El descubrimiento de América fue sin duda el acontecimiento que marcó el siglo XV. Un nuevo mundo, nuevas fronteras y nuevas culturas se abrían ante los ojos de un continente que desconocía la existencia de toda una superficie al oeste de sus mares. Pero para conocer lo que supuso la campaña hacia las Américas son indispensables los escritos acerca de ello.
A Cristóbal Colón le debe la Monarquía Hispánica el poderío hegemónico que derivaría en el imperio más extenso conocido hasta la época. Pero hubo otro marinero que acompañó a Colón en su cuarto viaje con apenas 14 años de edad. Aquel joven era su hijo pequeños Hernando Colón y compaginó su obsesión por las humanidades con las ansias de conocer el llamado Nuevo Mundo. "Las letras se inventaron para recordar cosas que, al quedar fijadas por escrito, no caen en el olvido", escribía San Isidoro de Sevilla allá por el siglo VI.
Es lo que precisamente trató de hacer el hijo de Colón a su vuelta del continente americano. Tal y como explica el escritor británico Edward Wilson-Lee en Memorial de los libros naufragados: Hernando Colón y la búsqueda de una biblioteca universal (Ariel), su herencia se basó en la creación de una biblioteca universal "nunca imaginada hasta entonces".
Hernando había recopilado durante años una colección en la que constaban libros escritos por autores que carecían de fama o reputación; abundaban folletos, baladas impresas en una sola página y hasta partituras que nunca se había tratado de conservar con anterioridad. De esta forma, y aunque él lo ignoraba, el hijo del descubridor de América proponía un canon al margen de los textos teológicos y filosóficos de la época. Es más, hubo personalidades que calificaron el legado de "pura bazofia".
Wilson-Lee describe que la escala de la colección tuvo que haber sido impresionante, pues "era con diferencia la biblioteca privada más grande de la época; sin duda se les debió de nublar la vista ante un número de documentos imposible de abarcar a simple vista". Registraba la fecha y el lugar de la adquisición de la pieza, así como su precio y si incluso se trataba de un regalo. Es decir, una aproximación a lo que hoy conocemos como big data o la Wikipedia del siglo XVI.
La biografía perdida de Colón
A día de hoy, muchos de los textos que Hernando llegó a reunir en vida han trascendido. No obstante, existe un libro que siempre se le ha atribuido a él y que jamás mencionó para su proyecto. Se trata de Historia del almirante don Cristóbal Colón, la biografía de su padre, que fue publicada en Venecia en el año 1571, más de treinta años después del fallecimiento de Hernando.
La versión original española de su obra nunca ha sido hallada, de modo que estamos completamente supeditados a la traducción italiana
Es por ello que el documento más ilustrativo de la vida del descubridor de América pueda ser una falsificación. "La versión original española de su obra nunca ha sido hallada, de modo que estamos completamente supeditados a la traducción italiana", escribe Edward Wilson-Lee. Lo que sí está demostrado, y así lo ratifica la Biblioteca Colombina en la catedral de Sevilla, es que la enorme colección de Hernando ha servido para reconstruir su vida de forma veraz y documentada.
Lo más inverosímil es que el propio Hernando inició su biblioteca tras su muerte en 1539. Fue su testamento el que desembocó que su deseo se hiciera realidad: "El principal heredero de su fortuna no era una persona, sino una maravillosa creación: su biblioteca". El creador de un nuevo mundo, en este caso el literario, falleció 33 años más tarde que su padre cerca de Sevilla. "Hernando hizo acopio de la fuerza necesaria y él mismo cogió el tazón y se embadurnó la cara con el barro del Guadilquivir (...) 'Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás'". Tras esas palabras, Hernando Colón descansó para siempre mientras su herencia se ponía en marcha y su biblioteca se convertía en la más importante del Renacimiento europeo.