Hazte un 'selfie' con Picasso muerto, en Málaga
Su cuerpo aparecerá la semana que viene en la capital de la Costa del Sol, para que miles de turistas puedan retratarse con el genio que ha sido utilizado para colocar a la ciudad en los planes de vacaciones de los turistas de todo el mundo.
27 abril, 2017 13:18Noticias relacionadas
Todo lo que toca lo convierte en oro. Es el rey Midas del turismo, una marca imbatible. Es Pablo Picasso, el souvenir favorito de Málaga. Toda lleva un jersey a rayas marineras, porque quien tiene un Picasso, tiene un tesoro y es el reclamo más eficaz para atraer miles de cruceros a su puerto. Es la fórmula del éxito, el nombre que más pizzerías gastan en el mundo, eso dicen. Y en España, el Citroën Picasso es el coche de la Policía.
Es una falsa atracción más en Málaga, que desvela la oferta con la que atraen las políticas culturales de la ciudad a las masas de turistas
Por si quedaba algo sin explotar en la imagen del prolífico pintor, a partir de la semana que viene podrá visitarse su cuerpo yacente, en una pequeña estancia de la sede de la Alianza Francesa de Málaga, en la calle Beatas. Será acceso gratuito y quien quiera podrá hacerse una foto junto al cadáver del autor del Guernica, que por supuesto vestirá a rayas. En el folleto que ya se reparte por la ciudad se puede leer lo siguiente: “El cuerpo de Picasso descansará en Málaga. La capital de la Costa del Sol completa su oferta turístico cultural con la atracción definitiva: la muerte del genio universal”.
El anuncio asegura que es “una experiencia espectacular”, porque será la última parada de un itinerario que pasea al visitante desde su lugar de nacimiento, hasta su muerte. “De suelo español a suelo francés, sin cambiar de ciudad. El artista que nació en Málaga y murió en Mougins, descansará en la sala de la institución cultural y educativa francesa”. Una ocasión única para el pelotón turístico, que podrá verlo hasta finales de julio. Luego, el artista Eugenio Merino se llevará su escultura hiperrealista a otra parte.
Todo es falso
“Es una falsa atracción más en Málaga, que desvela la oferta con la que atraen las políticas culturales de la ciudad a las masas de turistas. Sólo ven falsas atracciones del lugar al que llegan, entre ellas los cinco museos”, explica a este periódico Merino. La oferta no deja de crecer y lo que pretende esta obra, al margen del circuito artístico, es matar la marca local. No es una crítica contra Picasso, sino contra la utilización de Picasso para convertirlo todo en consumible y producto. Un falso Picasso, muerto, en un lugar en el que no murió.
Merino se une así a la visión de Rogelio López Cuenca, que hace siete años montó la exposición Ciudad Picasso, y a la visión industrializada del viaje que realiza el fotógrafo Martin Parr. Todos critican la experiencia convertida en colección, el mundo hecho álbum y el souvenir como recuerdo capturado. La intención es acabar con la marca local, descubriendo cómo Málaga se ha convertido en un exceso, en un souvenir mismo. “Los museos que hay también son mercancía, con exposiciones que pueden verse rápidamente”. Lo que podríamos llamar Fast Museum.
Pero todos sabemos que el souvenir es inmortal y que todo lo que lleva Picasso, triunfa: tazas, cortinas para el baño, postales, baldosas, corbatas, mochilas, delantales, carcasas para móviles, termos, cuadernos... Un engendro inagotable, que se multiplica sin parar para saciar la sed de los turistas que no se sabían sedientos.
De comunista a producto
Picasso hace atractivo todo lo que toca, incluso la muerte. “Que un comunista sirva para un proceso absolutamente neoliberal es muy paradójico. Ha sido desideologizado, blanqueado al máximo, hasta convertirlo en un producto perfecto”, cuenta Merino, que también colocará una placa de mármol de Carrara en la sede de la Alianza, con el lugar y fecha de nacimiento y muerte del genio de las vanguardias.
Ha preferido proponerle la acción a una institución al margen del circuito artístico para que se acerque todo el mundo. Quiere que haya cola en la calle. “Porque donde hay una cola, hay algo que ver. Aunque, al final, lo único que hay siempre, cuando acabas la fila, es desilusión”. El peso de los museos sobre el arte desactiva el poder de las piezas, así que mejor escapar de ellos.
Al entrar, el curioso encontrará un cordón de seguridad que le separará del cadáver de poliéster y resina, similar al Franco que hizo y metió en una máquina de refrescos. El artista nacido para ser souvenir ha muerto, pero no descansa en paz.