El año 2015 echaba a andar y la Federación de Gremios de Editores (FGGEE) presentaron primero a José Ignacio Wert y, luego, a Íñigo Méndez de Vigo, un Plan Integral para el Fomento del Libro y de la Lectura, con la intención de frenar la caída libre en la que se encontraba el sector. Según ha podido saber este periódico, los dos se mostraron muy receptivos con las ideas que se incluían, pero ninguno las puso en marcha. Ni total ni parcialmente. Entre las tentativas para reactivar el consumo, el “bono cultural”, como el que acaba de aprobar el gobierno italiano presidido por Matteo Renzi. “Había muchas medidas que podrían haber puesto en marcha ya, pero no lo han hecho”, cuentan a EL ESPAÑOL desde la dirección de la Federación.
Era un plan que huía del maquillaje cultural y pretendía corregir los hábitos de lectura en un país en el que casi el 60% de los españoles no lee nunca o sólo a veces, donde el desplome de ventas durante la crisis financiera acumula el 40% en facturación, donde la librería está abocada a una vida en peligro de extinción y en el que la piratería, aseguraban, se queda con 300 millones de euros al año que son de la industria. Además, querían paliar el aumento del precio medio del libro, que superaba los 14 euros.
Es muy bueno porque es un pequeño descuento que motiva. Ha supuesto un incremento de ventas y la inversión regresa con el pago de los impuestos. Es un empujón necesario para el sector cultural
El exhaustivo plan incluía medidas fiscales y comerciales, entre tantas otras, y entre ellas la creación del “bono cultura”. Estaban convencidos de que es una medida con la que “se proporcionan recursos para la adquisición de productos culturales”.
La idea es muy similar a la anunciada por la del gobierno italiano y destinada a fomentar el uso de los productos culturales de 574.593 jóvenes (de 18 años), en el último trimestre de 2016 -a partir del 15 de septiembre-, y con una inversión de 290 millones de euros. Los italianos recibirán “una línea de crédito” de 500 euros, que podrán gestionar desde una aplicación de su móvil. Paradójicamente, está excluida la música grabada (Cd y vinilo) y las suscripciones a servicios de streaming de películas.
El Plan Integral de la FGGEE señala el “bono cultura” del Gobierno Vasco como un ejemplo a tener en cuenta para aplicarlo en todo el Estado. “Es una experiencia que debería extenderse a las demás Comunidades Autónomas”, dicen. “Ha demostrado ser un procedimiento eficaz para incentivar la adquisición y consumo de productos culturales, desde la compra de libros a la asistencia de espectáculos, como conciertos o teatro o la visita a los museos”.
En el País Vasco, para el uso del “bono cultural”, no había limitación de edad como en Italia. La iniciativa fue idea del PSOE, pero desapareció con el último cambio de gobierno. Sin embargo, en Vizcaya se ha mantenido en los dos últimos años como campaña de Navidad, para usar entre el 10 de diciembre y el 30 de enero. Para “incentivar el consumo de productos culturales” se ponen un circulación 3 tipos de “Bizkaiko Kultur Txartela”, con diferentes valores de compra: 32 euros para adquirir libros, música y cine (DVD y otros soportes). Además, 28 euros para espectáculos culturales en vivo y visitas a museos. Y 24 euros para productos en euskera y espectáculos en vivo.
En España, los jóvenes entre 15 y 19 años, son los que más visitan los museos, los que más pasan por las exposiciones temporales y galerías, según la Encuesta de hábitos y prácticas culturales en 2014-2015, del INE. También es la franja de edad más lectora, aunque la que menos lee prensa y publicaciones periódicas. De nuevo, vuelven a ser los que más van al teatro en el último año, no así a la ópera y a la zarzuela. Prefieren el ballet y la danza. A los conciertos de música van tantos como los jóvenes de 20 a 24 años. Y son los que más música escuchan a la semana y los que más van al cine, así como los que acceden a internet por ocio o entretenimiento al menos una vez al mes.
Los editores, apoyados por los libreros y los distribuidores, explican que mediante el “bono cultura” se proporcionan recursos para la adquisición de productos culturales, como los libros, entre otros, especialmente en librerías independientes o de proximidad. El procedimiento seguido para subvencionar la compra de productos culturales en sus múltiples soportes es distinto al italiano, más parecido a un “cheque al portador” que una “línea de crédito”, tal y como explica a este periódico Andrés Fernández, secretario general del Gremio de Editores de Euskadi y director de la Cámara del Libro. El bono cultura vasco repartió dos millones de euros entre las tres provincias (Álava, Guipúzcoa y Vizcaya).
“Ponen a la venta, a través de las entidades financieras, unos “bonos cultura” que los ciudadanos pueden adquirir al precio de 25 euros, pero que les proporcionaban una capacidad adquisitiva de los productos culturales por valor de 40 euros en los establecimientos adheridos a esta campaña”, contaban los editores en el informe que entregaron en la Secretaría de Estado de Cultura a Lassalle y que nunca atendió.
Ayuda a que la gente consuma más. Es un aliciente, pero no pagan la totalidad de la compra, porque si instauras la creencia de la cultura gratis no se avanzará nada
Antonio María Ávila, secretario de la FGGEE, explica a EL ESPAÑOL que el modelo que presentaron al gobierno de Rajoy está inspirado en las medidas que puso en práctica Francia, en Normandía. “Ayuda a que la gente consuma más. Es un aliciente, pero no pagan la totalidad de la compra, porque si instauras la creencia de la cultura gratis no se avanzará nada. Del cielo ya no cae ni el agua. Si tú pagas el 100%, la gente se acostumbra”, añade Ávila. “Pagan una parte y ni siquiera es la mayoritaria”. No así la medida italiana.
Fernández valora la experiencia vasca como “muy positiva”. “Es muy bueno porque es un pequeño descuento que motiva. Ha supuesto un incremento de ventas y la inversión regresa con el pago de los impuestos. Es un empujón necesario para el sector cultural, porque atrae al que compra como al que no”, explica.