Almudena Grandes ha muerto a los 61 años. La escritora padecía cáncer, tal como anunció en una de sus columnas hace poco más de un mes. La literatura española se despide así de una de sus firmas más relevantes y reconocibles de las últimas décadas. Grandes ha sido conocida por sus novelas, pero también por sus columnas y por su compromiso político. De hecho, sus últimas novelas defendían la Memoria Histórica.
Desde sus obras analizó nuestro tiempo y la historia reciente desde que se diera a conocer hace más de 30 años. Fue exactamente en el 89 cuando alcanzó la notoriedad gracias a Las edades de Lulú, una novela que fue una pequeña revolución, por la que ganó el premio 'La Sonrisa Vertical' -dedicada a las obras de contenido erótico- y que posteriormente fue adaptada al cine por Bigas Luna con Javier Bardem en uno de sus papeles protagonistas.
A partir de entonces, y ya con una merecida fama ganada, siguió conquistando a los lectores con obras como Te llamaré viernes, Malena es un nombre de tango, Atlas de geografía humana, Los aires difíciles, Castillos de cartón, El corazón helado y Los besos en el pan, junto con los volúmenes de cuentos Modelos de mujer y Estaciones de paso.
Varias de sus obras han sido llevadas al cine, y han merecido, entre otros, el Premio de la Fundación Lara, el Premio de los Libreros de Madrid y el de los de Sevilla, el Rapallo Carige y el Prix Méditerranée.
En 2010 publicó Inés y la alegría (Premio de la Crítica de Madrid, el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz), primer título de la serie Episodios de una Guerra Interminable, a la que siguieron El lector de Julio Verne (2012), Las tres bodas de Manolita (2014), Los pacientes del doctor García (2017; Premio Nacional de Narrativa) y La madre de Frankenstein (2020), su última novela. Hasta el último día siguió fiel a su compromiso con los lectores en las columnas que publicaba en El País.
Fue hace un mes cuando en una de ellas comunicó que en una “revisión rutinaria” le habían encontrado un “tumor maligno”. “Buen pronóstico y a pelear”, escribía entonces y anunciaba que seguía preparando una nueva novela que será el mejor legado para sus lectores.