María José Llergo: "El flamenco no es machista, no le adjudiquemos a él los defectos de los hombres"
"Lo que hace Vox ya lo hicieron antes: hay más de 300 leyes antigitanas a lo largo de la historia" / "Nuestra sociedad es antipobres".
3 febrero, 2020 12:05María José Llergo mira al fondo del ojo: habla con temple, con profundidad, con sencillez, con dejes lorquianos, con una conciencia purísima y humilde de sí misma, del ser humano y del mundo -éste: el que pisamos- que nos necesita y al que necesitamos. Ella sabe, como Whitman, que "una brizna de hierba no es inferior / a la jornada de los astros"; y celebra, como Blas de Otero, que su gente diga "cosas formidables / que hacen temblar a la gramática".
Es una artista total, conectada con la voz y con eso que dicen que hay en el centro del pecho al significado originario de las cosas. Escuchándola parece que uno respira más hondo, porque en sus letras -y en su discurso- hay poesía, memoria, tradición oral, dignidad, valentía y reivindicación; porque mira hacia adelante pero sin dejar de activar el ojo de la nuca para recordar quién es y de dónde viene. Dice que no pretende revolucionar el flamenco porque es el flamenco quien la revoluciona a ella: pero qué romance ese que traen la una con el otro. Es un amor milenario. Lo comprobarán ustedes en Sanación, su poderoso nuevo trabajo. No se la pierdan.
¿Quién es María José Llergo?
María José, bueno, yo, soy una muchacha de Pozoblanco, Córdoba, tengo 25 años y me flipa la música, me flipa cantar y escribir, y, de alguna manera, relacionarme con el momento en el que vivo, haciendo arte lo mejor que puedo y ya está.
Has dicho que eres salvaje. Que te han intentado domesticar y no han podido.
Sí, nos intentan domesticar continuamente con ciertos estímulos.
¿Quién nos controla?
No solamente de control, sino de las exigencias del momento en el que vivimos. Creo que estamos muy condicionados por los mercados, por los hábitos de consumo… por ejemplo, si vas por el centro de Madrid te darás cuenta de que continuamente te quieren comprar o vender algo. No lo critico como algo malo, lo señalo como evidencia, y a partir de ahí puedes optar por una cosa u otra. Pero que eso está, es real. Lo que intento es analizar el momento en el que vivo y entender hasta qué punto yo elijo porque yo elijo o porque estoy condicionada por este tipo de convencionalismos, exigencias, creencias, ideas preconcebidas y todo eso.
¿Qué aprende uno del campo?
Pues aprende la sencillez de la vida, la verdad de la naturaleza. Aprendes que eres muy pequeño, que que tú estés bien depende de que el campo esté bien, que tú comas depende de que llueva, de que aren la tierra, de que la tierra esté aireada, de que riegues lo que siembras, de que siembres cuando hay luna creciente, ¿sabes? De que la semilla no esté dañada, de que no se dañe el tallo mientras crece…
Qué hermoso, parece un poema.
Pues estoy describiendo el proceso de cómo crece una semilla, que a lo mejor es la mata del tomate que tú te comes. Hay belleza infinita en la naturaleza. La tenemos que saber observar, pero además hay verdad y hay sabiduría. Porque no es solamente el hecho físico de tener algo que tú te puedas comer, o una piedra que puedas pulir y ponerte, es que en este crecimiento se aprende a vivir. Aprendes que tú eres una semilla e igual ya sabes de qué árbol es; y que en el proceso de crecimiento tuyo vas a tener un montón de obstáculos, te va a venir una fuerte lluvia, una calor extrema, una nevada que igual te congela las hojas… y tendrás que saber que sigues siendo esa semilla, que sigues teniendo esa raíz, que sigues siendo ese árbol y que lo único que quieres es crecer para poder realizarte y entregar tus frutos.
¿Cuáles son tus referentes?
Mi principal referente es mi abuelo Pepe. Mi abuelo José Sánchez Muñoz. Es lo más. Pero porque tiene una actitud de vida que a mí me ayuda a ser mejor. Él tiene 90 años, ha vivido tó’. Con siete años le estalló la guerra, tuvo que sobrevivir a eso y a todo lo que vino después. Pero ríe, canta, cuenta chistes, está enamorado de la naturaleza todavía… y eso que ha trabajado toda la vida. Cuando yo era chiquitita le veía los surcos de la tierra grabados en las manos. Y nunca la trató… la trató con mimo, siempre. Se comprometió con la tierra, siempre. Él tenía algunas vaquitas y las ordeñaba con sus manos, y si una se ponía mala, mi abuelo se ponía triste, se preocupaba porque estuviera bien… si había una vaca preñada, mi abuelo no se iba, se quedaba ahí, por si se ponía de parto por la noche. Esas cosas.
