Fernando Trueba es de los pocos que todavía acude a su kiosko de confianza para comprar de forma sistemática y casi por obligación moral el periódico. Lo hace en el establecimiento de Santi, con quien conversa por las mañanas y hablan de jazz. De hecho, el director de Belle Époque o La niña de tus ojos tiene preparado un regalo para el hombre que cada día le entrega el periódico. Se trata de Bebo de Cuba, un BOX que incluye siete CD, dos DVD y un libro con vivencias y fotografías sobre la vida de Bebo Valdés, el histórico artista de música cubana y jazz afrocubano. Sale a la venta el 24 de enero y está producido por Calle 54 Records y Universal Music.
Aparte de música y cine, Trueba no contempla hablar de aquellos hechos pasados que tantas críticas le costaron hace ya casi un lustro. El director abre las puertas de su casa en la capital madrileña a EL ESPAÑOL para conversar sobre su íntimo amigo, un "ángel", según él, Bebo Valdés, quien gracias a él vivió una nueva etapa dorada en la música y el cine.
Tras casi siete años de su fallecimiento, ¿cómo es volver a un proyecto que engloba a su persona?
Es sobre todo un deber. Estos discos estaban agotados y descatalogados. No podía ser. Había que volver a ponerlos a disposición de la gente y hacer una edición que fuera bonita enriqueciéndola con inéditos y un DVD con un documental que fue premiado en el festival de Tribeca. Lo importante es que todos esos discos estén ahí. Es muy terrible que una obra se venda y desaparezca.
Siempre se ha dicho que usted relanzó de alguna manera su carrera, que usted fue quien le redescubrió. ¿Cómo se conocieron?
Le conocí realmente cuando le propuse participar en la película de Calle 54. Esta película era un proyecto para juntar a una serie de músicos que yo adoraba y escuchaba todo el rato. Tú venías a mi casa y aquí siempre sonaba Jerry González o Michel Camilo, músicos que han formado parte de mi vida. Yo consideraba que no tenían todo el reconocimiento que merecían. En cualquier caso, quería hacer una película sobre la música a través de los artistas que a mí me gustaban. En Calle 54 nació nuestra amistad y ahí cambió nuestras vidas.
Cuando estalló la Revolución cubana Bebo tuvo que marcharse. ¿Qué significaban para él los Castro y su hogar, Cuba?
No se tuvo que ir. Quiso marcharse. A él no le gustaba hablar del tema. Él se fue en 1960 pensando que aquello iba a durar medio año y que volvería. Jamás volvió y murió sin ver Cuba de nuevo. No rehizo su carrera como músico pero rehizo su carrera en Suecia. La vida de Bebo es como una película. Uno de los grandes de la música cubana que vive toda la época dorada de la música de su país pasa a tocar en un hotel de Estocolmo música ambiental que no molestara a los ejecutivos. Y ahí, cuando, de repente, parece que ha llegado al final de su vida, Calle 54 le catapulta y vuelve a tener un tercer acto en el que está más activo y es feliz. Yo disfrutaba viéndole a él recibir el cariño de la gente. Recuerdo cómo una vez una chica se le acercaba y le pedía permiso para besarle las manos.
En cuanto al cine, siempre existe esa curiosidad sobre si los autores plasman en sus historias aspectos autobiográficos. ¿Cuánto de Fernando Trueba hay en sus producciones?
Creo que lo personal es la mirada, siempre; en cómo cuentas algo, no lo que cuentas. Tú puedes contar que ayer te encontraste a un amigo del colegio que no veías desde hace 30 años y hacerlo de forma impersonal, distante, fría. Y en cambio puedes inventarte una historia que es mentira y ser hiperpersonal. La ficción en el arte depende del estilo. Es el cómo, no el qué. Entonces, mis películas todas son personales. No sé si esto es bueno o malo. Mi última película, por ejemplo, es una adaptación de El olvido que seremos y está contado muy desde dentro aunque parta de un libro ajeno.
El amor, no solo el de pareja, también es un tema recurrente en sus películas. ¿La forma en la que se refleja el amor en su cine es la forma en la que Fernando Trueba ama en su vida diaria?
