El Frente Nacional de Le Pen cierra las fronteras de la cultura
"Europa y la globalización” son los enemigos de la cultura francesa. Lo dice Sebastian Chenu, la carta de Le Pen para llegar a los artistas.
2 diciembre, 2015 01:14Noticias relacionadas
El que en su día fue secretario nacional del partido francés UMP y cofundador del organismo Gay Lib, responde hoy a este periódico como presidente del Clic, (Cultura, Libertad y Creación). Sebastian Chenu dirige este colectivo desde su nacimiento en junio de 2015, una idea en la que Marine Le Pen deposita su confianza para conquistar a una parte del electorado que le es aún hostil: los artistas. Su objetivo: nutrir de propuestas culturales el programa político de la extrema derecha.
Se trata del quinto organismo presentado para convencer de la riqueza de un discurso a menudo encerrado en materia de inmigración; el Clic llegaba tras la creación de Racine (colectivo dedicado al profesorado), Marianne (para estudiantes), Audacia, (jóvenes activos) y Nueva Ecología (transición energética).
Hay quien no espera leer las propuestas del Frente Nacional en materia de cultura para juzgar la intención de su presidenta, viendo en la elección de este político converso una instrumentalización en sí misma; un representante que no esconde su homosexualidad, antigua cabeza pensante del colectivo por la defensa de los derechos de gays y lesbianas, y además, prófugo desencantado del ideal sarkozysta. Le Pen no se cansa de repetirlo: en el partido de extrema derecha hay sitio para todos.
Pero, ¿es la creación del Clic un paso más en el proceso desdiabolizador de la extrema derecha? Chenu no lo niega, pero matiza. “Atravesamos un largo periodo, el de la conquista del poder. A través de este colectivo, Marine Le Pen quiere asegurar una oferta de política global, dirigirse a todos los franceses”.
Se pueden cuestionar los ideales de Jean Marie Le Pen, pero en materia de cultura, es un hombre extremadamente interesado en la literatura, la música, la cultura clásica
Alejarse de la sombra de Jean Marie Le Pen sigue estando entre las prioridades de la presidenta del Frente Nacional, y así lo hace saber a través de las propuestas culturales con las que busca convencer a los más rezagados, encontrar un hueco para la versatilidad en un discurso a menudo centrado en las fronteras, y subir al poder en 2017. Para Chenu, la diferencia entre el programa cultural del Frente Nacional de hoy y el de los años noventa, encabezado por Le Pen padre, es clara. “Para empezar, tenemos un programa, que ya es algo. Jean Marie Le Pen estaba tan centrado en la inmigración y en la seguridad que las cuestiones culturales no parecían interesarle”.
Entrevistado por EL ESPAÑOL, Jean Yves Camus, politólogo especialista de la extrema derecha y de cuestiones de identidad, ve otras diferencias entre la visión de ambos miembros de la familia. “Se pueden cuestionar los ideales de Jean Marie Le Pen, pero en materia de cultura, es un hombre extremadamente interesado en la literatura, la música, la cultura clásica. Es un hombre de su época. Marine Le Pen pertenece a la cultura de la televisión, la cultura clásica es mucho menos interesante para ella, porque no toca a las masas”.
Enemigo de 'lo francés'
La perseverancia del equipo de Marine Le Pen en subrayar la ruptura entre esa época y la actual no cesa, y se convierte en una máxima que a menudo entra en contradicción con su propio programa político. Por ejemplo, cuando a cultural le añadimos el prefijo multi, la apertura frontista no lo es tanto.
Si bien es cierto que el presidente del Clic habla de la tenacidad del discurso lepenista anti-inmigración como un factor perteneciente a Le Pen padre, él mismo recuerda minutos después la peligrosidad de la llegada de la cultura ajena para el mantenimiento y el respeto del patrimonio francés.
En lo relativo a la pintura, podrían tratarse de creaciones de un niño de cinco años, o haber sido realizadas por un animal al que le han puesto pintura en las patas o en la cola
Es más, el partido de Le Pen explica en su manifiesto cultural: “Todo lo que es tradicional, clásico, suscita el rechazo de la clase política actual. Las grandes políticas culturales públicas son vectores de propaganda de un nuevo orden relativista, alimentado por un multiculturalismo estéril”.
