Siempre es buen momento para reivindicar a las hermanas Brontë, superdotadas escritoras que vivieron el machismo de la época y no vivieron el éxito que sus obras merecían. Charlotte, por ejemplo, tuvo que publicar una de sus obras maestras, Jane Eyre, con un seudónimo masculino para que su manuscrito viera la luz.
Un libro que habla de una mujer fuerte, resistente y que se enfrenta a toda autoridad establecida por la lucha de sus derechos, los cuales no paran de verse mermados. Jane Eyre es vista por mucha gente como uno de los primeros personajes feministas de la literatura, y ahora se reivindica en la obra que dirige Carme Portaceli con Ariadna Gil como protagonista y que se puede ver hasta el próximo 21 de octubre en la sala principal del Teatro Español.
Para la directora, Jane Eyre es "una obra romántica en la que la lucha por la libertad es el impulso que guía a la protagonista en un mundo en el que las mujeres no la podían conseguir", pero también un título con el que el espectador descubrirá que el amor sólo se hace realidad cuando "los dos protagonistas hablan de igual a igual, cuando el amor ya no es una cárcel, sino un acto de libertad".
Ariadna Gil interpreta a la heroína romántica Jane Eyre en la adaptación teatral de la novela de Charlotte Brontë que, según Portaceli, representa "un canto a la lucha por la libertad". Para la actriz, una de las claves de la obra es que "Jane Eyre tiene mucha ironía, sobre todo teniendo en cuenta que ella habla desde el final de la historia".
La actriz catalana, contaba en declaraciones a EFE, que con la lectura de la novela de Brontë, enmarcada en la época victoriana y publicada bajo seudónimo en 1847, descubrió "un mundo y una época y el impulso y la fuerza del personaje". "Jane Eyre" es una de las cosas más buenas que me ha pasado últimamente, porque ha ido creciendo en los ensayos con Carme Portaceli, con el reparto, con los músicos". Y además: "Ha sido un trabajo en el que, con la inteligencia de Portaceli, no hemos sufrido, porque es una directora que no te lo dice todo de golpe, sino que lo va dosificando".
Cuando la huérfana Jane Eyre es enviada a un internado para niñas pobres, para quitársela de encima, Eyre percibe, según Portaceli, "su incapacidad de dejarse maltratar en ninguna de las vertientes que el maltrato pueda disfrazarse". Para la directora, "'Jane Eyre' es una puerta a través de la cual Brontë nos enseña su visión del mundo" y, de este modo, a través de la protagonista opina sobre la diferencia arbitraria entre clases y hace especial mención al papel de la mujer en el mundo. "Ella no deja nunca que nadie olvide que, por ser pobre o mujer, no se es un ser inferior", apunta Portaceli.