Es la pelea más conocida de la Historia del Arte. Paul Gauguin y Van Gogh se enzarzan y el holandés acaba con una oreja menos. La literatura científica y el mercado editorial no han dejado de lanzar hipótesis sobre el trágico suceso, como aquella que señalaba, a partir de una investigación policial de diez años, que fue el pintor francés -y experto espadachín- el que le cercenó la oreja con una espada, en plena disputa. Según aquella teoría ambos acordaron contarle a la policía que había sido una lesión provocada para proteger a Gauguin… ¿Y hundir a Van Gogh?
La nueva hipótesis surge para responder a otro morboso enigma: ¿qué hizo luego con la oreja de la que sólo se quedó con el lóbulo? Hasta hoy se pensaba que la envolvió en un trapo y se la llevó a una prostituta llamada Raquel, a su burdel preferido en Arles, donde vivía desde 1888. Allí realizó cerca de 200 pinturas, incluidos decenas de retratos a sus vecinos.
Su nombre es Gabrielle Berlatier, hija de granjero, que llegó a la casa de las prostitutas buscando un sueldo extraordinario
La historiadora británica Bernadette Murphy, que vivió durante tres décadas en un pueblo cerca de Arles, acaba de publicar un ensayo en el que recorre “la verdadera historia de la oreja de Van Gogh”, con una recreación que determina la identidad, la ocupación y la edad de la misteriosa mujer que recogió el regalo ensangrentado. No era Raquel y trabajaba en el burdel, pero como limpiadora.
Su nombre es Gabrielle Berlatier, hija de granjero, vecina de Mas de Faravelle (en Moulès, a 10 kilómetros de Arles), que llegó a la casa de las prostitutas buscando un sueldo extraordinario que sacara de la deuda en la que entraron sus padres para pagar el tratamiento del mordisco de uno de sus perros de pastoreo, enfermo de rabia, en brazo izquierdo de la joven. Primero cauterizaron su herida con un hierro al rojo vivo, pero la llevaron al Instituto Pasteur de París, donde la trataron con una nueva vacuna contra la rabia. Gabrielle salvó su vida, pero arruino la de su familia.
Demasiado joven
Gabrielle ha dejado de ser un misterio de 130 años, gracias al estudio de la británica y a la confirmación de la publicación The Art Newspaper, que ha desvelado el apellido de la mujer a pesar del pacto entre la autora y la familia de mantenerlo en el anonimato. La investigadora cree que la protagonista era demasiado joven como para ser una prostituta registrada.
Por eso interpreta que debía trabajar allí como empleada doméstica, por la noche. La policía llegó al lugar al borde de la medianoche del día de autos, el 23 de diciembre de 1888. Gauguin, alojado en la Casa Amarilla de Van Gogh, prefirió abandonar la ciudad dos días después, en Navidad.
Estas hipótesis de Murphy -tampoco cree que la enfermedad mental del pintor fuera tuviera en el abuso de absenta su origen- cuadran con la ilustración que el doctor Félix Rey hizo de los restos de la oreja en Van Gogh, un día después del fatal acontecimiento. Ella misma encontró el apunte en el año 2010. El dibujo, conservado en la Biblioteca Bancroft, de la Universidad de California (Berkeley, EEUU), presenta dos perfiles del pintor: uno con oreja y otro con la sección del implacable tajo, del que sólo quedó el lóbulo.
Pistola de campo
En el aluvión de descubrimientos sobre las desgracias que ahogaron al pintor, estos días se expone en Amsterdam el revolver que utilizó para suicidarse, en 1890. En Al borde de la locura: Van Gogh y su enfermedad, los comisarios aseguran que ese revolver de bolsillo marca Lefacheux, corroído y con el gatillo en posición desbloqueada, es el que usó Van Gogh para tratar de quitarse la vida.
Fue encontrado por un agricultor en 1960, en un campo cercano al lugar en el que se descerrajó un tiro en el pecho. La bala rebotó en sus costillas y no le atravesó el corazón. No murió en el acto, sino dos días después, el 29 de julio. Ahora, los historiadores la muestran por primera vez y aseguran que el arma enterrada, probablemente, fue perdida en el momento del disparo.
Gabrielle la pastora debió de trabajar también en el Café de la Gare, en propiedad de Joseph y Marie Ginoux, amigos de Van Gogh. El artista tenía una habitación allí, donde se quedó de mayo a septiembre de 1888, antes de empezar a habitar la Casa Amarilla, cerca del café. Abierto toda la noche, el libro cuenta que la clientela no era lo que se conoce por “selecta”.
Tres meses antes del incidente, Van Gogh pintó un interior del establecimiento, titulado Café de la noche, del que explicó que trató de expresar la idea de que el café es un lugar donde se puede arruinar uno la vida. Amigos del pintor describían el local como una casa de citas, aunque no fuera un burdel. “De vez en cuando se ve a una puta sentada en una mesa, con su cliente”. Una pareja puede verse en su pintura, en la parte trasera de la sala. Todavía está pendiente de aclarar la relación entre Van Gogh y Gabrielle, quizá tan estrecha como para pensar en entregarle su oreja cercenada envuelta en un trapo.