Eduardo Arroyo, el artista rebelde que ridiculizó a los "caballeros españoles"
Este es el retrato de un pintor radical, de un hombre libre y avalado por su inconformismo: figurativo, rey del pop art, antifascista, poético, incómodo, cáustico. Huyó de España "por aburrimiento" en pleno franquismo, se forjó en París, regresó y fue expulsado por el Régimen. Cuando por fin su país pudo recuperarle, reinterpretó con sátira los tópicos patrios. Siempre encontró el punto que poner sobre la i. No le quedó ni un sólo héroe en pie: acabó hasta con Miró y Duchamp. No-siguió-modas.