"Ante Dios humillado, en pie sobre la tierra vasca, en recuerdo de los antepasados, bajo el árbol de Guernica, juro desempeñar fielmente mi mandato". Con esta frase juraba José Antonio Aguirre, primer lehendakari vasco, el estatuto de 1936. El año siguiente tendría lugar en la localidad vizcaína una de las atrocidades más conocidas de la Guerra Civil española. Pero hubo un precedente tan solo un mes antes a no más de 30 kilómetros de Guernica.
El bombardeo de Durango fue el primer ataque aéreo que ordenaba Hitler para apoyar al bando sublevado. El general Emilio Mola ya había amenazado previamente por radio que si la sumisión de Vizcaya no era "inmediata", arrasaría toda la provincia, puesto que disponía de "recursos suficientes para hacerlo". El ataque aéreo comenzó temprano por la mañana desde el barrio de Kurutziaga, mientras gran parte de la población madrugaba y realizaba sus quehaceres de un miércoles.
En el pueblo mercantil de Durango cayeron bombas sobre el convento de Santa Susana, donde 11 monjas fallecieron debido a la explosión. Asimismo, en la iglesia de Santa María, el padre Carlos Morilla murió por el estallido de otra bomba. Morilla se había refugiado en el pueblo vizcaíno tras huir de Asturias debido a la guerra. De la misma manera, también resultó dañada la iglesia del colegio San José de los Jesuitas, donde Rafael Villalabeitia celebraba misa. Se registraron más de cincuenta bajas, mayoritariamente civiles que habían acudido al templo religioso aquel 31 de marzo de 1937.
Ante tal ataque a un pueblo eminentemente católico y devoto, la radio franquista de Valladolid informaba el 2 de abril que solo se habían atacado objetivos militares y achacaron la destrucción de los monumentos religiosos a los republicanos.
Tal y como explica el documental dirigido por Koldo San Sebastián La Guerra Civil en Euskadi, el general Queipo de Llano aseguraba que después del bombardeo comunistas y socialistas encerraron en los templos a los curas y a las monjas para fusilarlos sin compasión. Después habrían incendiado ellos mismos las iglesias. "Imágenes deshechas, estatuas deformadas, vírgenes apuñaladas y altares destrozados y convertidos en establos", insistía un documental franquista de la época.
En total, 336 personas, principalmente civiles y clérigos, murieron en el ataque aéreo de Durango. No fue la primera ni única vez en la que los eclesiásticos fueron víctimas del bando rebelde: entre 1936 y 1937, hasta 14 curas fueron ejecutados por su cercanía al nacionalismo vasco.
Objetivo: las iglesias
El general Mola ansiaba finalizar de una vez la conquista de Vizcaya; Bilbao, no obstante, resistía. De esta manera, un ingeniero de Elorrio llamado Alejandro Goicoechea —inventor del tipo de tren denominado como Talgo—, encargado de fortificar Vizcaya y de protegerla de los golpistas, abandonó a la República para apoyar a los franquistas.
Según relata el investigador vasco Jon Irazabal en Bombs over Biscay, Barcelona and Dresden (Universitat Rovira i Virgili), Goicoechea habría detallado a los sublevados la importancia de Durango y sus "posiciones de interés militar ocupadas por los rojos". Los cuarteles estarían ubicados en la plaza Ezkurdi, en la residencia de los jesuitas y en el convento de San Francisco de la localidad vizcaína. Además, la iglesia de Santa María también operaba para los intereses republicanos, así como el colegio Santa Susana; la plaza del Mercado era utilizada por el Ejército Vasco para estacionar sus vehículos.
No obstante, recalca Irazabal, se ha demostrado que el fin del bombardeo no era precisamente destruir los cuarteles y posiciones militares, sino terminar con el mayor número de personas posible, fueran civiles o milicianos. De hecho, el militar nazi Wolfram von Richtofen aseguró en un informe que los hogares de pueblos como Guernica, Durango o Eibar eran estructuralmente similares a los de Polonia o Bélgica, lo cual indica que los bombardeos nazis en territorio español eran un "experimento militar" para la inminente Segunda Guerra Mundial.
Otro de los puntos clave que el militar nazi reveló, tal y como plasman Josep María Solé i Sabaté y Joan Villarroya en España en llamas. La guerra civil desde el aire (Temas de hoy), eran los objetivos eclesiásticos. "Durango. Pequeña y bonita ciudad, con hermosos palacios de nobles. Tras un doble bombardeo de los italianos tiene un aspecto horrible. Es como si las bombas hubiesen buscado precisamente las iglesias", escribió Von Richthofen en su diario.
El superviviente del Real Madrid
Las bombas que cayeron en Durango se llevaron consigo cientos de vidas humanas. Sin embargo, un joven que por aquel entonces tenía 14 años sobrevivió al bombardeo. Su nombre era Sabino Barinaga y se convertiría con el tiempo en el máximo goleador histórico del Real Madrid hasta ser superado por Pahiño. También tuvo el honor de marcar el primer gol en el Estadio Santiago Bernabéu, tras su inauguración en 1947. Aquel tanto contra Os Belenenses sería el primero de los 93 que hizo.
Después de ganar dos Copas de España con el club blanco probó suerte en la Real Sociedad y en el Betis hasta que se retiró y comenzó una nueva carrera como entrenador, donde estuvo al frente de equipos como el Osasuna, el Málaga o el Atlético de Madrid. Pero su odisea futbolística comenzó en Inglaterra, donde vivió un tiempo por consecuencias de la guerra.
El periodista británico Adam Crafton relata en su libro De Guernica a Guardiola: Cómo los españoles han conquistado el fútbol inglés (Córner) una conversación con la hija del futbolista, Almudena, quien explica cómo vivió su padre el ataque. "Dijo que la casa estaba destruida. Sonaba horrendo. A mi padre se le quebraba la voz cuando trataba de explicar la devastación de aquel periodo (...) Los aviones volaban sobre su cabeza y él corría por la calle. Miró hacia atrás y vio una madre que también corría, llevando a su hijita de la mano. Él siguió corriendo. Oye una explosión, seguida de un grito. Vuelve la vista atrás, solo tres o cuatro segundos después de la vez anterior. La madre aún sujeta la mano de su hija, pero la bomba le ha arrancado la cabeza a la niña".
Barinaga solía decir que la Guerra Civil española representaba el momento más oscuro de la historia política de España. Continuó los estudios en Inglaterra, lejos de la guerra, donde probó su valía futbolística en el Southampton antes de regresar a Durango y formar parte del Real Madrid.
El testimonio del futbolista de Durango es solo uno de los muchos que hubo de aquel bombardeo que asoló la localidad vizcaína el 31 de marzo de 1937, donde la destrucción de conventos atrapó a parte de la población de improvisto bajo los muros de las iglesias del pueblo de Durango.