Ian Gibson: "No me gusta Abascal a caballo, es la resurrección de un macho viril, un Putin español"
El hispanista irlandés publica 'Los últimos caminos de Antonio Machado' (Espasa) en el 80 aniversario de la muerte del poeta en Collioure.
19 febrero, 2019 03:05Noticias relacionadas
Ian Gibson (Dublín, 1939) ha dedicado media vida a investigar el paradero de los restos de Federico García Lorca. Las últimas excavaciones en el parque de Alfacar (Granda) han brindado un resultado desolador y discutible por igual para el hispanista irlandés, que sigue convencido que los huesos de Lorca están ahí y denuncia que los trabajos arqueológicos no se han realizado de forma efectiva.
Pero ahora está sumergido en la vida de otro poeta, también republicano, aunque este no murió fusilado por el franquismo, sino en el exilio francés, en Collioure: Antonio Machado. Con motivo de la publicación de su última obra, Los últimos caminos de Antonio Machado (Espasa), Gibson ha realizado un viaje relámpago al pequeño pueblo costero de la Occitania para brindarle su particular homenaje a unos días del 80 aniversario de su fallecimiento, el 22 de febrero de 1939. De camino, Gibson se sienta a charlar con EL ESPAÑOL. Y no se muerde la lengua.
De Machado y su vida se han escrito multitud de obras, ¿qué es lo novedoso de su trabajo?
Hemos puesto este título y la gente cree que son los últimos días, pero en realidad son todos los días, porque él desde el primer momento está pensando en el último día. El último verso que encuentran en su bolsillo —“estos días azules y este sol de la infancia”— conducen a Sevilla. Está pensando en su muerte siempre, que encontrará en una playa esperando el último barco. De modo que yo he decidido darle la vuelta y hacer un flashback al entierro y luego contar brevemente los caminos de su vida quitando lastre. Hoy nadie va a leer una biografía convencional de 700 páginas impresas. Este libro es para gente nueva, joven, para gente que no sabe mucho de Machado y quiera saber algo. Creo que el libro les da su esencia.
Hace unos días, la Fundación Antonio Machado pidió que al poeta se le recordase como un “héroe nacional de la democracia”. ¿Cree que habría que recordarle con esta etiqueta?
Son palabras mayores, desde luego. Él luchó toda su vida por su ideal republicano. Nace en una familia republicana, extraordinaria. Los Machado son una gente especial, sobre todo el abuelo paterno, Machado Núñez, que es catedrático de Ciencias Naturales en la Universidad de Sevilla. Machado se identifica absolutamente con las misiones pedagógicas, con los afanes culturales de la República. No le gusta nada el cambio que se produce en 1933, cuando llega la coalición derechista al poder. El Frente Popular lo ve como la recuperación de la República. Luego vienen la guerra y el horror del exilio. Ellos son republicanos, no son gente violenta, son gente pacífica que cree en el cambio, pero todo fracasa. Yo veo a Machado absolutamente esencial hoy, cuando no hay diálogo suficiente. La gente se tiene que poner de acuerdo, él preconiza el diálogo, el diálogo pausado.
Machado siempre apoyó la causa de la República pero sin ser un revolucionario radical.
En absoluto. Cuando le preguntaban durante la guerra él siempre decía: “Yo no soy marxista. El marxismo tiene mucho que ofrecer a la humanidad pero no creo que los valores materiales sean la esencia. Yo soy un viejo republicano”. Él era un hombre republicano en la línea de Azaña, razonable. El anarquismo les parecía un gran error; bombas y violencia, no; pero sí era revolucionario en el sentido de que hay que cambiar la sociedad.
Una figura tan universalmente conocida en la época, tan importante para la República, acabó exiliándose en condiciones infames. ¿Estuvo realmente la República a la altura de su poeta?
