El Reino visigodo se fragmentó tras la llegada al trono de Rodrigo, nombrado en numerosas fuentes clásicas como Don Rodrigo y quien gobernó en las tierras de la Península Ibérica entre el año 710 y 711. Su reinado, descrito por historiadores como Juan de Mariana como un reino en declive, generó una gran división dentro de la Hispania visigoda, lo cual debilitó enormemente a un pueblo que pronto se vería amenazado por los musulmanes.
El principal problema que presenta el porqué del derrumbamiento del Reino visigodo se debe a la falta de fuentes fiables de la época. "Las fuentes de las que disponemos para reconstruir el final del Reino visigodo, la conquista y los primeros tiempos de la dominación musulmana son posteriores al menos en un siglo y medio o dos", explica el historiador Bruno Padín Portela en La traición en la historia de España (Akal).
Se sabe que Rodrigo se hizo con el poder de forma violenta y que sus supuestos aliados le traicionaron en el último momento. Al sur de los conflictos internos peninsulares, se había ordenado al general beréber Táriq ibn Ziyad, conocido comúnmente como Táriq, iniciar la ofensiva más allá del continente africano.
De esta manera, Guadalete fue el lugar en el que ambas civilizaciones chocaron frente a frente por las tierras de la actual España. De hecho, pese a que todavía faltaban siglos para que se conformase un estado español, es en este momento donde el jesuita Juan de Mariana habla de la "pérdida de España", pues el Califato Omeya derrotó a los visigodos y, aún más importante, terminó con la vida de Don Rodrigo en el campo de batalla. Los datos no son del todo concretos, ya que algunos testimonios hablan de decenas de miles de combatientes en ambos bandos, mientras que recientemente se baraja que solo hubo un centenar de soldados.
Pacto con los musulmanes
Sisberto y Oppas eran los hijos de Witiza, quien había sido el predecesor de Rodrigo, y luchaban a favor de su nuevo rey. No obstante, tramaron un acuerdo con el Califato Omeya para derrocar a Rodrigo. "Entendía la facción witizana que el interés árabe no iba más allá de una simple algarada, que los invasores no venían a establecerse en el país, sino a ganar un botín para después marcharse", narra Padín Portela.
Fue así como en plena batalla de Guadalete, Sisberto y sus hombres, quienes combatían en el ala derecha, abandonaron su posición, "lo que provocó un desequilibrio de fuerzas que fue aprovechado en última instancia por el ejército musulmán para derrotar al godo". La traición había sido planeada y acordada en un monte llamado Calderino, que en árabe vendría a significar "monte de la traición".
Totalmente vendidos y sin tiempo para maniobrar una retirada, los bereberes, con su caballería ligera y sus ataques rápidos y letales, diezmaron a las rodeadas fuerzas leales al monarca godo. Tras caer en combate, el caballo de Rodrigo fue encontrado asaetado a orillas del río y en cuanto a Don Rodrigo no se supo nunca qué fue de él.
Después de la batalla de Guadalete el Reino visigodo buscó un heredero que pudiera mantener el control sobre la Península Ibérica pero la incursión islámica ya había comenzado y poco a poco tomarían prácticamente España entera hasta llegar al sur de Francia.