“Alguna de las joyas, plumas y obras de arte cuya intervención solicitamos, fueron adquiridas por David Marjaliza y sus sociedades para invertir y ocultar parte de las ganancias ilícitas procedentes de los delitos de corrupción mencionados”, explica Eloy Velasco, juez de la Audiencia Nacional, en el informe sobre las operaciones que David Marjaliza y cómplices llevaron a cabo para enriquecerse a costa de los recursos públicos. Como el magistrado aclara, al delito de blanqueo le preceden, entre otros, “cohecho, malversación de caudales públicos, fraudes contra la Administración Pública, prevaricación, tráfico de influencias, revelación de secretos, negociaciones prohibidas, fraude fiscal, organización criminal y falsedad en documento privado y oficial”.
Gracias a un acuerdo firmado entre la Audiencia Nacional y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, parte de las 37 pinturas, fotografías y esculturas entrarán a formar parte de la colección permanente del museo, tal y como ha podido saber EL ESPAÑOL. Todavía no está clara la lista definitiva de piezas escogidas por el centro para su exposición ni quién se hará cargo del transporte desde el almacén en el que descansan, en Ginebra (Suiza), hasta Madrid. Sin embargo, del botín hay joyas artísticas que podrían tapar las ausencias de la colección del museo y enriquecerla.
Es el caso de las dos obras de uno de los grandes innovadores de la escultura, el británico Tony Cragg, de quien Marjaliza, bien aconsejado, adquirió en 2007, en la galería Carles Taché de Barcelona, Out of sight, out of mind (2003), por 209.620 euros. El Museo Reina Sofía cuenta con dos obras de este artista, director de la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf (Alemania) y Premio Turner 1988, pero ninguna de su madurez, en la que las formas sinuosas se retuercen. Un año más tarde volvió a comprar Cragg al mismo galerista, por 40.600 euros, sin título (dos columnas de bronce).
El agosto de las galerías
Las compras de Marjaliza se centran en piezas de artistas contemporáneos consolidados, y en las principales galerías europeas y neoyorquinas. El 27 de diciembre de 2007 gasta más de medio millón de euros en la galería de Arte Oriol de Barcelona en dos de las obras más notables: Lurra Circa 1980 (220.000 euros) de Eduardo Chillida y la arpillera de Manolo Millares, titulada Personaje oscuro (300.000 euros). Tres meses después se convierte en el inversor más notable de una subasta en Christie's, en la que adquiere Cabeza de mujer (172.770 euros) de Manolo Valdés; The Astronaut (92.690 euros), de Equipo Crónica; y Furor Penellis, de Miquel Barceló, por el que pagó 663.970 euros.
Al Museo Reina Sofía también podría interesarle un óleo del expresionista Antoni Clave, Figura y bodegón (60.000 euros), de quien tienen mucha obra como grabador. Pablo Palazuelo también está muy representado en la colección y de él compró Marjaliza el óleo De Somnis XV (118.320 euros). Antoni Tàpies también es un artista muy protegido por la actual dirección del Reina Sofía. Marjaliza, o su representante, lo compró en la Marathon Spirit Global Limited Singapur, hace diez años, por 250.000 euros. También aparece un Joaquín Torres García (63.800 euros en la galería Leandro Navarro), José Guerrero (66.142 euros, en Margo Pollins de Nueva York) o Martín Chirino (46.400, en Valyunque).
En los almacenes del Museo Reina Sofía también descansa la obra de Pablo Picasso, Cabeza de mujer joven, entregada por la Guardia Civil. La policía francesa de aduanas incautó el cuadro en Córcega, cuando su propietario Jaime Botín pretendía sacarlo de España para venderlo en Suiza, a pesar de haberlo prohibido la Audiencia Nacional y el Ministerio de Cultura. La obra permanecerá en el lugar mientras dure el litigio, que podría acabar con la pintura que anticipa el cubismo entre las obras del museo.
De los zulos corruptos
Hace dos años, el Estado devolvió a Colombia 691 piezas arqueológicas recuperadas en 2003 por la Policía Nacional, y que estuvieron custodiadas desde su hallazgo en el Museo de América. Es el único caso similar al del botín de la Púnica. La operación Florencia contra el blanqueo de capitales y el tráfico de drogas localizó cerca de 1.000 obras que fueron compradas en Colombia y otros países y exportadas posteriormente de forma ilegal.
De los zulos de la corrupción también llegaron al Museo del Prado varios cuadros de Rosendo Naseiro (tesorero del PP), que salió indemne de los tribunales tras la acusación de financiación ilegal de su partido, en 1989, a pesar de las grabaciones que había contra él, desestimadas por el juez. Parte de su colección de bodegones de los siglos XVII y XVIII es propiedad del Prado desde 2006, después de que el BBVA adquiriese 40 de ellos por 26 millones de euros, para saldar deudas de impuestos con el Estado.
Carmen Calvo, Ministra de Cultura, dijo que con el regalo del BBVA, la laguna que antes se cubría con compras individuales y préstamos, quedaba “cubierta". El director del Prado era Miguel Zugaza y señaló que los 40 bodegones “forman un conjunto irrepetible”. La compra es hasta el momento la operación más cara que se ha hecho con dinero del Estado.
Una década más tarde, Luis Bárcenas, extesorero del PP, imputado por cohecho, delito fiscal y blanqueo de capitales en el caso Gürtel, declaró ante el juez Pablo Ruz que se esta colección se la vendió él a Naseiro. Sin embargo, la única justificación que aportó al magistrado fue un manuscrito de una venta de cuatro bodegones por 1.536 euros. Los cuatro cuelgan en el Prado.
Consuelo Císcar, exdirectora del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), está imputada por delitos de prevaricación, falsedad documental y malversación por comprar obras de arte son sobrecostes del 1.500%. Las diligencias aseguran que estas actuaciones redundan en un “claro lujo para terceros”. Las actuaciones por las que se le imputan “habrían supuesto un evidente prejuicio a los fondos públicos con los que se gestiona este museo”, según el auto de la juez Nuria Soler.