He leído que en tu adolescencia sufriste bullying. Te decían “negra” y “gitana” como insulto.
Bueno, quiero dejar claro que no quiero que se señale eso como una definición mía, como algo definitivo mío, porque yo soy mucho más que eso, pero no me importa comentarlo. Sí que es verdad que me llamaba mucho la atención que se usase una identidad como un insulto. Es como si te dicen: “¡María José!” (ríe), como si fuera negativo, en ningún momento lo es. Ese fue el primer clic para darme cuenta de los convencionalismos que nos rodean, que me afectan a mí y a los demás. Porque una persona que se comporta así… tiene muchos problemas. Cuando tú decides maltratar al que tienes al lado, al primero que te maltratas es a ti.
Y aparte de eso: bueno, claro, lo superé y lo hablo porque es una forma de visibilizarlo y de que seamos conscientes de que no todo está bien. Y de que esto no puede seguir pasando. Si mi existencia ayuda a eso, me alegro. Yo solamente le diría a los demás que son mucho más que eso, que solamente tú sabes cómo tú eres, hasta dónde puedes llegar, que nunca dejes que te impongan tus límites. Ninguna procedencia, etnia, religión, ni ninguna forma de amar va a limitar nunca tu camino: habrá quien no lo entienda, pero es su problema, no el tuyo, tú eres perfecto tal y como eres.
También leí un artículo donde otros artistas y tú os quejabais de la discriminación del pueblo gitano en el flamenco. Señalabais que no se le reconoce la autoridad que realmente merece.
Pues sigo pensando que el pueblo gitano se merece más reconocimiento en general. En el flamenco, en la cultura… la cultura española está muy influida por la cultura gitana. España es mestiza, es negra, es católica, es gitana, es mora… si miramos nuestra historia, nos encontramos con que somos diversos. Mucha gente diversa unida. Eso mola.
A pesar de que ahora haya quien -y estoy pensando en Vox- prefiera homogeneizar todo eso.
Es que me da igual. Lo que hace Vox ya lo hicieron antes: hay más de 300 leyes antigitanas a lo largo de la historia. En el momento en el que llegaron los Reyes Católicos, se implantaron una serie de leyes para exterminar a todo el que fuera diferente del canon que ellos tenían. Del canon nacionalcatólico. De hecho, seguimos heredando esa forma de vivir. No tiene sentido en un mundo globalizado pensar así. Mientras más conozcas tu raíz, más sabrás hacia dónde tienes que ir, cuál es tu camino y cuál es tu esencia. No tiene sentido negar nuestro origen, España aún es mora, muchos de nuestros apellidos tienen origen moro, por ejemplo. Estoy pensando en Abascal. Viene de 'Ab-Hascal'. Por mucho que no le guste.
Te quería preguntar por el debate de la apropiación cultural. Sabes que está muy relacionado con el análisis del producto Rosalía.
Claro, para mí es imposible hablar del capitalismo sin que piensen que estoy hablando de Rosalía. Así que no voy a abordar este tema, porque yo estoy aquí para hablar de mi disco.
Si te incomoda, no usemos la palabra “Rosalía”, pero sí me interesa tu opinión.
El pueblo gitano se merece reconocimiento. Da igual que lo diga yo, o quien lo diga. Y en todas las artes, no solamente en el flamenco. En el flamenco, lógicamente, más, porque está la historia del pueblo gitano metida en las letras. No tendríamos esas letras sin tener esa historia tan cruel detrás. Está ahí, pero también está la Reconquista. Decían: “Mañana, mañana, los van a prender mañana; a esos ojillos negros los van a prender mañana; y tú, que negros los tienes, te tendrás que tapar la cara”. Perseguían a todos los que tenían rasgos moros, rasgos gitanos. Las leyes de los Reyes Católicos iban para los gitanos y para todo el que se le pareciera. Es tan antiguo todo. Este debate no es actual ni tiene nada que ver con Rosalía, va mucho más allá. Hay asociaciones gitanas que llevan toda su vida documentando estos objetivos.
