Frente al plástico, el vidrio y los metales ligeros propios del nuevo universo de arquitecturas móviles y traslúcidas, el arquitecto Vicente Patón representaba la piedra y el ladrillo. Frente a los empeños de los arquitectos 'high tech' y el futuro tecno que especulaba con las megaciudades espaciales costosas y frágiles, Patón dedicó su carrera a hacer posible la sostenibilidad entre el progreso y el pasado. Arquitecto titulado por la ETSAM, dedicado tanto a la construcción y la rehabilitación, como a las arquitecturas efímeras o el diseño, Vicente Patón ha fallecido esta mañana en Madrid, víctima del cáncer.
Desde 2009 presidía la asociación cultural Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, desde donde plantó batalla a la especulación del patrimonio histórico, en hitos de la cultura arquitectónica como el frontón Beti-Jai, el complejo Canalejas, el Edificio España, el Teatro Albéniz. Se encaró a la ferocidad de quienes privatizan el espacio público de la ciudad y derrotó al cinismo municipal con la templanza y los argumentos.
Nada está protegido. Si llega alguien muy poderoso puede hacer lo que quiera con nuestro patrimonio
Patón no se dio por derrotado nunca y, gracias a un ejemplar talante para el diálogo y la lógica, ejerció una profunda conciencia ciudadana contra los despropósitos interesados de unos y otros partidos políticos. Un arquitecto sin colores, con una bandera: el respeto por las huellas culturales. Lanza en ristre, ha denunciado una y otra vez a la Comunidad de Madrid y al Ayuntamiento de la ciudad, haber dejado el legado artístico e histórico de todos en manos privadas. “Nada está protegido. Si llega alguien muy poderoso puede hacer lo que quiera con nuestro patrimonio”, le dijo alguna vez a este periodista, el prestigioso arquitecto.
No podemos permitir que los intereses particulares alteren nuestras leyes
Dolido por la desprotección cultural, Patón se entregó con una vehemencia contenida contra el fachadismo decorativo en el que se transforma el casco histórico de la ciudad. Desaparecen escaleras, vidrieras, enrejados, soluciones estructurales y él estaba ahí para responder a la impunidad. Patón se resistió toda su vida. Fue uno de los elementos más molestos en los corrillos políticos y en sus trapicheos con las empresas. “No podemos permitir que los intereses particulares alteren nuestras leyes”, se le escuchaba a menudo. Afortunadamente, su referente ha quedado entre las nuevas generaciones de arquitectos que se entregan a la defensa del patrimonio.
Fue cofundador de las revistas La Luna de Madrid y Tectónica, director técnico de Diseño interior, premios del Ayuntamiento de Madrid en 1987, 1999 y mención en 2002. En el Colegio de Arquitectos fue vocal de Cultura, asesor de Patrimonio y coautor de varias guías, libros e investigaciones sobre la disciplina. Ha sido hasta el año 2015 profesor de Proyectos en la Escuela de Arquitectura San Pablo-CEU.