“Tememos que tras el intento de Golpe de Estado en Turquía se agrave la situación de los artistas y de la libertad de expresión en general”, ha declarado a EL ESPAÑOL Ole Reitov, portavoz de Freemuse, ONG danesa que ejerce como órgano consultivo de la ONU para combatir la censura en el arte. No son los únicos que están en guardia. Muchos creadores se muestran muy preocupados después de que el presidente Recep Tayyip Erdogan declarara el Estado de Emergencia en el país y suspendiera la aplicación de la Convención de los Derechos Humanos un día después. “Estoy considerando seriamente abandonar mi país”, dice con preocupación Ferhat Özgür desde Estambul, pintor, fotógrafo y videoartista, que ha sufrido la persecución del gobierno presidido por Erdogan, del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP).
Es alarmante que Erdogan y su partido crean que pueden ponerle la etiqueta de 'partidario del terrorismo' a cualquiera que no piense como ellos
Las obras de Özgür tienen un cariz político, algo que cada vez le ocasiona más dolores de cabeza. I love 301 es un ejemplo. Se trata de un karaoke en el que lo que se canta es el redactado del artículo 301 del Código Penal turco. “Un ataque a la libertad de expresión”, según el autor, a quien intervenciones como esa le han costado sanciones y el cierre de sus exposiciones. Özgür está seguro de que tras los últimos acontecimientos, la represión aumentará en Turquía. “Es alarmante que Erdogan y su partido crean que pueden ponerle la etiqueta de 'partidario del terrorismo' a cualquiera que no piense como ellos”.
Eso ya sucedía antes, como ha denunciado reiteradamente Freemuse, que coloca a Turquía entre los cinco países más represores con los artistas, especialmente con los músicos. Creen que a la inestabilidad ocasionada por la llegada de refugiados a la frontera con Siria y el conflicto kurdo, se suma ahora el intento de Golpe de Estado. Lo mismo opinan en una entidad que trabaja sobre el terreno, Siyah Bant, que se define como un “proyecto anti censura”. Para su portavoz, Pelin Başaran, no es un buen precedente que dirigentes destacados del AKP hayan declarado en alguna ocasión que “el arte es el patio de atrás del terrorismo”.
La vaguedad de la Ley Antiterrorista
La persecución contra artistas, periodistas y académicos en Turquía se intensificó tras las manifestaciones de 2013 en el Parque Taksim Gezi, donde se congregó una multitud para evitar la construcción de un centro comercial en la única zona verde de Estambul. La protesta se extendió y se convirtió en un pulso al partido en el poder, al que acusaban de recortar derechos e islamizar el país paulatinamente.
Todas las organizaciones consultadas coinciden en que la situación empeoró cuando Erdogan ganó las elecciones de 2014. Özgür es de los que piensa que está por ver si el golpe no es un “complot de Erdogan para abrir todos los caminos a un sistema presidencialista” con el que acaparar más poder.
Los artistas no son los únicos que lo ven así. En su reciente visita a la Universitat Autònoma de Barcelona, el decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Yeditepe, Haluk Kabaalioğlu, explicó que hoy el presidente ya está por encima del primer ministro, pero que Erdogan quiere más. “No creo que sea un sistema adecuado para nosotros”, dijo y añadió que para que esa modalidad de Gobierno funcione debería haber una separación de poderes en Turquía más clara que la actual.
Condenado por decir “burritos”
“Imagina un país en el que pueden encarcelar a cualquiera que haga una caricatura o un chiste del presidente”, dice Özgür. El cantante folk Kutsal Evcimen no necesita imaginarlo. “Nosotros trabajamos, vosotros comed / descansad, burritos”. En marzo, un tribunal le impuso 11 meses y 20 días de cárcel por cantar esos versos en un festival de verano. La letra no se refiere a nadie en concreto, pero el equipo legal de Erdogan consideró que al decir “burrito” Evcimen se estaba refiriendo al presidente. Y le aplicaron la Ley Antiterrorista por insultarlo.
La condena de Evcimen quedó en suspenso durante cinco años, lo que significa que si en ese tiempo vuelve a insultar al presidente, se activará de nuevo. Es una manera de tener a raya a artistas y periodistas. Así lo entendió, el caricaturista Mehmet Düzenli, que decidió cumplir los tres meses de cárcel por criticar a un líder religioso a estar cinco años auto censurándose, tal y como informó Reporteros Sin Fronteras.