Hay varios artículos que te han bautizado como “la joven llamada a revolucionar el flamenco”. ¿Cómo se hace eso?
Pues no me reconozco nada en esos titulares, la verdad. Creo que la premisa es errónea así que el planteamiento que yo pueda dar es yermo. El flamenco es una revolución en sí mismo. El canto desesperado por la supervivencia y por el legado de una historia. Como tú cuentas tus penas… eso se queda ahí; y las cuentas tú, y luego las cuentan tus hijos, y luego las cuentan tus nietos, tus bisnietos… y pasa de generación en generación y el flamenco sobrevive. Yo soy muy pequeña al lado de un arte tan grande. Yo no puedo revolucionar el flamenco aunque quiera, que tampoco quiero, ¿sabes? El flamenco me revoluciona a mí. A ver: ¿cómo revolucionas el amor? No puedes. Viene el amor y te revoluciona a ti y te desarma. Te entregas. Dices: “Joder, no puedo evitar lo que estoy sintiendo, sólo tengo que vivirlo”. Lo mismo con el arte y lo mismo con el flamenco. El flamenco es libre, enorme, eterno, y tiene la capacidad de hacer que las generaciones se expresen. No se puede revolucionar algo que es una revolución.
Versionaste Canción de soldados para el documental El largo silencio de Sabino Antolí, sobre la Guerra Civil. ¿Qué relación tienes con la memoria histórica?
Mi relación es con la memoria, en general. Conozco la historia y me conozco mejor a mí misma. En los libros de texto no encuentro la historia que me cuentan mis abuelos, o que me cuentan las personas mayores de mi pueblo. Da igual que hubieran estado en el bando azul o el bando rojo, al final es tu hermano, da igual qué camiseta lleve, no voy a tirar contra él. De eso habla esa canción. Y da igual en qué bando estuviste en ese momento, lo importante es que sepas que en la guerra nadie gana. En la guerra pierde todo el mundo. No hay ganadores en la muerte. Y no hay motivos. Si las ideas te hacen matar, qué malas esas ideas.
Te fuiste a vivir a Barcelona, ahora vives en Madrid… ¿qué tal el cambio; qué tal enfrentarse a estos alquileres abusivos de la gran ciudad? ¿Hay lugar para los jóvenes?
Es loco. No tiene sentido, es absurdo. El derecho a la vivienda digna es un derecho humano, no entiendo que se comercialice así con las necesidades básicas de la gente.
¿Y tú crees que puedes seguir estando conectada a tu fuente desde aquí?
Sí, porque mi fuente está en todas partes, y la veo, y esto es madera (toca la mesa), todo está hecho de naturaleza, aunque esté manufacturado por el hombre para conseguir un resultado artificial o controlado. La tierra está presente en cada palmo de la ciudad, codificada de una manera útil para el ser humano pero está. Tu ordenador está en el fondo de los montes, igual en África, para que nosotros tengamos móviles. Si eres consciente de eso: de que la tecnología puede transportar la energía, entonces tú también eres tecnología, cada vez que te mueves, porque transportas tu propia energía. Cada cosa está vida. Intento ser consciente de eso.
¿Sientes que los artistas tienen responsabilidad social? ¿Tú te sientes así?
Yo soy un humano que vive en sociedad, por tanto tengo que ser consciente de que lo que yo haga va a tener una repercusión sobre ella, y que lo que la sociedad haga va a tener una repercusión sobre mí. Y también a nivel individuo: algo que pase en Japón tiene repercusión sobre nosotros, está clarísimo. Y lo que tú haces tiene repercusión sobre los demás, y ya está.
¿Crees en el activismo desde la música?
Yo soy activista sin darme cuenta, sin saber… ¿esto te parece ser activista, esto que yo digo? A mí me parece hablar de la esencia. Yo no me considero activista, sólo hablo de lo que siento, y vivo siendo consciente de cómo repercuten mis actos, también siendo consciente de cómo repercuten los actos de los demás, los hilos mercantiles que me rodean, el sistema capitalista del que yo también formo parte, casi sin remedio… a partir de esa conciencia tú puedes elegir lo que quieres para ti.
¿Para qué sirve el dinero y cuándo empieza a volverse peligroso?