La República estaba en guerra, divida, había muchas maneras de entenderla… La República no es un ser humano. ¿Atendió adecuadamente a Machado? Probablemente no, pero salió medio millón de personas en aquellos días, ametrallados y bombardeados por aviones alemanes e italianos. No se concibe tanta crueldad hacia gente que huye, es un espanto difícil de imaginar para nosotros. De modo que no es fácil dar una contestación. Hubo muchas Repúblicas y muchas presiones del republicanismo. No era lo mismo ser un anarquista de Barcelona que ser un socialdemócrata de Madrid, estaban enfrentados entre ellos.
¿Qué es lo que más le ha sorprendido de su vida, de su personalidad?
Es el hombre tranquilo, el andaluz tranquilo que sopesa, que medita. Luego me interesa muchísimo su poesía de la primera época, las Soledades, que tienen mucha influencia francesa. Él es catedrático de francés, y creo que sin Francia no existiría el Machado que conocemos: el poeta que procede del simbolismo y el poeta que sufre, que trabaja con la obsesión de la España futura. Él viene de la Institución Libre de Enseñanza y ellos creen en la España europea, civilizada, con cultura, con diálogo. Eso es lo que él quiere, una España tranquila. Y estaría un poco disgustado con la situación actual.
En la época de la República, Machado también fue muy crítico con el nacionalismo catalán. Usted lo reivindica como la figura necesaria para el diálogo. ¿Qué opinaría del conflicto en Cataluña?
No estaría nada contento, nada feliz. Estaría muy decepcionado. Él preconiza el diálogo tranquilo y era republicano. Nadie habla de la España de la Tercera República y no lo entiendo. Yo creo que una Tercera República podría ser una solución al problema catalán. No veo por qué no se podría integrar Cataluña en una república federal y pensar en el bien común de todos los españoles, en vez de pensar en su pequeña república catalana que no garantizaría tampoco que las cosas mejorasen mucho, ni más libertad. De modo que yo preferiría que alguien me hablara de Cataluña y España integradas en una nueva república mucho más tranquila que la otra, más dialogante que la otra.
El PSOE dice que tiene un proyecto federal pero no lo veo por ningún lado. Yo sueño con la república federal ibérica, porque al fin y al cabo, menos el euskera, todos estamos hablando latín. Tenemos todo esto en común para hacer un país tranquilo entre todos, con dos capitales, Madrid y Barcelona. No puedo entender por qué no puede haber una bicapitalidad de una república tranquila, con los idiomas funcionando… Pero estos son los sueños de un hispanista loco (risas).
En su Autobiografía, Machado escribió “todo lo español me encanta y me indigna al mismo tiempo”. ¿Cuál era su verdadera patria?
La España que él desea, que él quiere. La gente me pregunta a mí si amo a España. España me produce una mezcla de amor y de rabia. En inglés dicen love-hate (amor-odio). Pero si hubiese odio yo no estaría aquí, pero rabia sí porque yo quiero que cambie. Él utiliza la palabra “indignar”, exacto, él quiere una España diferente, como yo. Si no hay amor, te vas. Precisamente si amas algo quieres que mejore.
¿Cuáles son esos vicios de España que le producen rabia?
La falta de diálogo y el tema de la Memoria Histórica, que me obsesiona. Los muertos en las cunetas, eso no puede ser. Estamos en Europa, hay que resolver ese problema que sería facilísimo. Solo hace falta un poco de magnanimidad de los ganadores, por llamarlos así. Si eres católico, es obvio que entiendes que la gente quiere saber dónde está su padre o su abuelo. Si se ha hecho en Málaga, se puede hacer en todo el país. También sería un alivio para las derechas, aunque ellas no lo vayan a hacer. Hablo así porque tengo la nacionalidad española, tengo los papeles, pago impuestos aquí, tengo derecho a decir lo que pienso y es útil que lo haga porque los otros hispanistas vienen y no tienen la nacionalidad y es más difícil. Yo vivo esto con más intensidad y no se puede dejar a esa gente ahí, es malo para España. Hay que resolver esto y luego iremos aproximándonos a la idea que tenía Machado para este país, hablando, dialogando.
