Banksy ha vuelto a hacer de las suyas. La niña de Los miserables se materializó, hecha trazos, en la embajada francesa de Londres en la madrugada del sábado. Pero a la cría del graffiti esta vez le sollozaban los ojos, consecuencia de la nube de gas lacrimógeno que la rodeaba. A sus espaldas ondeaba la bandera de Francia. Es el elemento que ha elegido el artista anónimo para criticar el uso de gas CS en “La Jungla” -el campo de refugiados de Calais- a fin de eliminar ciertas partes del terreno.
La reivindicación es inédita, ya que es la primera vez que el graffitero propone a sus adeptos una obra interactiva con la que subrayar su mensaje. El mural de la niña incluye un código QR al pie, y, si los viandantes colocan sus teléfonos sobre ella, son redirigidos a un vídeo de Youtube en el que se asiste a una redada policial del 5 de enero en uno de los campamentos. La conjunción del arte más el componente audiovisual se vuelve un argumento político casi irresistible: la pintada pasa de ser una protesta callejera a adquirir fuentes directas de la tragedia que manifiesta.
The Guardian, además de hacerse eco de este nuevo impacto creativo, recogió la semana pasada las declaraciones de Steve Barbet, un portavoz policial que aseguró que no se estaban utilizando gases lacrimógenos para despejar los campamentos: “No es de nuestro interés utilizar este tipo de gases a menos que sea absolutamente necesario para reestablecer el orden público, y nunca se ha hecho en un campamento”. Eso sí: el pequeño vídeo de 7 minutos no le avala. El clip casero muestra cómo las autoridades francesas lanzan oleadas de gas lacrimógeno, balas de goma y granadas de concusión durante un ataque.
La pintada pasa de ser una protesta callejera a complementarse con un vídeo de la tragedia que señala
Este homenaje al refugiado vejado es el último trabajo de la serie de piezas que Banksy ha firmado criticando las medidas elegidas por Europa para combatir la crisis de los refugiados. Es un guiño especialmente dedicado a los intentos de las autoridades francesas de arrasar parte del campamento de Calais -ahora es considerado peligroso- y desalojar alrededor de 1500 refugiados.
El artista del graffiti se muestra implacable: ya en enero, un mural de su autoría mostraba al fundador de Apple, Steve Jobs -que era hijo de inmigrantes sirios- en la pared de un túnel en el campo de refugiados en Calais. Acompañó su trabajo de una breve frase: Banksy recordó que Apple, una de las empresas más poderosas y rentables del mundo, sólo existe porque “ellos habían legitimado a ese joven de Homs”. Aquí Banksy quiere llamar la atención sobre los beneficios de la inmigración y su capacidad de enriquecer las sociedades.
Las autoridades locales trataron de proteger la obra colocándole una placa de vidrio, pero la semana pasada fue destruido por unos vándalos y el graffiti se vio desfigurado. Otras informaciones previas señalaron que un inmigrante había instlado allí su tienda de campaña y que, cual regente, cobraba cinco euros a quien quisiera pasar a verla. Calais es todo un foco de indignación política y motivación artística para Banksy. Otra de sus dedicatorias a la comuna del norte de Francia consiste en la representación de una playa que habita un niño mirando hacia Gran Bretaña. Un inquietante buitre se posa en su telescopio.
La oficina de migración de la ciudad también se ha convertido en un santuario bansksyano: allí late una versión pop de La balsa de la medusa, un óleo originario de 1918 firmado por Théodore Géricault que muestra a los supervivientes del naufragio de una fragata de la marina francesa. 147 personas quedaron a la deriva flotando en una balsa improvisada y todas ellas, excepto 15, murieron durante los 13 días que se tardó en rescatarlos: hambre, deshidratación, canibalismo y locura. En la reinvención de Banksy del clásico, éste plantea a algunos supervivientes en una balsa que se hunde y que intentan, angustiosamente, llamar la atención del ostentoso yate que circula por la línea del horizonte.
En Dismaland -el curioso parque temático de Weston Super Mare que abre sus puertas durante el verano-, Banksy construyó una instalación inspirada en barcos llenos de cadáveres de refugiados ahogados. Desde que el parque clausurase temporada en septiembre, al artista se le ha ocurrido enviar el material sobrante de sus infraestructuras a Calais para ayudar a construir viviendas de emergencia a los 7000 refugiados -hijos, principalmente, de Siria, Eritrea y Afganistán-. La página web de Dismaland asegura que ya se han traducido en 12 viviendas, una zona comunitaria y un parque de juegos para niños.
El artista ha enviado a Calais el material sobrante de sus infraestructuras para construir viviendas de emergencia
Banksy está acostumbrado a moverse por el mundo para dejar sus denuncias gráficas aquí y allá. En 2005, por ejemplo, viajó a la barrera israelí de Cisjordania para decorar el lado palestino del muro con nueve obras satíricas. También a Nueva Orleans, justo después del huracán Katrina, para pintar una docena de obras en los edificios en ruinas después de la catástrofe. Desde allí aún saluda un Abraham Lincoln, representado como un hombre sin hogar.