La investigadora y escritora Dolores García documenta en su último ensayo, Valencia y su arte de la seda en la Gioconda, que el ropaje que viste Lisa Gherardini en el famoso cuadro de Leonardo da Vinci procedía del gremio de seda valenciano y sus tintes eran españoles, importados de América.
García, autora de El secreto de Mona Lisa y La cara oculta de Da Vinci. Las claves de la Monna Lisa, inició esta investigación tras plantearse el interrogante de por qué Gherardini, esposa del mercader de textiles y seda Francesco del Giocondo, uno de los más ricos e influyentes de Florencia, había sido retratada sin ninguna joya, que identificaba la clase social y a la élite de la época.
"Las damas florentinas eran escaparate de las familias adineradas y según su rango social lucían un tipo de joyas", señala la investigadora en una entrevista con la Agencia Efe. Añade que Gherardini era la mujer del mercader más rico y famoso de la ciudad y uno de los doce hombres que componían el gobierno de la república de Florencia, con poder y un estatus importante, por lo que este hecho era todavía más incomprensible.
Durante su investigación, García se percató de que sí que llevaba una joya, su vestido de seda, el mismo con el que la joven fue retratada ocho años antes. "El vestido era la verdadera joya de la familia y la que mostraba su rango social", asegura la investigadora, pero además no era ostentoso, no tenía bordados de oro y plata, lo que le llevó a pensar que su valor estaba en otra de sus composiciones: el tinte.
Y fue así como "tirando del hilo", con toda la documentación de la época que pudo encontrar sobre la Florencia del momento, averiguó que los colores negro, berenjena y amarillo del ropaje eran un tinte especial de una planta que España había importado tras el descubrimiento de América y que "solo se podían permitir las familias más ricas" y la nobleza europea.
Además, fue el valenciano Luis de Santángel quien financió el descubrimiento de América en 1492 e introdujo el palo de tinte americano en España, lo que supuso toda una revolución en el sector y del que la monarquía española tuvo el monopolio, relata García.
Símbolo de riqueza
La ciudad de Valencia era también en ese momento el "centro sedero de toda la península", con los mejores artesanos de la seda y tintoreros, y del puerto del Grau de la ciudad salía toda la seda de la Península hacia Florencia, y esa era la conexión con el mercader Francesco del Giocondo.
"Valencia se encontraba en ese momento al mismo nivel que las grandes ciudades europeas. Fue el momento de la construcción de su lonja, de la catedral, y prestó incluso dinero a los Reyes Católicos para la guerra de Granada", recuerda.
El comercio de la seda valenciana, asegura la investigadora, salvó también de la ruina a Aragón, Cataluña y Cerdeña, y se muestra convencida de que en el cuadro de la Gioconda "vemos la seda de Valencia", como símbolo de riqueza, prestigio y alto estatus del mercader florentino y su familia.
El trabajo de Dolores García ha estado avalado por la doctora en Conservación y Restauración de bienes Culturales, experta en tintes y profesora de historia del Arte de la Facultad de Geografía e historia de la Universitat de València, María Gómez, que ha presentado este jueves el estudio junto a su autora en esta universidad.
El ensayo, ha explicado García, se publicará en breve para su puesta en común con otros expertos en la obra de Leonardo da Vinci y en la época.