“Desde que tomó posesión del cargo, Erdogan ha empleado la Ley Antiterrorista para iniciar cientos de casos abiertos por considerarse insultado. Actores, cantantes, caricaturistas y periodistas han sido investigados por burlarse del presidente”, dicen en Freemuse, que han denunciado la norma en varios foros por su vaguedad y piden que se concrete la definición de términos como 'organización terrorista' o 'miembro de organización terrorista”.
Actores, cantantes, caricaturistas y periodistas han sido investigados por burlarse del presidente
Precisamente esos y otros cargos tienen sobre sus espaldas cinco redactores, otro colectivo sobre el que el aparato represor de Erdogan se ha empleado a fondo. “Los cargos de adquisición y divulgación de secretos y administración de organización terrorista contra los cinco periodistas turcos deben ser retirados”, exige Index Censorship, organización con sede en Reino Unido. La entidad cree que el proceso “tiene motivaciones políticas” y pide la libertad de Mehmet Baransu, en prisión desde marzo de 2015. Cuatro de ellos son redactores de Taraf, diario al que el mismo Eredogan acusó públicamente de hacer “juego sucio” y apoyar un “estado paralelo”.
No todos los sospechosos de ser enemigos del Estado van a prisión. Las represalias, según cuenta Özgür también son de otro tipo. A él, le cierran las exposiciones si se mete con el Gobierno. A los cineastas, les impiden la participación en festivales haciendo una criba previa de las películas y dejando fuera las que tratan “temas delicados.” A la actriz Füsun Demirel, la despidieron de la serie de televisión en la que trabajaba tras decir en una entrevista que le encantaría interpretar a una guerrillera del Grupo de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Precisamente, los artistas kurdos son, según Siyah Bant, los más silenciados por el Gobierno de Erdogan aunque fuera de las fronteras turcas también muestra el presidente lo fina que es su piel ante las críticas. El caso más llamativo es el que lo enfrentó al humorista alemán Jan Böhmermann, al que llevó a los tribunales aprovechando una antigua ley alemana por llamarlo, entre otras cosas, “follacabras”, como ya informó El Español.
Contra la música “sexual”
Además de la Ley Antiterrorista, a los artistas les preocupa la influencia de la Dirección de Asuntos Religiosos, un órgano gubernamental que ha adquirido mucho poder con Erdogan. La Dirección tiene 120.000 empleados y un presupuesto que, según el periodista turco Yiğit Günay, es superior al de siete ministerios juntos “incluyendo el de Cultura y Turismo”.
Suele estar en el punto de mira por sus polémicas fetuas, directrices que dan los muftíes, especialistas en la ley islámica. Una de las más recientes hace referencia a la música, sobre la que concluyeron que no era contraria al Corán siempre y cuando “no despierte deseos sexuales”.
Uno de los artistas afectados por esa fetua es uno de sus empleados. Ahmet Muhsin Tüzer es imán y tiene una banda de rock. Al pedir permiso para viajar a Portugal a dar un concierto con su grupo, le fue denegado. Nadie le ha especificado nunca el motivo concreto, pero él cree que tiene que ver con que los muftíes ven el rock como algo “pecaminoso”. Después de mucho pelear, viajó a Porto en abril pero sin el consentimiento de la Dirección. “Que Turquía no apoye este concierto me parte el corazón”, dijo el religioso que se declara seguidor de bandas como Metallica o Queen.
Creo que el Gobierno endurecerá aún más su postura contra la minorías: LGTB o ecologistas
En principio, las directrices de la Dirección no tienen rango de ley, pero sí influencia en la ciudadanía y en los políticos. Freemuse los responsabiliza indirectamente de que a finales de 2015 se suspendiera una versión de Carmina Burana, dirigida por el conocido pianista Fazil Say, por contener escenas sexuales y verse botellas de alcohol sobre el escenario.
Incentivados por sus fetuas, “la prensa islamista inició una campaña de odio” contra el Coro Gay de Boston que provocó la cancelación de su actuación en Estambul, aunque el concierto pudo celebrarse porque la Universidad de Boğaziçi les ofreció su hall. “Creo que el Gobierno endurecerá aún más su postura contra la minorías: LGTB o ecologistas, por ejemplo”, opina Ferhat Özgür, quien asegura que seguirá haciendo obras políticas “para combatir la censura”.