España se va al carajo: el libro (ilustrado) que vaticinó el colapso antes de la pandemia
El humorista gráfico Dani Grove (El Jueves) lanzó en marzo un libro prepandémico que esbozaba gran parte del futuro distópico que se nos viene: caída de los derechos laborales y auge de la superficialidad y el control gubernamental.
4 agosto, 2020 02:32Noticias relacionadas
La distopía se aproximaba, se veía venir, o quizá, mejor dicho, se la escuchaba acercarse con estruendo, como pisadas de animal mitológico: el mundo se iba al carajo y España con él, pero quien lo leyó de forma divertida y satírica antes de que estallase la pandemia fue el humorista gráfico Dani Gove (El Jueves), que a comienzos de marzo publicaba 2030 (Editorial Plan B), una bofetada premonitoria en la cara de un país que estaba a punto de cambiar para siempre por la Covid-19.
El colapso ha tomado nuevos derroteros a raíz del virus, pero Gove, que tiene la mirada larga y agorera de los cómicos que vislumbran las grietas de la realidad, ya dibuja en esta obra los flecos de una España rara que no necesita ninguna invasión alienígena para gestar su propio desastre.
Es esa mezcla entre progreso mal entendido, ultratecnologización y pérdida de humanismo; es ese cóctel explosivo entre control gubernamental, neoliberalismo, alienación y pérdida de libertades a cambio de ¿seguridad? ¿Es que la seguridad es posible alguna vez, salvo en la muerte?
“Creo que el progreso unido a nuestra imaginación por avanzar siempre acaba relacionado con el ‘progreso’ de aprovecharnos unos de otros. Las empresas siempre van un paso por delante en cuanto a cómo crear nuevas estratagemas para que la cosa sea rentable. El mundo necesita inmediatez a la hora de producir y demás”, comenta Gove al teléfono.
Nada de coches voladores
“Cuando hablo de tecnología en el libro me refiero, sobre todo, a que este mundo intenta estirar cuanto pueda el chicle del trabajador. Vamos hacia cosas locas, como ¡clonarle! O que sea sustituido por robots. Son temas que conocemos dentro de la ciencia ficción”, relata. “Creo que solemos fantasear con cosas que no vamos a experimentar, como los coches voladores. A nosotros nos llegan las migajas de la ciencia ficción, al pueblo llano. Las grandes revoluciones tecnológicas son para las altas esferas”.
Habla de pastillas para adelgazar al instante -esto nos importa a todos-. Habla de que en 2030, en algunos países europeos estará permitido disparar a fumadores si se les avista por la calle. Habla del Papa siendo Youtuber. Y de España como el paraíso turístico de la corrupción. Nos suena casi todo. Está cerca o muy cerca. “Como me dedico a la sátira política, siempre estoy cerca del apocalipsis, del fin del mundo, del irnos a la mierda”, esboza.
Sexo digital
“Es normal que el humorista gráfico tienda al pesimismo. Está harto de leer noticias, vive muy apegado a la actualidad y sus crueldades. Y, digamos que, con todo lo que ha pasado, el cuerpo se nos está haciendo al apocalipsis a todos. Ya no vemos tan imposible la extinción de la humanidad”, guiña. En todos los sentidos, todo sea dicho, especialmente ahora que el sexo se tiene cada vez más con herramientas inhumanas, del Satisfyer al cielo. Más en época de coronavirus, el ligar es una ruleta rusa. Hay que tirar de agenda.
“El otro día vi un hombre que se había casado con un holograma. El holograma lo había borrado de su disco duro, del pc, y se consideraba al tipo como viudo”, cuenta Gove. “El sexo también está empapándose de ciencia ficción”, alega. Una de sus viñetas más juguetonas representa a una pareja teniendo sexo, mientras él, alarmado, escucha que su radio ha empezado a hablar sola y a advertirle de que esa postura ya la hizo con Fulanita, su compañera de trabajo, hace pocos días. Tecnología exacta, sí. Y chivata.
“Los objetos de nuestra cada cada vez nos hablarán más, claro. Y, además, nos empezarán a colar publicidad auditiva. Spam diario. Lo llaman ‘inteligencia artificial’, pero va a estar al servicio de venderte un nuevo producto de Amazon”. En su libro el techo de cristal seguirá igual -igual que en los ochenta-. Y los bebés se venderán por gestación subrogada con ticket reembolsable. En 2030, aunque a Gove le gustaría que las iniciativas sociales del feminismo hubieran triunfado de lleno, en la ficción no las tiene todas consigo. “En muchos aspectos avanzamos de una forma un poco ilusoria”.
Tristeza final
¿Por qué estamos tan tristes si tenemos tantos memes? “Porque estamos sobreestimulados. Toda la información que nos llega ha ido por delante de lo que mi generación sabe gestionar: quizás las venideras, las nativas, se adapten de otra manera, pero la mía no”, subraya.
“Ya hay centros de desintoxicación para redes sociales: es una adicción, una enfermedad. Queremos esos estímulos pero no se traducen en felicidad ni en estar bien. Todo lo que terminamos viendo es contenido de humor para aliviarnos, fotos para alejarnos de la realidad, playas paradisíacas o chicos y chicas guapas: nos ofrecen alegría pero nos provocan lo contrario”.
Muchas de las situaciones que plantea el libro le aterran. Quizá una especialmente: “La que propone esa viñeta en la que se implementa la puertecita del Imaginarium para las casas de apuestas, para que el padre pueda ir acompañado de su hijo menor”, lanza. “Son las tragaperras para niños, como los videojuegos. Los convierten en ludópatas al segundo click”.