Tenía que renovar el contrato con el CDN Montpellier hasta enero de 2018, pero el director español ha renunciado a prorrogar más su estancia como director de uno de los centros de la red de teatros más importante del país vecino. Pone punto final a un trabajo de cuatro años -excepcional, porque era la primera vez que se seleccionaba a un director no francés para el cargo-, con una carta que ha publicado explicando los motivos de la dimisión.
El director y dramaturgo agradece a su equipo y al Ministerio de Cultura francés el apoyo y la confianza en su proyecto escénico, pero se lamenta de los recortes económicos a los que ha tenido que enfrentarse desde su llegada. El presupuesto, “uno de los más limitados de toda la red de CDN”, fue recortado al mes de acceder al puesto: “Cuando firmé el contrato sabía que tenía un presupuesto menor para el desarrollo de mi programa”. Así que siguió adelante con un presupuesto de 450.000 euros hasta que le quitaron 100.000 euros a las pocas semanas.
“Aquel fue el momento de dimitir, pero no lo hice. No me arrepiento”, escribe García. “Sin embargo, cuatro años remando contra corriente es más que suficiente, sobre todo cuando uno no recibe ninguna señal de aliento para aquellos que sostienen económicamente el teatro”.
Su falta de entendimiento con los gestores de la red de teatros ha llegado a un punto sin retorno y reconoce una “larga lista” de motivos de conflicto resueltos siempre en contra de sus intereses. Así pasó con el cambio de nombre que propuso (CDN “Humano demasiado humano”) o con la petición de una línea de autobuses especiales para trasladar al público hasta el teatro, a las afueras de la ciudad y sin conexión pública. Cuenta que tuvo que comprar un mini bus de nueve plazas para traer y llevar a los espectadores, en un ir y venir constante.
Por si fuera poco, explica que sus propias creaciones también estaban resintiendo la falta de apoyo económico. Aunque “lo peor de todo es la imposibilidad de traer grandes compañías con obras maestras, porque no tenemos suficiente dinero”. Tampoco ha podido fundar la compañía permanente del teatro por medios insuficientes y falta de entendimiento con las autoridades francesas.
“Ante este panorama que dibujo ante vuestros ojos, ¿os parece absurdo que no renueve mi contrato por otros tres años más? ¿Qué pasó con el diálogo? ¿Dónde está el intercambio de ideas y la colaboración con los socios que sostienen este lugar público?”, se pregunta antes de acabar. “Por último quiero repetir tres veces la palabra mentira. Es una mentira decir que nuestro teatro no es público. Es una mentira decir que el proyecto no representa a la ciudad. Es una mentira decir que en mi caso un CDN es una carga demasiado pesada porque soy un artista”, explica.
A Rodrigo García le hubiera gustado seguir luchando para que el CDN fuera “el más grande en todos los sentidos” y que sus esfuerzos no fueran en vano. “En otras palabras: tengo más fuerza y el entusiasmo necesario para este trabajo”. Y en diciembre, cuando acabe el año, abandonará su labor.