¿Quién es el enemigo de la cultura francesa hoy? ¿Qué o quién pone en peligro el patrimonio y la lengua francesa? Pregunto a Chenu. “Europa, el multiculturalismo, la globalización”, me responde.
Esas “pseudo obras”
Ya en 2013, el director de campaña del Frente Nacional en Reims para las municipales de 2014 escribió sin tapujos un texto todavía disponible en el que asumía el rechazo del partido por lo considerado contemporáneo, escandalizándose al ver a un antiguo colegio jesuíta del siglo XVI acoger entre sus muros esas “pseudo obras que deconstruyen lo real”. Este representante de la extrema derecha francesa defendía: “En lo relativo a la pintura, podrían tratarse de creaciones de un niño de cinco años, o haber sido realizadas por un animal al que le han puesto pintura en las patas o en la cola”. Pero hay más. “Hay creaciones plásticas que no querríais ver en vuestro jardín, y delante de las cuales los bohemios de la izquierda-caviar, o simplemente los pijos, se extasían para hacerse los modernos y distinguirse de ese pueblo al que desprecian, y que encuentra espantosas esas cosas”.
La cultura es como la economía, que valoremos la nuestra no significa que no dejemos existir a las demás
A Sebastien Chenu le resulta complicado desvincular al partido de esta declaración de intenciones, teniendo en cuenta que el autor de las mismas, Jean Claude Philipot, es todavía miembro del comité central del Frente Nacional y portavoz de la formación en Reims. Se conforma con contestar: “La idea no es decir lo que está bien o lo que está mal, sino abrir la cultura francesa al exterior”.
Pero esta apertura solo existe en una dirección. El programa recuerda que la globalización es hoy “una amenaza para nuestra cultura y nuestra lengua”. Se lo recuerdo. Chenu justifica que su partido ha elegido una filosofía, la de favorecer lo francés por encima de todo. “¿Ve usted? La cultura es como la economía, que valoremos la nuestra no significa que no dejemos existir a las demás. Las otras culturas no nos necesitan para vivir, existen sin nosotros. Pero no, no tenemos esa fascinación por las demás como tienen otros, preferimos la nuestra”.
Es una de las tendencias de la extrema derecha. Mitificar la tradición. Lo moderno significa ruptura
El politólogo Jean Yves Camus explica la reticencia del Frente Nacional como una lógica de la política llevada a cabo por la formación. “Es una de las tendencias de la extrema derecha. Mitificar la tradición. Lo moderno significa ruptura, y la cultura es para el partido de Marine Le Pen un vehículo más para transmitir su programa político”.
La excepción cultural
La intención de la extrema derecha en materia de cultura es concisa: hacer de la excepción cultural francesa una máxima de su gobierno. Esta expresión, utilizada para caracterizar las especificidades francesas con respecto a otros países europeos en cualquier dominio, se ha convertido en la gran instrumentalización del partido de Le Pen. “Es un término completamente normalizado en Francia. Existen por ejemplo ayudas del estado para la creación y la producción francesas, pero lo peligroso es que el Frente Nacional pretende aplicarlo de forma local, y en detrimento de lo no francés”, precisa Camus. “La calidad cultural no tiene fronteras. Es absurdo favorecer la creación de un proyecto en función de su lugar de origen”.
¿Cómo le explicaríamos a nuestros compañeros europeos que su cultura no nos interesa?
Absurdo, y sobre todo, contraproducente. “Para que Francia pueda favorecer su cultura, tiene que exportarla, no puede quedarse encerrada en ella misma. ¿Cómo le explicaríamos a nuestros compañeros europeos que su cultura no nos interesa? Si ponemos medidas de restricción, las fronteras estarán también en el otro sentido”. Además, para el politólogo, la hipotética llegada al poder de Marine Le Pen tampoco interesaría a productores y actores franceses, en tanto en cuanto no se contentarían con una promoción exclusivamente intraterritorial de sus creaciones. “¿Dónde ponemos la frontera cultural en el norte de Francia? ¿Les decimos a los belgas que su cine no nos interesa? ¿Y en el sur? ¿No hay más vínculos culturales entre Bayona y San Sebastián que entre Bayona y París?”
