Alfred Mendes, abuelo del director Sam Mendes, le dijo en su momento a su nieto que iba a contar historias cuando fuera adulto. "Es lo que tienes que hacer", le recordaba. Desde entonces, Sam Mendes ha dirigido una decena de películas y ha sido galardonado con un Oscar a mejor director por American Beauty. Su nuevo largometraje, 1917, el cual acaba de ganar los Globos de Oro a la mejor película y a la mejor dirección, también opta a los premios Oscar y se presenta como una de las producciones bélicas del año. ¿Pero qué hay de real y qué hay de ficción en 1917?
El filme muestra la historia de dos cabos, Blake (Dean-Charles Chapman) y Schofield (George MacKay), que deben adentrarse en zona enemiga en una misión especial para salvar al hermano del primero, quien forma parte de un batallón que va a caer en la trampa de los alemanes si llevan a cabo el ataque. Esta narrativa tiene una relación directa con Sam Mendes, pues, tal y como explica The Times, su abuelo Alfred fue condecorado con una medalla militar por su valentía extraordinaria al llevar mensajes bajo fuego intenso en Passchendaele.
"La historia de 1917 se inspiró no solo en mi propia historia familiar, sino también en muchas otras. Espero que las anécdotas de aquellos que nos precedieron y lucharon en nuestro nombre continúen en nuestra película", explicaba el director, quien pretende mostrar una historia ficticia basada en relatos de personajes anónimos que realmente existieron. Hasta el propio MacKay tenía un vinculo familiar. El hermano de su bisabuela participó en la batalla de Arrás enviando mensajes cruciales que ayudaron a su unidad, un rol similar al héroe al que su descendiente da vida en el filme.
Pero en este caso, el filme parte desde una estrategia que nunca ocurrió: los alemanes se han retirado a una nueva posición defensiva, la Línea Hindenburg, mientras que el comandante del 2° batallón del regimiento de Devonshire, interpretado por Benedict Cumberbatch, planea una ofensiva con 1.600 soldados. Este acontecimiento jamás sucedió. Además, el motivo principal por el que Blake y Schofield avanzan solos para avisar al batallón, se debe a que las comunicaciones están cortadas. El medio británico asegura que, pese al caos que pudiera haber en las trincheras, era relativamente sencillo instalar nuevas líneas telefónicas.
Escenario más que logrado
Cada detalle y recurso que aparece en estas dos horas de metraje está calculado y expresamente empleado de manera consciente. A mitad del largometraje Blake y Schofield se adentran en una trinchera alemana abandonada. Para su asombro, a diferencia de las trincheras a las que están acostumbrados, descubren todo un trabajo complejo de ingeniería y de comodidades completamente impensables en el bando británico.
Este guiño del director se debe a la fama que consiguieron los ingenieros alemanes durante la Primera Guerra Mundial por sus construcciones defensivas. De hecho, menciona The Times que se parecían más a "hoteles bajo tierra" que "fortificaciones de defensa".
Por otra parte, la única mujer que aparece en la película no se debe a una obligación moral por contar con al menos una actriz en el reparto, sino que tiene que ver con la realidad histórica. Dicha mujer, francesa que ayuda a Schofield en un determinado momento, se encuentra escondida en un pueblo en llamas abandonado y completamente destruido.
A lo largo de la guerra los varones eran forzados a ser empleados como mano de obra y a ser evacuados a zonas provechosas todavía mientras que las mujeres eran abandonadas a su suerte.
'1917' no presenta una historia basada en hechos reales. Expone al público, un público que sufre una tensión constante durante las dos horas de duración del filme, una trama ficticia pero coherente, para nada aleja de la realidad. Es en sus diálogos, en la agonía que padecen los soldados y en los elementos que les rodean donde se acerca a la veracidad. Sam Mendes no busca, en definitiva, reflejar una batalla real, sino un sentimiento real.