Cuando se convierte en un fin. Ahí banalizas todo y lo reduces a una recompensa material, que es efímera, y que te hará sentirte vacío. El dinero lo necesitamos para vivir, tristemente. Esa es la pena.
¿Cómo es la relación entre el feminismo y el flamenco?
Súperpotente. El flamenco es un reflejo de la sociedad. Si tenemos una sociedad machista, va a haber letras machistas. Si tenemos una sociedad feminista, habrá letras feministas. Porque el flamenco hace de espejo, y tú te reflejas cantando lo que tú creas, lo que tú escribes. Me hace gracia que digan que el flamenco es machista, no: los individuos que hacen letras machistas son machistas. El flamenco no tiene culpa, ¿no? ¿O le vamos a adjudicar al arte los defectos de los hombres? Bastante es que está el arte para que los hombres podamos subir un poco a eso que está ahí. Dejarnos iluminar, no sé. ¡En un banco también hay machismo, y se supone que no hay arte! Es la pena, también. Pero donde hay machismo, puede haber feminismo. Y donde hay feminismo, no puede haber racismo. Tú no puedes ser feminista y racista, porque el feminismo lucha contra la desigualdad, y en el momento en el que tú quitas la desigualdad sabes que la desigualdad por razas no tiene sentido, no puede existir, y el clasismo tampoco. Lo que me mola del feminismo es que es transversal: si hubiera feminismo en todos los ámbitos, se acaban, de cuajo, el racismo y el clasismo.
Leí una declaración tuya donde decías que gran opresión era el clasismo, que éste era un mundo anti-pobres.
No dije sólo eso… dije que en la gran ciudad noto que el clasismo es lo que yo he visto nuevo en comparación al campo, en comparación a sitios donde no hay tanta afluencia de gente diversa y tal. En la ciudad la diversidad está más aceptada, pero existe otra criba diferente que es la monetaria. Ese fue mi gran choque cuando llegué a la ciudad: tú puedes ser hombre, blanco y heterosexual y estar en la calle y no tener acceso a nada por no tener dinero. Puedes ser pobre. Y sí, tenemos una sociedad antipobres, porque nos olvidamos que la pobreza del alma no es la pobreza del banco. Tú puedes ser humilde en cuanto a recursos y nunca ser pobre: ser rico, inmensamente rico.
Quería preguntarte por otro tema que está bastante presente en el debate social, y es la hipersexualización de algunas artistas femeninas. Lo venden como “empoderamiento” o como una “actitud emancipadora”, sin embargo, una corriente contraria apunta que no, que finalmente sirve al deseo tradicional masculino y no libera.
Yo no soy quién para valorar los actos de otra mujer, porque las mujeres somos dueñas de nuestros propios actos, y no soy quién para juzgar a nadie. Soy quién para elegir por mi propio cuerpo, pero nunca seré la jueza de otra mujer.
¿Cómo lo vives tú, en tu propia elección?
Yo elijo qué me pongo y no dejo que nadie me lo imponga. Jamás. Si alguien me intenta imponer algo, diré: “Pero si yo es que soy así, ¿por qué no me queréis? Si no me queréis, no pasa ná; pero yo voy a seguir siendo así y voy a aprender a mi manera. Si no me nace ponerme algo, no me lo voy a poner”. Ahí está la libertad de la mujer. La pena es que haya cánones que generen inseguridades en las mujeres y se aprovechen de nuestras decisiones.
Puro mercado.
Claro. Hay una industria detrás que hace sentir que los pelos de las mujeres son sucios y los de los hombres son normales. “Tranquila, que te puedes depilar; toma esta gama de productos rosas, sólo para ti”.
¿A quién harías ministro o ministra de Cultura?
A mi abuelo. Tiene una sensibilidad que va más allá. Tiene una capacidad de valorar lo que los demás dan, si es algo escrito o algo que oye… una capacidad de emocionarse, de valorar el arte en todas sus formas. También es consciente de las dificultades que conlleva, de lo ingrato que puede ser ser artista… no es mi caso, yo estoy muy agradecida a la vida, no me quejo en absoluto. Pero sí es verdad que en un entorno de precariedad, alguien así de sensible, que más allá de los números valorara lo que hacen los demás… molaría que ocupara un puesto de poder. Alguien consciente puede encontrar la forma de poner al servicio del arte cosas puramente racionales como leyes o números.