“¿Pero qué más queréis las feministas?” Esa pregunta impertinente, hecha desde el desconocimiento, es una de las que las mujeres aguantan constantemente, y más desde la huelga masiva del pasado 8 de marzo. Un sector de hombres creen que todo está hecho, que si las mujeres valen llegan a dónde se lo propongan, y que conceptos como el heteropatriarcado o el techo de cristal se acaban de inventar.
Para ellos llega un libro que aspira a contestar sus dudas para que no hagan más preguntas y para que estén al lado de las mujeres, y no frente a ellos. Se llama Las feministas queremos, y lo ha escrito Isabel Mastrodoménico a raíz de un hashtag durante los días en torno a la huelga feminista. 12 cartas de 12 feministas de todos los tiempos que dejan claro que la revolución será feminista o no será.
¿Cómo surge la idea del libro?
El libro como tal nace de un hashtag, pero realmente nace de las conversaciones que tenemos las mujeres en redes sociales en ese tiempo de espera en un tren, en el aeropuerto… yo soy directora de una agencia y me muevo mucho y en ese tiempo me encuentro que me preguntan mucho ese ‘¿qué más queréis las feministas? Así que un día hablando con mi agente me dijo: ahí tienes un libro, y hemos cogido los temas centrales que se trabajaron en aquel hashtag y los hemos desarrollado con un lenguaje fresco, que para eso soy docente.
No podemos dejarlo todo a la voluntariedad de quien da la clase, necesitamos leyes que incorporen el feminismo en los colegios, que lo defiendan
Lo que he hecho es responder en un lenguaje claro para llegar a ese desembarco de jóvenes que se están sumando, y en ese momento uno se encuentra en que no hay historia del feminismo porque se nos ha negado, así que he querido visibilizar a esas mujeres feministas, algunas históricas y otras más recientes, para reivindicar los temas en los que estábamos trabajando, como derechos humanos, reproductivos, la no violencia, la educación con perspectiva de género, la igualdad en la educación… porque es que todavía los niños hacen esas diferencias y las perpetúan.
Hace poco escuchaba a una madre decir ‘al menos mi niño no me ha pedido un traje de princesa’, ¿cree que la educación puede cambiar esos comentarios?
Claro, sobre todo que estas conversaciones llegue a las aulas. Yo he sido profesora más de 15 años y una de las cosas que me he encontrado es esa respuesta que tú me dices en chavales y en sus padres. Pero también te encuentras al docente que tampoco tiene información, incluso sobre temas que parecen de sentido común, pro que como no se han debatido y dado alternativas para que lleguen, pues el discurso no entra en las aulas. Y ante esto no podemos dejarlo todo a la voluntariedad de quien da la clase, necesitamos leyes que incorporen el feminismo en los colegios, que lo defiendan porque es un beneficio para toda la sociedad.
¿Qué siente cuando escucha a una mujer decir: ni machismo ni feminismo, igualdad?
El asunto con esto es que nosotras también hemos sido educadas en esta sociedad patriarcal, y por el simple hecho de ser mujer no se tiene esa conciencia de género, sino que se adquiere en un proceso que es una maquinaria que cuando la activas ya no para nunca, pero hace falta activarla, y eso lo vemos con la gente joven, que se ha parado y ha dicho: uf, no es normal que tenga que ir a la calle con miedo, o que me pregunten en una entrevista de trabajo si quiero tener hijos. Nosotras ya hemos hecho ese proceso, pero no todas han pasado por ahí, y tiene que llegar a toda la ciudadanía. Los hombres tienen que revisarse, y nosotras también, porque la conciencia de género se adquiere cuando tú te revisas y revisas tú papel en la sociedad, cuando miras en los frentes en los que te mueves y ves que siempre, en mayor o menor escala, hay discriminación.
¿Estamos viviendo un momento histórico para el feminismo tras lo visto con la marcha del 8M?
Pues el debate sobre si estamos en una cuarta ola feminista viene de ahí, porque los criterios que se han fijado para ello son que haya movilizaciones en la calle, que las nuevas tecnologías hayan sido fundamentales para la movilización, y que las acciones tengan impacto legislativo. En España podemos hablar de esto desde El tren de la libertad el 1 de febrero de 2014, porque se consiguió que no se cambiara una ley y dimitió un ministro. También ocurrió en Argentina, con las compañeras y la marcha de Ni una menos. Ahora con el Me Too y las marchas de las mujeres contra Trump ha empezado a hervir y hemos llegado al 8M. Nos quedamos todos maravillados con la respuesta y ahora se trabaja para que esa conciencia que se ha generado que revierta en formación y en herramientas.
