El balance de 2015 del Museo Reina Sofía no puede ser mejor para su director Manuel Borja-Villel en su octavo año al frente de la institución: más visitantes y más ingresos propios. Parece la cuenta perfecta. En los próximos días, la taquilla de 2015 podría batir todos los récords del centro, en poder del efecto Dalí desde 2013. Con tres millones de personas, y a falta de menos de 100.000 usuarios de la marca, el director aventura que “es posible que igualemos o superemos la cifra mítica de 2013”. Sin embargo, trata de restarle importancia al resultado: “Las cifras sirven para lo que sirven. No es importante cuánta gente llega, sino cómo la gente es capaz de crear sus propios relatos. Pero es muy significativo que en una programación con exposiciones claramente impopulares ha habido gente muy afín”.
Para Manuel Borja-Villel lo importante de su programación es la combinación en exposiciones temporales dirigidas a tipos de público diferente, a pesar de que desde 2013 no ha vuelto a programar un gran éxito como Dalí. “Entendemos la institución como servicio público, la idea es dirigirnos a toda la gente”. La muestra más visitada ha sido Fuego blanco, la colección del Kunstmuseum de Basel, pero asegura que las visitas se han mantenido el resto del año.
Manuel Borja-Villel dice que es muy significativo que en una programación con exposiciones claramente impopulares ha habido gente muy afín
Sin embargo, la mayoría de las visitas no han pasado por el edificio Sabatini, la sede central. El propio Borja-Villel rectificó y reconoció a EL ESPAÑOL que son las sedes del Retiro (Palacio Velázquez y Palacio de Cristal) las de más afluencia, con 1.673.928 personas. Por Sabatini/Nouvel entraron 1.435.115. El acceso a estos dos espacios es gratuito y se hace sin tickets. No hay un recuento exacto, a partir de entradas expedidas, sino con un conteo manual de la persona en la puerta. “También hay sensores”, explican desde el museo.
El último caso de taquillazo conocido fue el del sucedido en el IVAM, que colocaba habitualmente a la institución valenciana entre los tres museos más visitados de este país, durante los años que Consuelo Ciscar estuvo al frente de la misma. En 2013 publicó una afluencia de 1.163.419 visitantes, cuando en realidad fueron 85.070. El museo inflaba los números con el recuento, a ojo de buen cubero, del público asistente a todo evento organizado en el entorno del museo, así como actividades gratuitas y eventos como desfiles de moda. También se contaban los visitantes a las exposiciones con fondos del IVAM en el exterior, aunque Borja-Villel aclara que el millón de visitantes que han generado sus exposiciones alquiladas en el extranjero no están incluidos en su recuento.
Sólo 400.000 pagaron
Tal y como el Museo Reina Sofía ha informado a este periódico, de los tres millones de personas que han pasado por sus sedes, sólo unos 400.000 han abonado su entrada. Es decir, el 13% de los visitantes de 2015. El director explica que los ingresos propios llegan por la venta de entradas, por el patrocinio, por el alquiler de espacios y las concesiones. En estas dos últimas áreas dice que todavía queda mucho margen de crecimiento.
“Los ingresos propios siguen creciendo: prácticamente se han doblado”, asegura Manuel Borja-Villel. Pero según los datos facilitados, en 2015 se alcanzaron 9,5 millones de euros, casi dos millones más que el año anterior. El porcentaje de ingresos propios sobre el presupuesto del museo tampoco ha crecido: en 2013 el museo aportó el 24,8% al presupuesto; en 2014, el 30,9%; y en 2015, el 23,7%.
Borja-Villel explica que la institución cada día es más sostenible y empieza a funcionar ese elemento de ingresos propios
Es llamativa la falta de recursos propios que genera este museo si lo comparamos con El Prado, que al año aporta al presupuesto más del 70% con ingresos propios y en 2014 tuvo 2,4 millones de visitas (casi medio millón menos que la institución dedicada al arte contemporáneo). En el Reina Sofía sucede a la inversa, en 2015 el Estado aportó el 76,3% de las cuentas. A pesar de estos datos, Borja-Villel explica que “la institución cada día es más sostenible y empieza a funcionar ese elemento de ingresos propios”.
En el planteamiento museo gráfico de 2016 (con exposiciones dedicadas a Wilfredo Lam, Damián Ortega, Txomin Badiola, Marcel Broodthaers o una retrospectiva sobre el arte español de la posguerra y para 2017 una gran exposición sobre Picasso antes y después del Guernica) será decisiva la entrada en vigor en octubre de la nueva ley del Régimen jurídico de las Administraciones Públicas.
Autonomía en peligro
La norma responde a la exigencia de Europa de adelgazar el aparato estatal, eliminando duplicidades y agencias estatales. Con la puesta en marcha de la reforma, el Reina Sofía podría dejar de disfrutar de la autonomía que mantiene gracias a la Ley Propia aprobada hace 2011, porque sólo podrá ser Entidad pública empresarial (como es RENFE) aquel organismo capaz de financiarse por encima del 50%. La Biblioteca Nacional está en la misma tesitura.
El director del museo aspira a fijar el museo en la categoría Entidad pública empresarial, porque la otra opción que marca la norma es la de Organismo autónomo, una situación en la que volvería a la casilla de salida y perdería la autonomía que disfruta en estos momentos. En casos prácticos, habría más control del Estado y no podrían contratar como se hace en estos momentos. Michaux Miranda, subdirector general gerente del museo, aclara que tienen por delante tres años de margen para conseguir incrementar los ingresos y pasar del 23,7% al 51%, algo que no ha ocurrido en el último lustro.
El director reconoce que falta modernizar la estructura del museo y que todavía no se ha sentado a negociar con los trabajadores un nuevo convenio
Además, Manuel Borja-Villel necesita tener resuelto el convenio laboral de los trabajadores para poder disfrutar plenamente de la ley propia aprobada hace cuatro años. “Nos falta modernizar la estructura del museo”, reconoce el director, que todavía no se ha sentado a negociar con los trabajadores. Tal y como ha podido saber este periódico, el Ministerio de Hacienda se niega a la negociación del convenio porque no hay dinero para la entrada en práctica de las nuevas condiciones laborales de los trabajadores, que dejarían de ser funcionarios para ser enpleados públicos (tal y como pasó en El Prado).
Manuel Borja-Villel adelantó la inauguración de una nueva parte de la colección, la dedicada a las obras más actuales, desde 2001 hasta nuestros días. Casi un 90% de obra inédita. “La voluntad es historiar el momento en el que estamos, para entender la crisis y desarrollar la idea de modernidad no como futuro, sino como pasado. Destacaremos la importancia de lo común, el espectador y la ocupación de las calles”.
La cultura ha sido absorbida por las industrias culturales, lo importante es la marca
“A partir de 2001 hay una hegemonía absoluta del mercado, con los grandes coleccionistas, el monopolio de cuatro galerías, con unas subastas que cada vez mandan más y donde lo importante es el beneficio. La cultura ha sido absorbida por las industrias culturales, lo importante es la marca”, alega Borja-Villel. “La alternativa es crear otras formas de institucionalidad y otro tipo de economías”. Y aclaró que lo importante para la cultura es que haya un ministro de Cultura.
¿Eso quiere decir que el museo está libre del mercado?, le preguntan los periodistas citados en el restaurante del museo. “Nuestra condición es el neoliberalismo, pero es muy importante entender que debe haber instituciones que trabajen en procesos y no en procedimientos. Tratamos de buscar alternativas al mercado”.