Imagino que el resultado de las últimas excavaciones para encontrar los restos de Lorca habrá sido un jarro de agua fría.
Me ha dejado muy triste. He dedicado décadas de mi vida a esto. Los libros quedan ahí, pero es muy malo para España, para Granada, tener así al poeta nacional… Lorca es un fenómeno casi cósmico que llega a todos los rincones del mundo con su mensaje de amor al prójimo; ojo, sin este mensaje no llegaría: es por su identificación con los que sufren. Machado le admiraba, ¡cómo no le iba a admirar! Se conocieron en Baeza cuando Federico empezaba y le animó a seguir. Hay una vinculación entre ellos. Lorca es el máximo del horror de la sublevación de la guerra; y no saber dónde está a mí me duele… y que venga Santiago Abascal a liderar la búsqueda de los restos de Lorca…
Por eso le quería preguntar.
A mí el machismo no me gusta, no me gusta ese señor a caballo. Ya tenemos a Charlton Heston, no hace falta tener a Santiago Abascal. Además, había una pandilla de jinetes persiguiendo rojos por la tierra de Andalucía durante la guerra y es como la resurrección de un macho viril, es como un Putin español, medio desnudo, mostrando su torso. Es algo odioso para mí. Y luego añado que se tiene que operar la nariz, porque tiene una cara de moro que no veas… Cuando está hablando de los moros, que se mire un poco en el espejo y que vaya corriendo al quirófano para que le den una cara más alemana.
Con Vox presidiendo la comisión de Memoria Histórica de la Junta de Andalucía, ¿qué posibilidades se abren ahora para encontrar a Lorca?
Yo estoy muy decepcionado. Hay mucho que hablar de esto, de Luis Avial, que descubrió los restos, que ha estado allí, que ha visto algo… No le hacen caso, ni le consultan cuando nosotros mandamos un informe a la Junta de Andalucía. A mí me han decepcionado profundamente, yo no sé si hay presiones desde Granada o desde la familia, pero hay interferencias. A mí no me consultaron… Yo soy la única persona del mundo que habló con el enterrador porque todos han muerto, soy una especie de superviviente, pero mi propia gente no me consulta. Es para cabrearse.
¿Usted sigue creyendo que está allí, en la fuente del parque que lleva su nombre en Alfacar?
Sí, sí, sí. Por lo menos que hubieran consultado a Luis Avial, un poco de deferencia. Es verdad que él entró allí sin pedir permiso a nadie, con georradar, pero este hombre ha descubierto muchas fosas comunes, aquí y en América, y ha trabajado con la Guardia Civil. Yo al menos esperaba una consulta. He publicado mucho, mi primer libro es del año 1971. Sigo pensando que tenían la obligación de buscar en la fuente bien, no alrededor como han hecho. No han publicado el informe. Yo lo tengo y si no me explican algo pronto lo voy a filtrar. Pero ahora no sabemos en qué situación estamos, si Fernando Martínez, que es el director general de la Memoria Histórica va a seguir ahí o no.
Da la sensación que nadie quiere encontrar los restos del poeta. Ni los de otros miles de españoles.
Nadie está buscando matar a nadie, solo quieren saber la verdad. Ahí está Cristo: “Sabed la verdad y la verdad os hará libres”. Solo quieren ver la cabeza del abuelo querido que desapareció para siempre y nadie les dijo dónde estaba. Es algo humano, no hace falta nada, todo el mundo capta eso. Tener un desaparecido tiene que ser horroroso. Que se nieguen a decirte dónde está es cruel, no tiene nada que ver con la bondad y el cristianismo. Eso es lo que yo deseo y por eso hablo como hablo. Federico es el más grande, toda su obra gira en torno a los que sufren, a los perseguidos. En Granada, claro, tenía muchos enemigos. Muchísima gente sabía todo y no ha dicho nada, y eso me entristece.