El amor es un concepto tan amplio. Yo creo que hay un componente romántico en mis películas. Incluso en las que no se habla directamente de amor. Por ejemplo, Calle 54 es una película romántica por lo que se hace y cómo se hace. Yo sí tengo ese componente romántico a la vez que el racional, que son dos temas que chocaron en Europa; el Romanticismo y la Ilustración. Por eso uno de mis héroes es Diderot, un hombre que reunía el romanticismo y el racionalismo en una persona. Él es uno de los héroes de mi vida.
¿Qué otro héroe tiene Fernando Trueba?
¿Alguno más? Pues el político y matemático de la Revolución francesa Condorcet. Y luego tengo muchos héroes de cine o musicales como Bebo o Billy Wilder. Se hace a uno mismo con los libros que lee, las películas que ve y los amigos que elige. Te creas una especie de familia. Es decir, se tiene la familia donde uno nace y luego se tiene la que tú te inventas y te fabricas a ti mismo.
Decía usted en una entrevista que "si uno quiere hablar de política que se haga político, no director de cine". Pero me recordó a un cuadro de Immendorff en el que aparece un pintor recluido mientras un manifestante se le acerca y le pregunta lo siguiente: "¿Y tú, dónde te sitúas con tu arte?". ¿No piensa que una obra de arte, ya sea cine, un cuadro o un libro, puede ser una crítica a un criterio establecido?
Completamente. Ahora mismo no recuerdo aquella entrevista pero estoy de acuerdo con que toda obra tiene una opinión sobre la sociedad. Hasta la comedia más escapista siempre tiene una visión del mundo. Siempre. Detrás de cualquier película, aunque el director piense que es apolítica, hay una ideología o la sombra del reflejo de una ideología política detrás.
Ahora que se acerca la fecha para los Oscar y han nominado tanto a Antonio Banderas, Pedro Almodóvar como la película de animación Klaus. ¿Cree que tienen probabilidades de llevarse la estatuilla?
Yo creo que tiene muchas posibilidades. Es fenomenal que haya dos películas y un actor español nominado. Es bueno para la industria. Además, Pedro es todo un veterano en los Oscar. En cuanto Antonio, está en un año dulce y le deseo lo mejor. Me alegro mucho de sus éxitos.
Este año Netflix se ha llevado diferentes premios y también estará presente en los Oscar con largometrajes como El irlandés o Historia de un matrimonio. ¿Qué opina de esta revolución, incluso tecnológica, que está viviendo el cine?
A mí todo me parece bien siempre y cuando se hagan películas buenas. Si se produce una obra maestra como Roma yo estoy a favor. Si es para hacer cine malo, pues no. Pero en el cine siempre se ha hecho cine bueno y cine malo. El cine ha pasado por muchos cambios a lo largo de su historia. Ahora estamos en la época de las plataformas pero las películas buenas siempre consiguen hacerse un hueco. Quiero creer que no todo es cine fabricado por el puro comercio.
¿Cómo suele ver las películas?
Yo voy al cine. Y cuando las veo en casa las proyecto para poder verlas en grande.
El debate está cuando no es posible verlas en la gran pantalla sino en una plataforma.
Claro. Yo he visto Roma en una gran pantalla con un sonido increíble. Me da pena que una película como esa se vea en pequeño. Pierde intensidad.
De todas las nominadas, ¿cuál le gustaría que fuera la premiada a mejor película?
No sé muy bien este año cuáles están nominadas. Lo único que me gustaría es que no gane Tarantino. Me horrorizó esa película a todos los niveles, sobre todo al humano. Es una película donde se hacen chistes mientras están matando a mujeres, estampándolas contra la pared, quemándolas en una piscina con un lanzallamas... Ver cómo eso lo jalea la audiencia no me gusta. Qué le voy a hacer.
¿Y Parásitos?
Parásitos, que a todos les gusta tanto, a mí me pareció muy artificial. Bien hecha pero no es mi tipo de película. Pero no me gusta hablar mal de mis compañeros de trabajo, salvo de Tarantino. Me irrita.
También está 1917, grabada en un plano secuencia.
Eso lo hizo Hitchcock en La soga. Aquello tenía mérito. Ahora no lo tiene; solo hace falta tener dinero y tiempo. Porque la tecnología ya existe. Entonces no le veo interés. No por ello estoy diciendo que esté mal hecha.