y no es así. Las cifras son bastante buenas
“No ahoguemos a la cultura que debe ser crítica, sorprendente, independiente”, ha defendido el director general. “En Francia tienen intelectuales comprometidos y aquí cada vez son más frecuentes”. Y ha adelantado las promesas del Gobierno en campaña: “Habrá un Plan de Lectura como dios manda. Bajará el IVA de los libros electrónicos, al 4%. Esperamos completar un sistema de copia privada que satisfaga a los propietarios de los derechos de autor. Reforzaremos la Sección Primera [sic] contra la piratería. Habrá un estatuto del creador. Montaremos un sistema de avales potente para resolver el problema de la liquidez. Esto lo vamos a hacer entre todos y si es posible con el protagonismo del sector cultural”, ha finalizado. En el patio de butacas no hubo abucheos, pero sí pateó el suelo: parece que el sector está harto de las promesas y la altanería.
“El título me parece acertado y oportuno”, ha contestado José Miguel Fernández Sastrón a José Pascual Marco. “El creador es el eslabón más débil y el único e imprescindible”. Ha reclamado dignidad e independencia para autogestionarse, “que no nos digan cómo gestionamos nuestros asuntos”. Otro tortazo contra la última reforma de la Ley de Propiedad Intelectual. “La cultura no es un fin en sí mismo. La cultura se ha convertido en un reclamo para vender otras cosas”, se lamenta el presidente de la SGAE. “Queremos que se garantice el derecho del creador. Que sea una enriquecedora y que mantenga una actitud crítica. Eso es lo que queremos todos y lucharemos por ello”.