Intelectuales franceses
Si bien es cierto que el polémico autor de Sumisión, Michel Houellebecq, intenta en sus apariciones públicas desvincularse de toda militancia política diciéndose pensador y no portavoz de los extremos, el partido de Marine Le Pen recuerda siempre que tiene ocasión que el país galo necesita “intelectuales como él”. Cuando en septiembre el diario británico The Guardian preguntaba al ensayista si se consideraba islamófobo, éste respondía sin tapujos: “Puede que sí, pero 'fobia' significa más bien miedo que odio”.
La constante pérdida de valores tradicionales, amenazados por la falta de control por parte del gobierno, por ejemplo, en materia de inmigración
Algo similar sucede con Eric Zemmour, periodista y polemista de los grandes debates franceses en prime time, otro de los nombres que la formación francesa trata de barrer hacia su puerta. Los ideales defendidos durante sus intervenciones, o en su obra best-seller El Suicidio francés, mantienen la línea fatalista de Houellebecq de una Francia en constante pérdida de valores tradicionales, amenazados, dice, por la falta de control por parte del gobierno, por ejemplo, en materia de inmigración. Esa “excepción cultural francesa” es alabada por los portavoces que dicen no serlo y que diariamente son acusados por la izquierda francesa de ser el caldo de cultivo de la popularidad de la extrema derecha.
Ante la carencia de intelectuales en sus filas y consciente de la relevancia del poder ideológico como preludio de la toma del poder político, el Frente Nacional hizo en septiembre una llamada a “esas voces discordantes”, cuyos discursos mediáticos se veían fustigados en la sociedad actual por lo que definen como “bien pensence”, algo así como “el pensamiento correcto”. Ninguna de las personalidades optó por asumir el color marinista.
Desde mayo del 68, el centro de gravedad de los artistas en Francia está a la izquierda
Para Jean Yves Camus, la ausencia de movimiento intelectual dentro del Frente Nacional tiene dos explicaciones; por una parte, el color político del universo artístico. “Desde mayo del 68, el centro de gravedad de los artistas en Francia está a la izquierda. En los últimos años ha ido abriéndose, pero lo sigue estando mayoritariamente”. Por otra parte, la falta de medidas reales en materia de cultura, frente a meras reformas que insisten en las ya existentes. Entre ellas, el mantenimiento del precio único del libro.
Francia cuenta hoy cerca de 30.000 librerías, protegidas por la ley Lang o ley del precio único del libro existente desde 1981 y reforzada por la conocida como 'Ley anti-Amazon' de 2014, que prohíbe a los distribuidores por web aplicar descuentos inferiores al precio fijo de las librerías físicas. El gigante americano esquiva esta última reforma fijando el coste de gastos de envío en un céntimo, en lugar de la gratuidad.
Prometen ayudar a la cultura amateur con la creación de bibliotecas en las escuelas” o el respeto de un cupo de difusión de obras francesas
Aunque el volumen de negocios ha disminuido un 8% en diez años, el sector se mantiene dinámico, con tantas aperturas como cierres, esto es, entre doscientas y trescientas librerías al año. Entre las propuestas del Frente Nacional, un recordatorio. “El precio único del libro será mantenido”. Un poco más abajo, en el mismo manifiesto, prometen ayudar a la cultura amateur con “la creación de bibliotecas en las escuelas” o el respeto de “un cupo de difusión de obras francesas y ayudas a la industria francesa”.
Jean Yves Camus está convencido: para atraer a artistas de derechas o de extrema derecha y democratizar el pensamiento de la formación de Le Pen en el contexto artístico, “el Frente Nacional debe proponer cambios reales y palpables en lo concerniente a editoriales, revistas... y no presentar reformas en la misma línea de lo que existe hoy”.