Barcelona

La escritora Raquel Taranilla ha resultado ganadora del prestigioso Premio Biblioteca Breve, concedido por Seix Barral y dotado con 30.000 euros, con su novela Noche y océano, de la que el jurado ha destacado su "aspecto lúdico y paródico", su historia "rebosante de humor inteligente y de enorme energía expresiva". Un libro escrito "con una seguridad y aplomo del todo inesperados en una primera novela", subrayan Lola Larumbe, Fernando León de Aranoa, Clara Usón, Pere Gimferrer y Elena Ramírez.

El relato arranca cuando Bea Silva se topa con una noticia en el periódico que la deja atónita: alguien ha robado el cráneo embalsamado del mítico director de cine mudo F. W. Murnau. "Lo sorprendente es que Bea está segura de conocer al culpable. Se trata de Quirós, un cineasta medio ocioso que un día recaló en su enorme casa destartalada", apunta la sinopsis. Coincidentemente, el bueno de Quirós, que además es su vecino, ya la traía bastante fascinada, secretamente atraída. “A punto de cumplir 32 años, Beatriz es una mujer poco sociable, una profesora hastiada y culta hasta lo patológico. La llegada de Quirós acentúa en ella una mirada lúcida e hiperactiva que la condena al desencanto más desquiciado".

Beatriz es un personaje genial que se define a sí misma como una mujer "excesivamente alfabetizada": "Una mujer tan leída y tan boba", chasquea. Fernando León de Aranoa ha subrayado su predilección por el "aislamiento casi romántico de la protagonista con ese océano de datos en el que nos ahogamos a diario; ahora que el ruido es el nuevo silencio".

Raquel Taranilla ha expresado que envió la novela al premio "sin ninguna fe", y tampoco "ninguna fe en lo que había hecho", desde una "posición humilde y un poco hastiada": "Es una novela muy excesiva, porque así es como yo me siento. Bea es el fruto más sano de la sociedad de la información y del conocimiento". ¿Cuánto hay de Raquel en Bea? "Es muchas cosas, como yo; es profesora universitaria igual que yo, es una lectora muy obediente, yo también lo he sido. Es una mujer en una existencia absolutamente precaria, en lo intelectual y en lo social". Cuenta Taranilla que si tuviese que describir su novela, diría que es "una novela gótica sobre un enamoramiento en una casa destartalada, en una ciudad que no es una ciudad cualquiera".

Reconoce que en algún momento tuvo que deshacerse de Bea, porque su voz se estaba apoderando de ella y era mucho más potente que la propia. "Así que le puse fin y envié la novela, y me olvidé de ella un poco hasta que recibí la llamada de Elena… lo que yo pretendo con esta novela es que nos divirtamos, porque lo que hacemos en realidad es muy gracioso. Somos niños y niñas jugando con cosas poco importantes en las manos".

Bofetada a la educación

Por otra parte, el relato segrega -a partir del robo del cráneo del cineasta- cierta crítica, casi con comillas, a la mitomanía, a la "incapacidad de crear una obra propia, de tener ideas propias, imágenes propias": "La opción de vampirizar es una opción rentable. Es real que se robó esa cabeza, y es una cosa muy bestia, muy rara", guiña.

Interesante su bofetada sin mano a la educación y la investigación española: "Bea y yo somos profesoras en la universidad y eso es algo heroico y precario, porque es muy difícil poder dar clase, publicar en este lugar donde la investigación no está en absoluto reconocida. Yo he dejado de ser asociada este año. Tengo 38 años. Y tengo un montón de compañeros brillantes que han complementado su sueldo siendo camareros mientras que son profesores universitarios. En esa circunstancia nos movemos durante mucho tiempo. Cómo seguir alentando a los jóvenes, cómo decirles que la carrera académica es apasionante: la vida académica es una mierda", dispara. "Es durísima. Yo me tuve que marchar y volví a la intemperie. Cómo formar una familia en esas circunstancias, es imposible".

Cuenta que, como la protagonista, es hija de castellanos; pero de castellanos "no cultos, sino muy humildes": "En algún momento de tu carrera, en tu formación y en tu vida, sin quererlo, te alejas de la culera de origen y optas por una cultura privilegiada; una cultura que en realidad te desvincula y te inserta en un universo y una ideología que incluso cuando es bienintencionada no deja de recordarte a veces que eres extraño. Y eso se lleva como se puede, como todo en la vida. Bea lo lleva regular".

Profesora en la UCM

La flamente ganadora -de discurso brillante, agudo y genuino- bien podría ser el antónimo de Elvira Sastre, premiada el año pasado: Sastre es una autora best-seller y seguida ansiosamente en redes sociales. Taranilla tiene 87 seguidores. Es casi asceta. Hace dos años se fue a vivir un pueblo a buscar la paz -se llama espiritual, aunque atea- y nos tranquiliza: "Si me buscáis y no me encontráis, estoy en la montaña".

Nació en Barcelona en 1981 y desde 2016 vive en Madrid, donde se dedica a enseñar a escribir. Ahora mismo es profesora de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense; antes había impartido clases en la Universidad de Barcelona y en la Universidad Hamad bin Khalifa (Qatar Foundation). No es su primera obra: en 2015 publicó Mi cuerpo también, de carácter autobiográfico.

El jurado ha confesado que, leyendo este manuscrito, se ha llegado a preguntar: "¿Puede ser Eduardo Mendoza quien está aquí detrás; hay algo de Foster Wallace; será una sobrina de Vila-Matas?". Clara Usón, asimismo, ha expresado que le produce una "satisfacción especial" que premiar a Raquel Taranilla suponga "descubrir un gran talento": "Recuerda, como El Quijote, que el humor puede ser muy literario. Es una novela inteligente, divertida; una novela posmoderna que se ríe de la novela posmoderna, que lleva en la solapa todas sus referencias pero que a la vez pretende matar al padre", guiña.

"Raquel aquí mata a muchos padres. Es una novela muy actual, una metáfora de Google. La protagonista vive en una sobreabundancia de información que la paraliza y la deja recluida en su casa. Su enamoramiento hacia Quirós… que es incapaz de manifestar… es increíble, porque ella puede citar 80.000 autores y es incapaz de decirle a Quirós que se siente atraída por él. Eso es una gran imagen de la vida contemporánea", cierra.

Elena Ramírez, por su parte, recuerda que Bea es una "Penélope moderna que a base de esconderse de sí misma, acaba escondida en un armario, incapaz de vivir la vida real": "Da la misma sensación de lectura que El Quijote. Bromea, se pone seria, deja una imagen, vuelve a ella… la gran palabra que nos dejó a los miembros del jurado esta novela fue ‘estímulo’".

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