¿Por qué muchos hombres se sienten atacados por la palabra feminismo?
Hay dos elementos en este caso puntual. Uno es el desconocimiento, porque cuando tú le preguntas a una persona sensata, no a misóginos redomados, con una cabeza que funcione, si está a favor de la igualdad de derechos y oportunidades te va a decir que sí, y eso es lo que defiende el feminismo. Pero también hay otro elemento importante cuando hablas con hombres, y es que históricamente habéis vivido con una serie de privilegios que se os han otorgado por el simple hecho de ser hombres, y lo que decimos es que ese orden no es justo y queremos regularlo, que queremos el mismo derecho, y eso significa tener privilegios, y moveros de espacios para que entren las mujeres toca las narices.
Cualquier persona, menos los misóginos redomados, está a favor de la igualdad de derechos y oportunidades, y eso es lo que defiende el feminismo
Con el 8M triunfó el optimismo, pero luego llegó el caso de La Manada, ¿se confirmó que no iba todo tan bien?
Con el caso de La manada nos ha marcado dos cosas. La primera es que ha dejado claro que la justicia tiene que revisarse, porque no nos protege como ciudadanas de derecho, y esto era una violación de principio a fin. Estamos desprotegidas, y esta no es la única sentencia en esta línea, porque la semana siguiente se dio otro caso similar. Esa desprotección aumenta la sensación de vulnerabilidad. Yo ya soy una mujer hecha y derecha, me preocupa mi seguridad, sí, pero también que mi hijo rompa con ese patrón. Yo siempre pongo el mismo ejemplo en clase, les pregunto a los chicos que cuánto tiempo gastan frente al armario por las mañanas pensando lo que se van a poner. Todos dicen que dos o tres minutos, lo primero que pillan. Nosotras, por esa concepción de seguridad, pienso dónde voy a ir, por dónde voy a pasar, con quién… antes de elegir que nos ponemos, y eso no es deseable para la mitad de la población.
¿Qué opinas de las cuotas y de los que se oponen a ellas?
Quienes se posicionaron en contra es porque tocaba sus privilegios, y articularon un discurso que fue demasiado rápido en ganarse una credibilidad, pero hay que poner cuotas, porque nosotras, por mérito, no vamos a tener un lugar de representación, y por desgracia la historia nos da la razón, porque muchas han estado invisibilizadas y las cuotas regulan eso. La voluntariedad no da resultado, porque por muy buena voluntad se les negaba el derecho a las mujeres, y por eso es necesario crear leyes que nos permitan solventar esa situación, y una de ellas es las cuotas para que tanto hombres como mujeres compartan el espacio de decisiones de poder, para que se escuche nuestra postura. Ningún señor con poder va a dejar su silla voluntariamente para que la ocupe una mujer sólo porque es lo justo. La meritocracia por voluntariedad no funciona. Mira el caso sueco, tomaron una posición clara, pusieron la ley y ya nadie concibe un consejo ejecutivo de ninguna empresa que no sea paritario. Ahí se entiende la importancia.
Ningún señor con poder va a dejar su silla voluntariamente para que la ocupe una mujer sólo porque es lo justo. La meritocracia por voluntariedad no funciona
¿El feminismo tiene que ir de la mano del anticapitalismo?
El feminismo tiene una teoría econímica muy interesante, y aboga por un sistema de producción y negociación que sea contrario al sistema capitalista, pero eso no quiere decir que no se tenga esa facultad de generar progreso, sólo que se es más respetuoso con el entorno, más exigente con el papel del estado y las administraciones publicas, y busca que se beneficie el 100% de la población. Es interesante cuando trabajamos estos discursos con empresas, yo les invito a que lean teorías de economía feminista, porque son muy favorables con las empresas cunado las aplicas en tu entorno. Yo soy una empresaria, pero hago un trabajo responsable. El feminismo se opone a un sistema depredador como el de ahora y a un discurso neoliberal que en materia de feminismo vende que se puede usar el cuerpo mujer con la falsa idea de una libre elección que, siendo honestas, no existe, porque siempre hay presiones externas.